martes, 29 de noviembre de 2016

Haz algo realmente grande: detente en las personas heridas que te resultan difíciles


Que cambie mi rabia, mi odio, ni dureza, mis espadas y mis lanzas, en arados que hagan brotar la tierra

CARLOS PADILLA ESTEBAN

No quiero vivir pensando en el final de los tiempos y buscando señales de Dios que muestren cuándo concluirá todo. No me importa cuándo llegará el final de mi camino. Por eso quiero yo que Dios me regale el don de verlo oculto en los más necesitados, en los más pobres, en los más heridos.
Ver a María con Jesús en su vientre en otros. No sólo en los que me son fáciles. No en los que me resultan cercanos. No en aquellos que me tratan bien y me cuidan. No en aquellos con los que estoy en deuda porque me aman mucho. En ellos también. Pero es más fácil.
Dios quiere que me detenga en las personas heridas que me resultan difíciles. En aquellos con los que no compartiría mi vida. En las personas que más me cuestan. En ellos comienza el Adviento. En los más necesitados a los que yo no necesito. En ellos acaricio a Jesús en el vientre de María. En ellos camina Jesús vivo en este Adviento, tocando mi tierra.
Dios quiere que despierte a la verdadera misericordia en este Adviento. Quiere que lo busque a Él en los más pobres.
Como me contaba una persona: “Sé que tengo a Dios muy cerca. Lo veo en mis alumnos, en los vecinos. Él me regala su mirada y le veo en las personas más vulnerables. En mi barrio hay mucha miseria. Y mucho Dios. Me emociono cuando veo a Montse buscando tapones de plástico en los contenedores para ayudar a una niña enferma. No se da cuenta que los pocos tapones que puede juntar no son nada. Pero son mucho. Montse es una chica disminuida que malvive con sus hermanos, también disminuidos”.
Verlo en esa chica disminuida que apenas sabe vivir sola. Verlo en tantos hombres necesitados que no saben bien lo que les falta. Y me buscan, y me piden. Y yo rehúyo su mirada porque me inquieta. Quiero verlo en tantas personas heridas que buscan caricias de amor en cualquier parte.
Decía William Faulkner sobre la búsqueda de amor en el hombre: “No es que pueda vivir, es que quiero. Es que yo quiero. Entre el dolor y la nada elijo el dolor”.
Y comentaba Alex Rovira: Los seres humanos necesitamos para desarrollarnos ante todo caricias. Caricia entendida no sólo como el contacto de piel con piel. Una caricia es una mirada, es un gesto amable, es una mano en el hombro, es una sonrisa, es una crítica constructiva. Un signo de reconocimiento”.
Entre el dolor y la nada preferimos el dolor. Cuando no experimentamos caricias positivas buscamos caricias negativas. Mejor eso que la nada.
Por eso quiero tocar a Dios en las personas heridas. Acercarme a ellos como José a María en el Adviento. Sobrecogido, emocionado, con infinito respeto. Quiero tocar a Jesús en aquellos que buscan misericordia.
Se ha cerrado en Roma una puerta de la misericordia. Se abren infinitas puertas en medio de los hombres. Sé que cuando digo que sí a Dios y lo busco herido, se abre la puerta de mi alma para otros.
Es el Adviento un tiempo para agudizar los sentidos, despertar el alma, alertar la mirada, buscar a Dios presente entre mis manos. No quiero vivir aburguesado y cuidado. Aletargado y cansado. Salgo de mí mismo y me pongo en camino hacia los hombres.
Tiene algo de acción este tiempo de Adviento. Dejo lo que me ocupa para tener las manos libres y la mirada dispuesta a ver a Dios en todas partes.
Viene Dios y yo quiero que cambie mi corazón. Que cambie mi rabia, mi odio, ni dureza, mis espadas y mis lanzas, en arados que hagan brotar la tierra, en podaderas que hagan florecer tantas cosas que llevo dentro.
Sigo las sendas de Jesús. Me pongo a buscar sus huellas en las huellas de los hombres. Me agarro de su mano para no perder su ritmo sosteniendo tantas manos. Y me pongo a buscarlo en cualquier persona, en cualquier mirada, en cualquier lugar oculto. En medio de la noche.
Quiero encontrarlo en esa miseria que hoy me turba y desconcierta. Encontrarlo en medio de esos ruidos que no me dejan oírlo. Quiero un Adviento cargado de silencios, de paz, de noche, de estrellas. Quiero caminar por los caminos de los pastores que creyeron llenos de inocencia.
Quiero vaciar mi alma de tanto orgullo, egoísmo y miedos para abrazar otras almas sedientas. Para que me quepa dentro toda esa sed que hay en el mundo. Quiero que el anhelo de su venida crezca cada día más en mi alma.
Sé que Jesús llega para nacer en mi propia carne. Quiero que su misericordia hoy me levante de mi tibieza y me haga ser misericordioso. Quiero que aliente mi alma cansada. Robustezca mis piernas endebles.
Quiero que este tiempo de Adviento sean días de soñar más alto sin conformarme con nada. Sin que me baste mi vida mediocre. Llena de seguros que me tranquilizan.
Quiero alzar la mirada, perseverar en la entrega. Seguir por los caminos de la mano de José y de María. Con ellos voy seguro. Y Jesús en su vientre. Con la alegría de sentir su presencia en mis manos.

Cortesía de http://es.aleteia.org/

lunes, 28 de noviembre de 2016

¡El Adviento: tiempo de Espera vigilante!


Comentario al primer domingo de Adviento Ciclo "a"

Hoy empezamos un nuevo año Litúrgico y la iglesia, que es el Pueblo de Dios, se llena de inmensa alegría y se prepara con gozo a estos días de fiesta que se aproximan. Tiempo de Esperanza de un “cielo nuevo y una tierra nueva” donde habite la Justicia y la Paz y que cesen las guerras y que nadie se adiestre para matar a los demás sino para dar amor y vida en abundancia. Tiempo para “tomar conciencia” del sentido que tiene nuestra vida y de la Misión que el Señor nos encarga hasta que EL vuelva. Tiempo de CONVERSIÓN Y RECONCILIACIÓN, despertando de nuestros sueños e indiferencias, apatías e irresponsabilidad y falta de sensibilidad ante las necesidades de nuestros hermanos más próximos a nosotros.

Debemos estar VIGILANTES Y ACTIVOS, que el Señor nos encuentre UNIDOS trabajando por su Reino y cumpliendo con la tarea que nos ha encomendado. ¡Vengan, subamos al monte del Señor, elevemos nuestro espíritu, caminemos por las sendas del Señor! ¡Qué alegría cuando me dijeron vamos a la casa del Señor! Habrá PAZ dentro de sus muros y seguridad en su casa. “Las lanzas se convertirán en podaderas y de las espadas se forjarán arados y nadie se preparará para la guerra”. Cesará la violencia; nada de comilonas ni borracheras, se acabará la “corrupción y la maldad”.

El Señor nos alerta y nos pide que estemos vigilantes y preparados para su gloriosa venida, pero no de forma pasiva. Es tiempo de Misión y reencuentro. Al final de los tiempos ocurrirá lo mismo que en el tiempo de Noé; la gente compraba y bebía y se corrompía y cuando menos lo esperaban vino el “diluvio” y arrasó con todos. Hagamos de nuestros hogares “arcas de la alianza” con Dios, entremos y mantengámonos en su presencia para que seamos rescatados cuando El vuelva. Amén. FELIZ AÑO LITÚRGICO

Pbro. Pablo Urquiaga.

