Comentario domingo X del Tiempo Ordinario Ciclo B
A Jesús lo rechazaron sus parientes por ser el “hijo del carpintero” y por decir que era el Hijo de Dios lo consideraron como un “LOCO”; lo mismo hicieron los fariseos y los maestros de la ley que lo tenían como un “endemoniado”. Ellos no creyeron en El a pesar que hacía las obras de su Padre Dios y le adjudicaban ese poder a un “pacto con Beelzebú”; ante esta blasfemia Jesús les dijo que ese pecado no tendría perdón alguno.
La FE es un DON DE DIOS que solo El da a los humildes y sencillos de corazón; a los que confían por encima de toda evidencia. La carta de los Hebreos (Heb. 11,1ss) nos dice que “la Fe es tener plena certeza de recibir lo que se espera y estar convencidos de la realidad que aún no vemos”; así lo hicieron Abraham, Moisés y sobre todo María, la madre de Jesús, la cual llamamos “madre de todos los creyentes”, a diferencia de Eva que no creyó en su creador y en consecuencia nos sobrevino el pecado y la muerte; por MARIA nos vino la GRACIA y la VIDA ETERNA. Al aceptar y creer en lo “imposible” cuando el ángel le anunció que iba a ser la “madre del Mesías”, ella arriesgó su propia vida por cumplir con la voluntad del PADRE, haciéndose ella también “Loca por la Fe y el amor”.
En el Evangelio de hoy se nos dice que ella también fue junto a sus parientes a buscar a Jesús que estaba en Cafarnaúm predicando EL REINO DE DIOS; al llegar Jesús no los recibió y dijo: “¿Quiénes son mi madre y mis hermanos? Son aquellos que escuchan la voluntad de Dios y la ponen en práctica”. Por ese día María comprendió que ella era más dichosa por haber CREÍDO que por haberlo “parido”. La Fe verdadera implica el compromiso de cumplir la voluntad de Dios; por lo tanto creamos como María y seremos bendecidos como ella lo fue cuando la imitemos. Amén
Pablo Urquiaga.
Imagen de Cerezo Barredo