Imagen de Cerezo Barredo
                                                                                                                               

jueves, 24 de noviembre de 2016

El Papa advierte que el aislamiento es caldo de cultivo para el miedo y la desconfianza


En un vídeomensaje enviado al Festival de la Doctrina Social de la Iglesia, el Santo Padre explica que cuando nos ocupamos de los demás nos complicamos menos la vida que cuando estamos centrados en nosotros mismos

(ZENIT – Roma).- “Nuestra humanidad se enriquece mucho si estamos con todos los demás y en cualquier situación en que se encuentren. Lo que hace daño es el aislamiento, no el compartir”. Así lo ha indicado el papa Francisco, en un vídeomensaje enviado al Festival de la Doctrina Social de la Iglesia, que se celebra del 24 al 27 de noviembre en Verona, al norte de Italia. El encuentro, que celebra este año su VI edición, lleva por tema “En medio de la gente”.
En su mensaje, el  Papa explica que cuando se separa al pueblo de los que mandan, cuando se toman decisiones basadas en el poder y no en la compartición popular, cuando el que manda es más importante que el pueblo y las decisiones las toman unos pocos, o son anónimas, o están siempre dictadas por emergencias verdaderas o presuntas, la armonía social se ve amenazada y las consecuencias son graves para las personas: aumenta la pobreza, peligra la paz, manda el dinero y la gente está mal. Por lo tanto, estar en medio de la gente no solamente hace bien a la vida del individuo, sino que es un bien para todo el mundo.
El aislamiento “es caldo de cultivo para el miedo y la desconfianza” e “impide disfrutar de la fraternidad”, advierte el Santo Padre. De este modo,  subraya que “es necesario que nos digamos que se corren más riesgos cuando nos aislamos que cuando nos abrimos a los demás”. Así, indica que “la capacidad de hacerse daño no es propia del encuentro, sino del cierre y del rechazo”. En esta misma línea, el Pontífice asegura que “cuando nos ocupamos de los demás” “nos complicamos menos la vida que cuando estamos centrados solamente en nosotros mismos”.
Prosiguiendo con  la reflexión, asevera que estar en medio de la gente “no significa solamente ser abiertos y encontrar a los demás”, sino también “dejarse encontrar”.
Somos nosotros los que necesitamos que “nos miren”, “nos llamen”, “nos toquen”, “nos interpelen”, somos nosotros “los que necesitamos a los demás para poder participar en todo lo que solamente los demás nos pueden dar”. La relación –precisa– exige este intercambio entre las personas; la experiencia nos dice que, por lo general, de los demás recibimos más de lo que damos.
De este modo, subraya que “hay una verdadera riqueza humana entre nuestra gente”. Son innumerables –asegura– las historias de solidaridad, de ayuda, de apoyo, vividas en nuestras familias y en nuestras comunidades.
De este modo, el Papa cuenta una historia que le contaron recientemente, sobre una chica que murió con 19 años. “El dolor fue inmenso, muchísimos asistieron al funeral. Lo que sorprendió a todos no fue solo la ausencia de la desesperación, sino la percepción de una cierta serenidad”, cuenta. “Las personas, después del funeral, se decían unas a otras con asombro que habían salido de la celebración como liberadas de un peso”, explica Francisco. La madre de la joven dijo: “He recibido la gracia de la serenidad”. La vida cotidiana –indica el Santo Padre– está entretejida con estos hechos que marcan nuestra existencia: nunca pierden eficacia aunque no pasen a ser titulares de los diarios. Sucede así: “sin discursos ni explicaciones se entiende lo que en la vida vale o no la pena”.
Estar en medio de la gente, señala el Papa, también significa darse cuenta de que cada uno de nosotros es parte de un pueblo. Por eso, explica que cuando vemos el conjunto, “nuestra mirada se enriquece y resulta evidente que los papeles que desempeña cada uno dentro de la dinámica social nunca pueden ser aislados o absolutos”.  Estar en medio de la gente –añade– pone de manifiesto la pluralidad de colores, culturas, razas y religiones. “La gente nos enseña la riqueza y la belleza de la diversidad”, reconoce el Santo Padre.
Finalmente, Francisco invita a seguir el ejemplo de María, “si la miramos podremos recorrer todos los senderos de lo humano sin miedo y sin prejuicios”, con Ella, “podremos llegar a ser capaces de no excluir a nadie”.
Cortesía de https://es.zenit.org

sábado, 19 de noviembre de 2016

¡SERVIR ES REINAR!


Comentario a la solemnidad de "Cristo Rey del Universo" Ciclo "c"

Mi Reino no es de este mundo; no es como los de aquí”. Ustedes los humanos buscan “poder” para oprimir y abusar de los demás; yo lo uso para “LIBERAR”; ustedes lo quieren para buscar privilegios y prebendas; yo lo busco para “SERVIR” y dar mi vida para que los demás tengan “vida Eterna”. Sus “tronos” no son mi trono; sus “coronas de oro” no son mi corona pues ellas deshonran mi cabeza ya que están llenas de corrupción y falsedad. Mi trono es esa “cruz maldita” que yo he hecho BENDITA pues allí he mostrado mi amor Misericordioso.

YO SOY REY.  He venido al mundo para “SER TESTIGO DE LA VERDAD” y todo el que es de la VERDAD escucha mi voz y me sigue. Yo no he venido a condenar ni a “salvarme a mí mismo” sino a SALVAR aquel que reconoce su pecado y apela a la MISERICORDIA como lo hice con aquel ladrón que clavaron junto a mí. El reconoció sus culpas (su realidad), tuvo compasión de mí y me pidió que lo recordara en mi Reino. Desde aquella hora está conmigo en el paraíso.
YO SOY EL REY DE LOS POBRES Y HUMILDES; el de los condenados y marginados, el de los despreciados y explotados de esta tierra. YO SOY EL BUEN PASTOR, el que da su vida por las ovejas y va en búsqueda de la extraviada y enferma y cuando la encuentra la pone sobre sus hombros, la cura y la integra de nuevo en el redil. Yo doy mi vida por mis ovejas.
Yo soy la “cabeza del cuerpo de la Iglesia”, el primogénito de toda la Creación; El es el fundamento de todas las cosas. Nosotros somos su PUEBLO y ovejas de su Rebaño y es por eso que participamos de su “Reinado”; llamados a ser TESTIGOS de su amor y Misericordia hasta que El vuelva. Amen

Pbro. Pablo Urquiaga.


Imagen de Cerezo Barredo
                                                                                                                             
                                                                                                                             


Quienes fracasan en el matrimonio no son extraños en la Iglesia, dice el Papa a obispos


VATICANO, 18 Nov. 16 / 03:20 pm (ACI).- El Papa Francisco explicó que los obispos tienen el deber de acoger y acompañar a quienes han fracasado en su matrimonio y nunca considerarlos extraños al Cuerpo de Cristo que es la Iglesia”.
Así lo indicó el Santo Padre en su discurso a los obispos reunidos este viernes 18 de noviembre en la Rota Romana, donde reciben un curso sobre la reforma del proceso de nulidad matrimonial que entró en vigor en diciembre de 2015.
En sus palabras a los obispos, en una visita que originalmente estaba programada para este sábado 19 de noviembre, el Papa resaltó que el fin de toda acción pastoral es la “salus animarum”, es decir, la salvación de las almas.
En esta perspectiva, dijo Francisco, “la Iglesia camina desde siempre, como madre que acoge y ama, bajo el ejemplo de Jesús Buen Samaritano”.
“La Iglesia del Verbo Encarnado se ‘encarna’ en las vivencias tristes y los sufrimientos de la gente, se inclina ante los pobres y ante cuantos están lejanos de la comunidad eclesial o se consideran fuera de ella a causa de su fracaso matrimonial”.
Sin embargo, prosiguió el Santo Padre, estos fieles “permanecen incorporados a Cristo en virtud del bautismo. Por lo tanto a nosotros nos toca la gran responsabilidad de ejercitar el munus (don), recibido de Jesús divino Pastor, médico y juez de las almas, de no considerarlos nunca extraños al Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia”.
“Estamos llamados a no excluirlos de nuestra ansia pastoral, sino a dedicarnos a ellos y a su situación irregular y sufriente, con toda solicitud y caridad”, alentó.
Tras resaltar que la misión del obispo también se orienta en este sentido, el Papa Francisco explicó que es importante y necesario “eliminar con decisión todo impedimento de carácter mundano que hace difícil a un gran número de fieles el acceso a los tribunales eclesiásticos. Los asuntos de tipo económico y organizativo no pueden constituir un obstáculo para la verificación canónica sobre la validad de un matrimonio”.
“En la óptica de una sana relación entre justicia y caridad, la ley de la Iglesia no puede prescindir del principio fundamental de la salus animarum. Por lo tanto, los tribunales eclesiásticos están llamados a ser expresiones tangibles de un servicio diaconal del derecho en el resguardo de este fin primario”, subrayó.
Por ello, continuó el Pontífice, la salus animarum es la “palabra final del Código de Derecho Canónico”, para que esté “por encima como ley suprema y como valor que supera el derecho mismo, indicando así el horizonte de la misericordia”.
El Papa comentó asimismo que las preguntas que surgen de la pastoral matrimonial “requieren respuestas y procedimientos no siempre fáciles. Estoy seguro que estas jornadas de estudios los ayudarán a individualizar la aproximación más oportuna a las diversas problemáticas”.
De Cristo, el Buen Pastor, dijo Francisco, “debemos aprender cada día la sabia búsqueda del unum necessarium (lo único necesario): la salus animarum” que es “el bien supremo y se identifica con Dios mismo, como enseña San Gregorio Nacianceno”.
“Confíen en la asistencia indefectible del Espíritu Santo, que conduce invisible pero realmente a la Iglesia”.
“Recémosle para que los ayude y también ayude al Sucesor de Pedro a responder, con disponibilidad y humildad, al grito de ayuda de tantos de nuestros hermanos y hermanas que necesitan conocer la verdad sobre su matrimonio y sobre el camino de sus vidas”, concluyó.
Cortesía de https://www.aciprensa.com



lunes, 14 de noviembre de 2016

El Papa Francisco pide a las parroquias del mundo no caer en la tentación del desaliento

(RV).- La intención para la Evangelización del Papa para este mes de noviembre es: “para que en las parroquias, sacerdotes y laicos, colaboren juntos en el servicio a la comunidad sin caer en la tentación del desaliento”.


¿Por qué el Papa nos invita a rezar por esta intención de oración?

“Una intención de oración expresa siempre una situación concreta que preocupa el Santo Padre. Esta intención para la evangelización es un desafío para la misión de la Iglesia. Como sabe el Papa Francisco insiste mucho sobre la importancia del anuncio del Evangelio. La Evangelii Gaudium -La Alegría del Evangelio- es un programa para la misión, y por supuesto para la misión de todos los discípulos de Jesús. Todos estamos llamados, dice, a crecer como evangelizadores. Cada miembro del Pueblo de Dios, cualquier sea su función en la Iglesia, en virtud de su Bautismo y Confirmación, se ha convertido en discípulo misionero (n. 120)”.

“La comunidad parroquial es esencial para la misión, pues está cercana a la vida de la gente, pero, para que no sea únicamente una agrupación de cristianos que vienen el domingo para celebrar la Misa pero realmente una comunidad fraterna y solidaria se necesita una verdadera colaboración entre sacerdotes y laicos, los cuales son la inmensa mayoría del Pueblo de Dios”. “Cuando iba de parroquia en parroquia, para apoyar los equipos pastorales, me di cuenta que las parroquias donde estaba presente una comunidad fraterna y solidaria eran las mismas en las cuales había una verdadera colaboración en la misión entre sacerdotes y laicos. Lamentablemente a veces hay un excesivo clericalismo que mantiene los laicos al margen de las decisiones”.

“Esto crea tensiones y desaliento. Es terrible para la misión pues es un contra testimonio al Evangelio. Cuando nos dejamos conducir por el clericalismo nos convertimos en obstáculos a la acción del Espíritu del Señor. El Papa Francisco ha denunciado muchas veces esta deformación de la autoridad. Es pues un desafío, por eso el Papa nos invita a rezar y a movilizarnos por él. Es juntos, sacerdotes y laicos, que podemos transformar nuestra parroquias en comunidades fraternas y solidarias, que sean sal y luz en nuestro mundo”.

¿Qué sugiere a las comunidades parroquiales para no caer en el desaliento?

Rezar más, continuar la misión con perseverancia, pedir consejos y colaborar juntos.

(Mercedes De La Torre, RV).

Cortesía de http://es.radiovaticana.va/

Los tesoros de la Iglesia no son sus catedrales, sino los pobres


Un examen de conciencia en diez puntos que todo cristiano debería hacer al final del Jubileo

13 NOVIEMBRE, 2016

Los tesoros de la Iglesia no son su catedrales, sino los pobres, ha explicado el Papa Francisco este domingo al concluir el Jubileo de las personas socialmente excluidas, convocado al final del Año de la Misericordia.
La homilía de la celebración eucarística, en la Basílica vaticana, que acogía a seis mil personas pobres, ofreció la oportunidad a Francisco para abrir su corazón y pedir a los cristianos que hagan un examen de conciencia sobre la manera en que la Iglesia trata a los pobres.
Estas son las diez consignas que el Papa compartió con los presentes, muchos de ellos sin techo. Son la base para un examen de conciencia que debería hacer todo cristiano al final de este jubileo.

1. “¿Qué tiene valor en la vida, cuáles son las riquezas que no pasan? Está claro que son dos: el Señor y el prójimo. ¡Estas dos riquezas no pasan! Estos son los bienes más grandes que hay que amar”.
2. “La persona humana, colocada por Dios en la cumbre de la creación, con frecuencia es descartada, porque se prefieren cosas que pasan. Y esto es inaceptable, pues el hombre es el bien más precioso a los ojos de Dios”.
3. “Hay que preocuparse cuando la conciencia se anestesia y ya no se hace caso del hermano que sufre a nuestro lado, de los problemas serios del mundo, que se convierten en estribillos ya escuchados en los guiones de los telediarios”.
4. Dirigiéndose a los pobres: “Con su presencia, ustedes nos ayudan a sintonizarnos en la longitud de onda de Dios, a mirar lo que Él mira: Él no se queda en las apariencias”.
5. “¡Cuánto daño nos hace fingir que no nos damos cuenta de que Lázaro es excluido y descartado! Esto significa dar la espalda a Dios. ¡Es dar la espalda a Dios!”.
6. “Cuando el interés se concentra en las cosas que hay que producir, y no en las personas que hay que amar, nos encontramos ante un síntoma de esclerosis espiritual”.
7. “Esta es la trágica contradicción de nuestro tiempo:  cuanto más aumentan el progreso y las posibilidades —algo que está bien— más aumenta el número de quienes no pueden acceder a ellos”.
8. “No podemos quedarnos tranquilos en casa, mientras Lázaro yace en la puerta: no puede haber paz en casa de quien está bien, cuando falta justicia en la casa de todos”.
9. Que el Señor libre a los hijos de la Iglesia “de los intereses y de los privilegios, del apego al poder y a la gloria, de la seducción del espíritu del mundo”.
10. “Nuestra tarea consiste en cuidar de la verdadera riqueza, que son los pobres”, “los verdaderos tesoros de la Iglesia”.

Cortesía de http://es.aleteia.org/

sábado, 12 de noviembre de 2016

¡EL DÍA DEL SEÑOR!


Comentario domingo XXXIII del tiempo ordinario ciclo "c". En Venezuela día del abrazo en familia

Ya se acerca el “fin del mundo”! ¡Estamos en el fin de los tiempos! Pero, ¿de qué mundo se trata y a que tiempos se refiere? De los “tiempos de maldad, de mentiras, injusticias e idolatrías; de corrupción e inseguridad”. Por lo tanto, nada tienen que “temer” los que confían en el Señor y son “perseguidos por causa de la Justicia” pues se acerca el “día de la gran Liberación”. Aleluya
Se acerca el “día del Señor” para regir la tierra (salmo 97). Será un día “terrible” para muchos y glorioso para otros. “Brillará el sol de justicia y de Salvación” para los oprimidos y explotados pues los poderosos y opresores corruptos será como “paja quemada en el horno” (Mal. 3).
“La angustia mata, la Esperanza vivifica”. No nos dejemos llevar por este “ambiente negativo”, llenémonos de esperanza y alegría pues se acerca el día de la Salvación. El Señor está cerca y al “mal” le queda poco. Estemos preparados y vivamos liberados de toda vanidad, lujuria, desenfreno, vicios y de toda clase de esclavitud (consumismo de chatarra, drogas, frivolidades y corrupciones). Vivamos de manera sobria y sencilla, buscando los bienes que son eternos; mantengámonos VIGILANTES. El lujo, la vanidad la soberbia y la altanería son “pajas” que serán destruidas y los sencillos y humildes serán enaltecidos. Se acerca el día en que se acabará toda maldad.
Nadie sabe el tiempo exacto que esto ocurrirá, solamente el PADRE; nosotros los Cristianos anhelamos su VENIDA GLORIOSA. Un cielo nuevo y una tierra nueva (Apoc. 21) donde brille la JUSTICIA Y LA PAZ VERDADERA. Mientras tanto, mantengámonos trabajando por su REINO y perseveremos UNIDOS hasta que EL vuelva. Amén
Pbro. Pablo Urquiaga.

Imagen de Cerezo Barredo




viernes, 11 de noviembre de 2016

El Papa pide perdón a los pobres por los cristianos que miran hacia otro lado


En la audiencia con las personas en situación precaria, Francisco pide que sueñen que un día el mundo puede cambiar

Cortesía de https://es.zenit.org
video de:  ROME REPORTS

jueves, 10 de noviembre de 2016

Papa Francisco: No a la religión del espectáculo, a las revelaciones, mensajes…

Homilía en Casa Santa Marta

10 NOVIEMBRE, 2016

Debemos vencer la tentación de una religión del espectáculo que busca siempre revelaciones nuevas, como fuegos artificiales: es lo que ha afirmado Papa Francisco en la Misa de la mañana celebrada en Santa Marta. El Reino de Dios, ha destacado Francisco, crece si custodiamos la esperanza en la vida de todos los días.

En el Evangelio del día Jesús responde a los fariseos que le preguntan con curiosidad “cuando vendrá el Reino de Dios”. “Ya ha venido, dice el Señor, ¡está en medio de vosotros!”. Es como una pequeña semilla que se siembra y crece sola, con el tiempo. Es Dios que la hace crecer, explica el Papa, pero sin llamar la atención.

El Reino de Dios no es una religión del espectáculo, que siempre busca cosas nuevas, revelaciones, mensajes… Dios habló en Jesucristo: esta es la última Palabra de Dios. Lo demás son como fuegos artificiales que te iluminan un momento y después ¿qué queda? Nada. No hay crecimiento, no hay luz, no hay nada: un instante”.

“Y muchas veces nos dejamos tentar por esta religión del espectáculo, buscar cosas extrañas a la revelación, a la mansedumbre del Reino de Dios que está en medio de nosotros y crece. Esto no es esperanza, es el deseo de tener algo en la mano.Nuestra salvación se da en la esperanza, la esperanza que tiene el hombre que siembra el grano o la mujer que prepara el pan, mezclando levadura y harina: la esperanza de que crezca. Sin embargo, esta luminosidad artificial se da en un momento y luego se va, como los fuegos artificiales: no sirven para iluminar una casa. Es un espectáculo”.

¿Qué debemos hacer, se pregunta el Papa, mientras esperamos que venga la plenitud del Reino de Dios? Debemos “custodiar”.
“Custodiar con paciencia. Paciencia en nuestros trabajos, en nuestros sufrimientos… Custodiar como custodia el hombre que ha plantado la semilla y guarda la planta, tratando de que no haya mala hierba cerca, para que crezca bien. Custodiar la esperanza. Y aquí os planteo una pregunta a vosotros, hoy: si el Reino de Dios esta entre nosotros, si todos tenemos esta semilla dentro, tenemos el Espíritu Santo allí ¿cómo lo custodio? ¿Cómo discierno y separo la planta buena de la cizaña?”

El Reino de Dios crece en nosotros ¿qué debemos hacer? Custodiar. Crecer en la esperanza, custodiar la esperanza. Porque en la esperanza estamos salvados. Este es el hilo: la esperanza es el hilo de la historia de la salvación. La esperanza de encontrarnos con el Señor definitivamente”.

“El Reino de Dios , afirma el Papa, se hace fuerte en la esperanza”.
“Preguntémonos a nosotros mismos, ¿tengo esperanza? O voy adelante como puedo y no sé discernir lo bueno de lo malo, el grano de la cizaña, la luz, la mansa luz del Espíritu Santo de la luminosidad momentánea de esta cosa artificial?”


“Preguntémonos sobre nuestra esperanza en esta semilla que crece en nosotros, pero que debemos con el reposo, el trabajo, el discernimiento, custodiar la esperanza de este Reino de Dios que crece, hasta el momento en el que venga el Señor y todo sea transformado. En un segundo ¡todo! Como dice Pablo a los cristianos de Tesalónica, en ese momento se quedaron todos con Él”.

Cortesía de http://es.aleteia.org/

sábado, 5 de noviembre de 2016

Papa Francisco: Si te gusta el dinero no te metas ni en política, ni en seminario


El Pontífice cita a Martin Luther King, esta vez en la clausura del Tercer Encuentro Mundial de los Movimientos Populares en el Vaticano

ARY WALDIR RAMOS DÍAZ

El Papa Francisco ha realizado un discurso contra el dinero divinizado y el ardor que muchos hombres tienen por conseguir poder y lujos. En una improvisación dijo:  “Si te gusto mucho el , mejor no te metas en Política, pero tampoco en el Seminario”.
Lo hizo ante cerca de 5000 participantes al Tercer Encuentro Mundial de los Movimientos Populares (EMMP) en Roma que inició el 2 de noviembre y terminó este sábado 5 de noviembre con la audiencia en el Aula Pablo VI del Vaticano.
Francisco invitó a los hombres y mujeres de nuestro tiempo a inspirarse en grandes metas que reconozcan la dignidad de los más pequeños, incluso usando la buena política y la economía. Esto sin alguna confrontación o división.
En su discurso habló de una fortaleza de las personas que aspiran a aportar a la justicia y el bien común.
En este sentido, aseguró: “La persona fuerte es la persona que puede romper la cadena del odio, la cadena del mal”.
“En Amoris Laetitia cito a un fallecido dirigente afroamericano, Martin Luther King, el cual volvía a optar por el amor fraterno aun en medio de las peores persecuciones y humillaciones”, sostuvo Francisco, quien recibió varios aplausos de los delegados que han llegado desde las periferias de los cinco continentes.
Se trata de representantes de campesinos sin tierra, familias sin casa, chabolas, barrios pobres, trabajadores sin derechos, lideres indígenas, emigrantes. Todos ellos, acompañados también por varios obispos, como fue el caso de un grupo de obispos estadounidenses que apoyan la reforma migratoria.
Odio por odio sólo intensifica la existencia del odio y del mal en el universo. Si yo te golpeo y tú me golpeas […]hasta el infinito”.
Así ha puesto como ejemplo a la persona fuerte. “La persona fuerte es la persona que puede romper la cadena del odio, la cadena del mal” (n. 118; Sermón en la iglesia Bautista de la Avenida Dexter, Montgomery, Alabama, 17 de noviembre de 1957), agregó.
El terror y los muros
 El Pontífice denunció el dinero divinizado que excluye y aterroriza: “¿Quién gobierna entonces? El dinero ¿Cómo gobierna? Con el látigo del miedo, de la inequidad, de la violencia económica, social, cultural y militar que engendra más y más violencia.
“De ese terrorismo básico se alimentan los terrorismos derivados como el narcoterrorismoel terrorismo de estado y lo que erróneamente algunos llaman terrorismo étnico o religioso”, dijo
“Ningún pueblo, ninguna religión es terrorista”, abundó
Francisco reivindicó su continuidad con otros pontificados en exhorta a salir de la tiranía del lucro a todo costo. “Toda la doctrina social de la Iglesia y el magisterio de mis antecesores se rebelan contra el ídolo-dinero que reina en lugar de servir, tiraniza y aterroriza a la humanidad”.
“Ninguna tiranía se sostiene sin explotar nuestros miedos. De ahí que toda tiranía sea terrorista”, explicó.
“Los Muros – denunció – que encierran a unos y destierran a otros. Ciudadanos amurallados, aterrorizados, de un lado; excluidos, desterrados, más aterrorizados todavía, del otro”.
El Papa se desmarcó de las ideologías que crean más excluidos y confrontación. Renegó la xenofobia, la intolerancia. Por eso, indicó que el miedo del otro está detrás de estas y otras tragedias.
El amor y los puentes 
Jesús – constató – enfrentó al pensamiento hipócrita y suficiente con la inteligencia humilde del corazón, que prioriza siempre al ser humano y rechaza que determinadas lógicas obstruyan su libertad para vivir, amar y servir al prójimo.
El Papa fue consciente de que ‘poner ejemplo y reclamar’ tiene el riesgo de lapersecución como la vivió Jesús.
“Los pobres organizados, se inventan su propio trabajo, creando una cooperativa, recuperando una fábrica quebrada, reciclando el descarte de la sociedad de consumo […]están imitando a Jesús porque buscan sanar […]esa atrofia del sistema socioeconómico imperante que es el desempleo”.
“Las «3-T Tierra, Techo y Trabajo», ese grito de ustedes que hago mío, tiene algo de esa inteligencia humilde pero a la vez fuerte y sanadora”.
Bancarrota y salvataje
¿Qué hacer frente a esta tragedia de los emigrantes, refugiados y desplazados?, cuestionó.
Al mismo tiempo habló del caso de los refugiados y los emigrantes y usó la palabra “vergüenza”. “Palabra que descubrí en Lampedusa”, destacó. “El mediterráneo se ha vuelto un cementerio y no sólo”.
Igualmente recordó su viaje a Lesbos. “Allí, pude sentir de cerca el sufrimiento de tantas familias expulsadas de su tierra por razones económicas o violencias de todo tipo, multitudes desterradas”.
El Papa citó al Arzobispo Jerónimo de Grecia denunciando el drama de los niños en los campos de refugiados: ¿Qué le pasa al mundo de hoy que, cuando se produce la bancarrota de un banco de inmediato aparecen sumas escandalosas para salvarlo, pero cuando se produce esta bancarrota de la humanidad no hay casi ni una milésima parte para salvar a esos hermanos que sufren tanto?.
“El miedo endurece el corazón y se transforma en crueldad ciega que se niega a ver la sangre, el dolor, el rostro del otro”, dijo.
Antes de la llegada del Papa, los presentes vivieron un momento de reflexión, escucharon varios testimonios y cantos. Además, se trasmitió un video dedicado a los pequeños agricultores, la protección de la Creación, las familias en crisis, la dignidad humana y otros problemas sociales actuales.
El Papa ha sido recibido por el cardenal Peter Turkson, Presidente del Pontificio Consejo por la Justicia y la Paz, que le dirigió algunos palabras de bienvenida.
El Obispo de Roma recibió de las manos de Turkson un documento de programación de los desafíos que asumen los Movimientos Populares para mejorar el futuro de los excluidos por la sociedad. Este fue, quizás el momento más esperado y que sella la conclusión del EMMP en Roma.
También estuvo presente el ex presidente uruguayo, José Mujica a quien Francisco agradeció.
En el discurso, los “Movimientos Populares” fueron llamados “poetas sociales” precisamente por ser “promotores” de un proceso que confluye en acciones grandes y pequeñas a favor de la organización de los más pobres, marginados y excluidos de la globalización de la indiferencia.
El Papa subrayó el valor que tiene en contribuir en un cambio de estructuras: “1. poner la economía al servicio de los pueblos; 2. construir la paz y la justicia; 3. defender la Madre Tierra”.
Nada de solo conferencias: “tienen que ser fruto de un discernimiento colectivo”. De otra manera, señaló: “Si no, corremos el riesgo de las abstracciones”, de «los nominalismos declaracionistas (slogans) que son bellas frases pero no logran sostener la vida de nuestras comunidades»”.
El Papa rechazó el colonialismo ideológico globalizante que no respetan la identidad de los Pueblos. “Ustedes van por otro camino que es, al mismo tiempo, local y universal”, señaló.
“Un camino que me recuerda cómo Jesús pidió organizar a la multitud en grupos de cincuenta para repartir el pan”, dijo.
Los riesgos de los Movimientos entre política y corrupción 
Por último, advirtió a los Movimientos Sociales de los riesgos de la Corrupción y de la Política. Asimismo, destacó: “la corrupción, la soberbia, el exhibicionismo de los dirigentes aumenta el descreimiento colectivo, la sensación de desamparo y retroalimenta el mecanismo del miedo que sostiene este sistema inicuo”.
Sin embargo, les invitó a hacer política también. En este sentido, citó a Pablo VI, que decía que el más grande acto de misericordia es hacer política al servicio del bien común.
El segundo riesgo, les decía, “es dejarse corromper. Así como la política no es un asunto de los «políticos», la corrupción no es un vicio exclusivo de la política. Hay corrupción en la política, hay corrupción en las empresas, hay corrupción en los medios de comunicación, hay corrupción en las iglesias y también hay corrupción en las organizaciones sociales y los movimientos populares”.

El Texto completo del discurso del Papa:

En este nuestro tercer encuentro expresamos la misma sed, la sed de justicia, el mismo
clamor: tierra, techo y trabajo para todos.
Agradezco a los delegados, que han llegado desde las periferias urbanas, rurales y laborales
de los cinco continentes, de más de 60 paísesa debatir una vez más cómo defender estos derechos que nos convocan. Gracias a los Obispos que vinieron a acompañarlos. Gracias también a los miles de italianos y europeos que se han unido hoy al cierre de este Encuentro. Gracias a los observadores y jóvenes comprometidos con la vida pública que vinieron con humildad a escuchar y aprender. ¡Cuánta esperanza tengo en los jóvenes! Le agradezco también a Usted, Señor Cardenal Turkson, el trabajo que han hecho en el Dicasterio; y también quisiera mencionar el aporte del ex Presidente uruguayo José Mujica que está presente.
En nuestro último encuentro, en Bolivia, con mayoría de Latinoamericanos, hablamos de la necesidad de un cambio para que la vida sea digna, un cambio de estructuras; también de cómo ustedes, los movimientos populares, son sembradores de ese cambio, promotores de un proceso en el que confluyen millones de acciones grandes y pequeñas encadenadas creativamente, como en una poesía; por eso quise llamarlos “poetas sociales”; y también enumeramos algunas tareas imprescindibles para marchar hacia una alternativa humana frente a la globalización de la indiferencia: 1. poner la economía al servicio de los pueblos; 2. construir la paz y la justicia; 3. defender la Madre Tierra.
Ese día, en la voz de una cartonera y de un campesino, se dio lectura a las conclusiones, los diez puntos de Santa Cruz de la Sierra, donde la palabra cambio estaba preñada de gran contenido, estaba enlazada a cosas fundamentales que ustedes reivindican: trabajo digno para los excluidos del mercado laboral; tierra para los campesinos y pueblos originarios; vivienda para las familias sin techo; integración urbana para los barrios populares; erradicación de la discriminación, de la violencia contra la mujer y de las nuevas formas de esclavitud; el fin de todas las guerras, del crimen organizado y de la represión; libertad de expresión y comunicación democrática; ciencia y tecnología al servicio de los pueblos. Escuchamos también cómo se comprometían a abrazar un proyecto de vida que rechace el consumismo y recupere la solidaridad, el amor entre nosotros y el respeto a la naturaleza como valores esenciales. Es la felicidad de «vivir bien» lo que ustedes reclaman, la «vida buena», y no ese ideal egoísta que engañosamente invierte las palabras y propone la «buena vida».
Quienes hoy estamos aquí, con orígenes, creencias e ideas diversas, tal vez no estemos de acuerdo en todo, seguramente pensamos distinto en muchas cosas, pero coincidimos en esos puntos. Supe también de encuentros y talleres realizados en distintos países donde multiplicaron los
debates a la luz de la realidad de cada comunidad. Eso es muy importante porque las soluciones reales a las problemáticas actuales no van a salir de una, tres o mil conferencias: tienen que ser fruto de un discernimiento colectivo que madure en los territorios junto a los hermanos, un discernimiento que se convierte en acción transformadora «según los lugares, tiempos y personas» como diría san Ignacio. Si no, corremos el riesgo de las abstracciones, de «los nominalismos declaracionistas (slogans) que son bellas frases pero no logran sostener la vida de nuestras comunidades» (Carta al Presidente de la Pontificia Comisión Para América Latina, 19 de marzo de 2016). El colonialismo ideológico globalizante procura imponer recetas supraculturales que no respetan la identidad de los Pueblos. Ustedes van por otro camino que es, al mismo tiempo, local y universal. Un camino que me recuerda cómo Jesús pidió organizar a la multitud en grupos de cincuenta para repartir el pan (Cf. Homilía en la Solemnidad de Corpus Christi, Buenos Aires, 12 de junio de 2004).
Recién pudimos ver el video que han presentado a modo de conclusión de este tercer Encuentro. Vimos los rostros de ustedes en los debates sobre qué hacer frente a «la inequidad que engendra violencia». Tantas propuestas, tanta creatividad, tanta esperanza en la voz de ustedes que tal vez sean los que más motivos tienen para quejarse, quedar encerrados en los conflictos, caer en la tentación de lo negativo. Pero, sin embargo, miran hacia adelante, piensan, discuten, proponen y actúan. Los felicito, los acompaño, les pido que sigan abriendo caminos y luchando. Eso me da fuerza, nos da fuerza. Creo que este dialogo nuestro, que se suma al esfuerzo de tantos millones que trabajan cotidianamente por la justicia en todo el mundo, va echando raíces.
El terror y los muros
Sin embargo, esa germinación que es lenta, que tiene sus tiempos como toda gestación, está amenazada por la velocidad de un mecanismo destructivo que opera en el sentido contrario. Hay fuerzas poderosas que pueden neutralizar este proceso de maduración de un cambio que sea capaz de desplazar la primacía del dinero y coloque nuevamente en el centro al ser humano. Ese «hilo invisible» del que hablamos en Bolivia, esa estructura injusta que enlaza a todas las exclusiones que ustedes sufren, puede endurecerse y convertirse en un látigo, un látigo existencial que, como en el Egipto del Antiguo Testamento, esclaviza, roba la libertad, azota sin misericordia a unos y amenaza constantemente a otros, para arriar a todos como ganado hacia donde quiere el dinero divinizado.
¿Quién gobierna entonces? El dinero ¿Cómo gobierna? Con el látigo del miedo, de la inequidad, de la violencia económica, social, cultural y militar que engendra más y más violencia en una espiral descendente que parece no acabar jamás. ¡Cuánto dolor, cuánto miedo! Hay -lo dije hace poco-, hay un terrorismo de base que emana del control global del dinero sobre la tierra y atenta contra la humanidad entera. De ese terrorismo básico se alimentan los terrorismos derivados como el narcoterrorismo, el terrorismo de estado y lo que erróneamente algunos llaman terrorismo étnico o religioso. Ningún pueblo, ninguna religión es terrorista. Es cierto, hay pequeños grupos fundamentalistas en todos lados. Pero el terrorismo empieza cuando «has desechado la maravilla de la creación, el hombre y la mujer, y has puesto allí el dinero» (Conferencia de prensa en el Vuelo de Regreso del Viaje Apostólico a Polonia, 31 de julio de 2016). Ese sistema es terrorista.
Hace casi cien años, Pío XI preveía el crecimiento de una dictadura económica mundial que él llamó «imperialismo internacional del dinero» (Carta Enc. Quadragesimo Anno, 15 de mayo de 1931, 109). El aula en la que estamos ahora se llama “Paolo VI”, y fue Pablo VI quien denunció hace casi cincuenta año las «nueva forma abusiva de dictadura económica en el campo social, cultural e incluso político» (Carta Ap. Octogesima adveniens, 14 de mayo de 1971, 44). Son palabras duras pero justas de mis antecesores que avizoraron el futuro. La Iglesia y los profetas dijeron, hace milenios, lo que tanto escandaliza que repita el Papa en este tiempo cuando todo aquello alcanza expresiones inéditas. Toda la doctrina social de la Iglesia y el magisterio de mis antecesores se rebelan contra el ídolo-dinero que reina en lugar de servir, tiraniza y aterroriza a la humanidad.
Ninguna tiranía se sostiene sin explotar nuestros miedos. De ahí que toda tiranía sea terrorista. Y cuando ese terror, que se sembró en las periferias con masacres, saqueos, opresión e injusticia, explota en los centros con distintas formas de violencia, incluso con atentados odiosos y cobardes, los ciudadanos que aún conservan algunos derechos son tentados con la falsa seguridad de los muros físicos o sociales. Muros que encierran a unos y destierran a otros. Ciudadanos amurallados, aterrorizados, de un lado; excluidos, desterrados, más aterrorizados todavía, del otro. ¿Es esa la vida que nuestro Padre Dios quiere para sus hijos?
Al miedo se lo alimenta, se lo manipula… Porque el miedo, además de ser un buen negocio para los mercaderes de armas y de muerte, nos debilita, nos desequilibra, destruye nuestras defensas psicológicas y espirituales, nos anestesia frente al sufrimiento ajeno y al final nos hace crueles. Cuando escuchamos que se festeja la muerte de un joven que tal vez erró el camino, cuando vemos que se prefiere la guerra a la paz, cuando vemos que se generaliza la xenofobia, cuando constatamos que ganan terreno las propuestas intolerantes; detrás de esa crueldad que parece masificarse está el frío aliento del miedo. Les pido que recemos por todos los que tienen miedo, recemos para que Dios les dé el valor y que en este año de la misericordia podamos ablandar nuestros corazones. La misericordia no es fácil, no es fácil… requiere coraje. Por eso Jesús nos dice: «No tengan miedo» (Mt 14,27), pues la misericordia es el mejor antídoto contra el miedo. Es mucho mejor que los antidepresivos y los ansiolíticos. Mucho más eficaz que los muros, las rejas, las alarmas y las armas. Y es gratis: es un don de Dios.
Queridos hermanos y hermanas: todos los muros caen. No nos dejemos engañar. Como han dicho ustedes: «Sigamos trabajando para construir puentes entre los pueblos, puentes que nos permitan derribar los muros de la exclusión y la explotación» (Documento Conclusivo del II Encuentro Mundial de los Movimientos Populares, 11 de julio de 2015, Cruz de la Sierra, Bolivia). Enfrentemos el Terror con Amor.
El amor y los puentes
Un día como hoy, un sábado, Jesús hizo dos cosas que, nos dice el Evangelio, precipitaron la conspiración para matarlo. Pasaba con sus discípulos por un campo, un sembradío. Los discípulos tenían hambre y comieron las espigas. Nada se nos dice del «dueño» de aquel campo… subyacía el destino universal de los bienes. Lo cierto es que frente al hambre, Jesús priorizó la dignidad de los hijos de Dios sobre una interpretación formalista, acomodaticia e interesada de la norma. Cuando los doctores de la ley se quejaron con indignación hipócrita, Jesús les recordó que Dios quiere amor y no sacrificios, y les explicó que el sábado está hecho para el ser humano y no el ser humano para el sábado (cf. Mc 2,27). Enfrentó al pensamiento hipócrita y suficiente con la inteligencia humilde del corazón (cf. Homilía, I Congreso de Evangelización de la Cultura, Buenos Aires, 3 de noviembre de 2006), que prioriza siempre al ser humano y rechaza que determinadas lógicas obstruyan su libertad para vivir, amar y servir al prójimo.
Y después, ese mismo día, Jesús hizo algo «peor», algo que irritó aún más a los hipócritas y soberbios que lo estaban vigilando porque buscaban alguna excusa para atraparlo. Curó la mano atrofiada de un hombre. La mano, ese signo tan fuerte del obrar, del trabajo. Jesús le devolvió a ese hombre la capacidad de trabajar y con ello le devolvió la dignidad. Cuántas manos atrofiadas, cuantas personas privadas de la dignidad del trabajo, porque los hipócritas para defender sistemas injustos, se oponen a que sean sanadas. A veces pienso que cuando ustedes, los pobres organizados, se inventan su propio trabajo, creando una cooperativa, recuperando una fábrica quebrada, reciclando el descarte de la sociedad de consumo, enfrentando las inclemencias del tiempo para vender en una plaza, reclamando una parcela de tierra para cultivar y alimentar a los hambrientos, están imitando a Jesús porque buscan sanar, aunque sea un poquito, aunque sea precariamente, esa atrofia del sistema socioeconómico imperante que es el desempleo. No me extraña que a ustedes también a veces los vigilen o los persigan y tampoco me extraña que a los soberbios no les interese lo que ustedes digan.
Jesús, ese sábado, se jugó la vida porque después de sanar esa mano, fariseos y herodianos (cf. Mc 3,6), dos partidos enfrentados entre sí, que temían al pueblo y también al imperio, hicieron sus cálculos y se confabularon para matarlo. Sé que muchos de ustedes se juegan la vida. Sé que algunos no están hoy acá porque se jugaron la vida… pero no hay mayor amor que dar la vida. Eso nos enseña Jesús.
Las «3-T», ese grito de ustedes que hago mío, tiene algo de esa inteligencia humilde pero a la vez fuerte y sanadora. Un proyecto-puente de los pueblos frente al proyecto-muro del dinero. Un proyecto que apunta al desarrollo humano integral. Algunos saben que nuestro amigo el Cardenal Turkson preside ahora el Dicasterio que lleva ese nombre: Desarrollo Humano Integral. Lo contrario al desarrollo, podría decirse, es la atrofia, la parálisis. Tenemos que ayudar para que el mundo se sane de su atrofia moral. Este sistema atrofiado puede ofrecer ciertos implantes cosméticos que no son verdadero desarrollo: crecimiento económico, avances técnicos, mayor «eficiencia» para producir cosas que se compran, se usan y se tiran englobándonos a todos en una vertiginosa dinámica del descarte… pero no permite el desarrollo del ser humano en su integralidad, el desarrollo que no se reduce al consumo, que no se reduce al bienestar de pocos, que incluye a todos los pueblos y personas en la plenitud de su dignidad, disfrutando fraternalmente de la maravilla de la Creación. Ese es el desarrollo que necesitamos: humano, integral, respetuoso de la Creación.
Bancarrota y salvataje
Queridos hermanos, quiero compartir con ustedes algunas reflexiones sobre otros dos temas que, junto a las «3-T» y la ecología integral, fueron centrales en sus debates de los últimos días y son centrales en este tiempo histórico.
Sé que dedicaron una jornada al drama de los emigrantes, refugiados y desplazados. ¿Qué hacer frente a esta tragedia? En el Dicasterio que tiene a su cargo el Cardenal Turkson hay un departamento para la atención de estas situaciones. Decidí que, al menos por un tiempo, ese departamento dependa directamente del Pontífice, porque aquí hay una situación oprobiosa, que sólo puedo describir con una palabra que me salió espontáneamente en Lampedusa: vergüenza.
Allí, como también en Lesbos, pude sentir de cerca el sufrimiento de tantas familias expulsadas de su tierra por razones económicas o violencias de todo tipo, multitudes desterradas –lo he dicho frente a las autoridades de todo el mundo– como consecuencia de un sistema socioeconómico injusto y de conflictos bélicos que no buscaron, que no crearon quienes hoy padecen el doloroso desarraigo de su suelo patrio sino más bien muchos de aquellos que se niegan a recibirlos.
Hago mías las palabras de mi hermano el Arzobispo Jerónimo de Grecia: «Quien ve los ojos de los niños que encontramos en los campos de refugiados es capaz de reconocer de inmediato, en su totalidad, la “bancarrota” de la humanidad» (Discurso en el Campo de refugiados de Moria, Lesbos, 16 de abril de 2016) ¿Qué le pasa al mundo de hoy que, cuando se produce la bancarrota de un banco de inmediato aparecen sumas escandalosas para salvarlo, pero cuando se produce esta bancarrota de la humanidad no hay casi ni una milésima parte para salvar a esos hermanos que sufren tanto? Y así el Mediterráneo se ha convertido en un cementerio, y no sólo el Mediterráneo… tantos cementerios junto a los muros, muros manchados de sangre inocente.
El miedo endurece el corazón y se transforma en crueldad ciega que se niega a ver la sangre, el dolor, el rostro del otro. Lo dijo mi hermano el Patriarca Bartolomé: «Quien tiene miedo de vosotros no os ha mirado a los ojos. Quien tiene miedo de vosotros no ha visto vuestros rostros. Quien tiene miedo no ve a vuestros hijos. Olvida que la dignidad y la libertad trascienden el miedo y la división. Olvida que la migración no es un problema de Oriente Medio y del norte de África, de Europa y de Grecia. Es un problema del mundo» (Discurso en el Campo de refugiados de Moria, Lesbos, 16 de abril de 2016).
Es, en verdad, un problema del mundo. Nadie debería verse obligado a huir de su Patria. Pero el mal es doble cuando, frente a esas circunstancias terribles, el emigrante se ve arrojado a las garras de los traficantes de personas para cruzar las fronteras y es triple si al llegar a la tierra donde creyó que iba a encontrar un futuro mejor, se lo desprecia, se lo explota e incluso se lo esclaviza. Esto se puede ver en cualquier rincón de cientos de ciudades.
Les pido a ustedes que hagan todo lo que puedan y nunca se olviden que Jesús, María y José experimentaron también la condición dramática de los refugiados. Les pido que ejerciten esa solidaridad tan especial que existe entre los que han sufrido. Ustedes saben recuperar fábricas de las bancarrotas, reciclar lo que otros tiran, crear puestos de trabajo, labrar la tierra, construir viviendas, integrar barrios segregados y reclamar sin descanso como esa viuda del Evangelio que pide justicia insistentemente (cf. Lc 18,1-8). Tal vez con su ejemplo y su insistencia, algunos Estados y Organismos internacionales abran los ojos y adopten las medidas adecuadas para acoger e integrar plenamente a todos los que, por una u otra circunstancia, buscan refugio lejos de su hogar. Y también para enfrentar las causas profundas por las que miles de hombres, mujeres y niños son expulsados cada día de su tierra natal.
Dar el ejemplo y reclamar es una forma de meterse en política y eso me lleva al segundo eje que debatieron en su Encuentro: la relación entre pueblo y democracia. Una relación que debería ser natural y fluida pero que corre el peligro de desdibujarse hasta ser irreconocible. La brecha entre los pueblos y nuestras formas actuales de democracia se agranda cada vez más como consecuencia del enorme poder de los grupos económicos y mediáticos que parecieran dominarlas. Los movimientos populares, lo sé, no son partidos políticos y déjenme decirles que, en gran medida, en eso radica su riqueza, porque expresan una forma distinta, dinámica y vital de participación social en la vida pública. Pero no tengan miedo de meterse en las grandes discusiones, en Política con mayúscula y cito de nuevo a Pablo VI: «La política ofrece un camino serio y difícil―aunque no el único―para cumplir el deber grave que cristianos y cristianas tienen de servir a los demás» (Lett. Ap. Octogesima adveniens, 14 de mayo 1971, 46).
Quisiera señalar dos riesgos que giran en torno a la relación entre los movimientos populares y la política: el riesgo de dejarse encorsetar y el riesgo de dejarse corromper.
Primero, no dejarse encorsetar, porque algunos dicen: la cooperativa, el comedor, la huerta agroecológica, el microemprendimiento, el diseño de los planes asistenciales… hasta ahí está bien. Mientras se mantengan en el corsé de las «políticas sociales», mientras no cuestionen la política económica o la política con mayúscula, se los tolera. Esa idea de las políticas sociales concebidas como una política hacia los pobres pero nunca con los pobres, nunca de los pobres y mucho menos inserta en un proyecto que reunifique a los pueblos a veces me parece una especie de volquete maquillado para contener el descarte del sistema. Cuando ustedes, desde su arraigo a lo cercano, desde su realidad cotidiana, desde el barrio, desde el paraje, desde la organización del trabajo comunitario, desde las relaciones persona a persona, se atreven a cuestionar las «macrorelaciones», cuando chillan, cuando gritan, cuando pretenden señalarle al poder un planteo más integral, ahí ya no se los tolera tanto porque se están saliendo del corsé, se están metiendo en el terreno de las grandes decisiones que algunos pretenden monopolizar en pequeñas castas. Así la democracia se atrofia, se convierte en un nominalismo, una formalidad, pierde representatividad, se va desencarnando porque deja afuera al pueblo en su lucha cotidiana por la dignidad, en la construcción de su destino.
Ustedes, las organizaciones de los excluidos y tantas organizaciones de otros sectores de la sociedad, están llamados a revitalizar, a refundar las democracias que pasan por una verdadera crisis. No caigan en la tentación del corsé que los reduce a actores secundarios, o peor aún, a meros administradores de la miseria existente. En estos tiempos de parálisis, de desorientación y propuestas destructivas, la participación protagónica de los pueblos que buscan el bien común puede vencer, con la ayuda de Dios, a los falsos profetas que explotan el miedo y la desesperanza, que venden fórmulas mágicas de odio y crueldad o de un bienestar egoísta y una seguridad ilusoria.
Sabemos que «mientras no se resuelvan radicalmente los problemas de los pobres, renunciando a la autonomía absoluta de los mercados y de la especulación financiera y atacando las causas estructurales de la inequidad, no se resolverán los problemas del mundo y en definitiva ningún problema. La inequidad es raíz de los males sociales» (Exhort. ap. postsin. Evangelii gaudium, 202). Por eso, lo dije y lo repito: «El futuro de la humanidad no está únicamente en manos de los grandes dirigentes, las grandes potencias y las elites. Está fundamentalmente en manos de los pueblos, en su capacidad de organizarse y también en sus manos que riegan con humildad y convicción este proceso de cambio» (Discurso en el Segundo Encuentro mundial de los Movimientos Populares, Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, 9 de julio de 2015). La Iglesia también puede y debe, sin pretender el monopolio de la verdad, pronunciarse y actuar especialmente frente a «situaciones donde se tocan las llagas y el sufrimiento dramático, y en las cuales están implicados los valores, la ética, las ciencias sociales y la fe» (Discurso a la Cumbre de Jueces y Magistrados contra el Tráfico de Personas y el Crimen Organizado, Vaticano, 3 de junio de 2016).
El segundo riesgo, les decía, es dejarse corromper. Así como la política no es un asunto de los «políticos», la corrupción no es un vicio exclusivo de la política. Hay corrupción en la política, hay corrupción en las empresas, hay corrupción en los medios de comunicación, hay corrupción en las iglesias y también hay corrupción en las organizaciones sociales y los movimientos populares. Es justo decir que hay una corrupción naturalizada en algunos ámbitos de la vida económica, en particular la actividad financiera, y que tiene menos prensa que la corrupción directamente ligada al ámbito político y social. Es justo decir que muchas veces se manipulan los casos de corrupción con malas intenciones. Pero también es justo aclarar que quienes han optado por una vida de servicio tienen una obligación adicional que se suma a la honestidad con la que cualquier persona debe actuar en la vida. La vara es más alta: hay que vivir la vocación de servir con un fuerte sentido de austeridad y humildad. Esto vale para los políticos pero también vale para los dirigentes sociales y para nosotros, los pastores.
A cualquier persona que tenga demasiado apego por las cosas materiales o por el espejo, a quien le gusta el dinero, los banquetes exuberantes, las mansiones suntuosas, los trajes refinados, los autos de lujo, le aconsejaría que se fije qué está pasando en su corazón y rece para que Dios lo libere de estas ataduras. Pero, parafraseando al ex Presidente latinoamericano que está por acá, el que tenga afición por todas esas cosas, por favor, que no se meta en política, que no se meta en una organización social o en un movimiento popular, porque va a hacer mucho daño a sí mismo y al prójimo y va a manchar la noble causa que enarbola.
Frente a la tentación de la corrupción, no hay mejor antídoto que la austeridad; y practicar la austeridad es, además, predicar con el ejemplo. Les pido que no subestimen el valor del ejemplo porque tiene más fuerza que mil palabras, que mil volantes, que mil likes, que mil retweets, que mil videos de youtube. El ejemplo de una vida austera al servicio del prójimo es la mejor forma de promover el bien común y el proyecto-puente de las 3-T. Les pido a los dirigentes que no se cansen de practicar la austeridad y les pido a todos que exijan a los dirigentes esa austeridad, la cual –por otra parte– los hará muy felices.
Queridos hermanas y hermanos,
la corrupción, la soberbia, el exhibicionismo de los dirigentes aumenta el descreimiento colectivo, la sensación de desamparo y retroalimenta el mecanismo del miedo que sostiene este sistema inicuo.
Quisiera, para finalizar, pedirles que sigan enfrentando el miedo con una vida de servicio, solidaridad y humildad en favor de los pueblos y en especial de los que más sufren. Se van a equivocar muchas veces, todos nos equivocamos, pero si perseveramos en este camino, más temprano que tarde, vamos a ver los frutos. E insisto, contra el terror, el mejor antídoto es el amor. El amor todo lo cura. Algunos saben que después del Sínodo de la familia escribí Amoris Laetitia, un documento sobre el amor en la familia de cada uno, pero también en esa otra familia que es el barrio, la comunidad, el pueblo, la humanidad. Uno de ustedes me pidió distribuir un cuadernillo que contiene un fragmento del capítulo cuarto de ese documento. Creo que se los van a entregar a la salida. Va entonces con mi bendición. Allí hay algunos «consejos útiles» para practicar el más importante de los mandamientos de Jesús.
En Amoris Laetitia cito a un fallecido dirigente afroamericano, Martin Luther King, el cual volvía a optar por el amor fraterno aun en medio de las peores persecuciones y humillaciones. Quiero recordarlo hoy con ustedes: «Cuando te elevas al nivel del amor, de su gran belleza y poder, lo único que buscas derrotar es los sistemas malignos. A las personas atrapadas en ese sistema, las amas, pero tratas de derrotar ese sistema […] Odio por odio sólo intensifica la existencia del odio y del mal en el universo. Si yo te golpeo y tú me golpeas, y te devuelvo el golpe y tú me lo devuelves, y así sucesivamente, es evidente que se llega hasta el infinito. Simplemente nunca termina. En algún lugar, alguien debe tener un poco de sentido, y esa es la persona fuerte. La persona fuerte es la persona que puede romper la cadena del odio, la cadena del mal» (n. 118; Sermón en la iglesia Bautista de la Avenida Dexter, Montgomery, Alabama, 17 de noviembre de 1957).
Les agradezco nuevamente su presencia. Les agradezco su trabajo. Quiero pedirle a nuestro Padre Dios que los acompañe y los bendiga, que los colme de su amor y los defienda en el camino dándoles abundantemente esa fuerza que nos mantiene en pie y nos da coraje para romper la cadena del odio: esa fuerza es la esperanza. Les pido por favor que recen por mí y los que no pueden rezar, ya saben, piénsenme bien y mándenme buena onda. Gracias.

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