sábado, 18 de febrero de 2017

¡EL AMOR A LOS ENEMIGOS!


Comentario VII domingo del tiempo ordinario, Ciclo "A" 

“Han oído ustedes que se les dijo: “Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo”; pero yo les digo: “amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian y oren por los que les persiguen y calumnian”. Sean perfectos como mi PADRE.

He aquí la máxima “actitud Cristiana”. Vencer al mal con el bien, no pagar con la misma moneda; nada de ojo por ojo ni diente por diente. Digámosle NO a la venganza y derribemos las barreras (muros) que han levantado el odio, la exclusión y la violencia. Imitemos el ejemplo de Mahatma GANDHI y de Martin Luther King, que lucharon en contra de las injusticias sociales con la fuerza de la Verdad y el Espíritu de la NO VIOLENCIA ACTIVA; ellos pudieron rechazar el mal con la fuerza del bien y del AMOR. Es su Fuerza MORAL la que derrotó a sus enemigos y como Cristo, dieron su vida por esa causa. No podemos quedarnos indiferentes ante el mal; tenemos que luchar contra el de forma “pacífica” (no pacifista); organizándonos y de forma “ACTIVA” alzar nuestra voz profética para dar testimonio de Paz y Justicia. Recordemos que la PAZ VERDADERA ES FRUTO DE LA JUSTICIA, LA VERDAD Y EL PERDÓN.

Venezuela necesita nuestro testimonio. En el libro del levítico se nos recuerda: ¡Sean Santos como Dios es Santo!; mas Jesús nos dice: ¡Sean MISERICORDIOSOS como mi PADRE es Misericordioso!; así serán verdaderamente SANTOS como EL. Nuestra PATRIA necesita en éstos momentos Misericordia más que venganza, Justicia más que impunidad, organización y participación en vez de tanta indiferencia y anarquía para combatir tanta CORRUPCIÓN. Que nos mueva el amor a la PATRIA y a los “pobres de esta tierra”; no permitamos que se les engañe y traicione; ellos son el Templo de Dios, los tesoros más apreciables de nuestra iglesia. Basta ya de “quejaderas inútiles” y salgamos de nuestras apatías e indiferencias y así haremos que “nuestros enemigos se conviertan en amigos y aliados” con la fuerza del AMOR que lo puede todo. Amen

Pbro. Pablo Urquiaga.



jueves, 16 de febrero de 2017

Mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma 2017


VATICANO, 07 Feb. 17 / 06:16 am (ACI).- El Mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma 2017 lleva por título “La Palabra es un don. El otro es un don”.
En él, el Santo Padre habla del pasaje sobre Lázaro y el rico; y señala que “la Cuaresma es el tiempo propicio para renovarse en el encuentro con Cristo vivo en su Palabra, en los sacramentos y en el prójimo. El Señor 'que en los cuarenta días que pasó en el desierto venció los engaños del Tentador' nos muestra el camino a seguir”.
A continuación, el texto completo del mensaje:
Queridos hermanos y hermanas:
La Cuaresma es un nuevo comienzo, un camino que nos lleva a un destino seguro: la Pascua de Resurrección, la victoria de Cristo sobre la muerte. Y en este tiempo recibimos siempre una fuerte llamada a la conversión: el cristiano está llamado a volver a Dios «de todo corazón» (Jl 2,12), a no contentarse con una vida mediocre, sino a crecer en la amistad con el Señor.
Jesús es el amigo fiel que nunca nos abandona, porque incluso cuando pecamos espera pacientemente que volvamos a él y, con esta espera, manifiesta su voluntad de perdonar (cf. Homilía, 8 enero 2016).
La Cuaresma es un tiempo propicio para intensificar la vida del espíritu a través de los medios santos que la Iglesia nos ofrece: el ayuno, la oración y la limosna. En la base de todo está la Palabra de Dios, que en este tiempo se nos invita a escuchar y a meditar con mayor frecuencia. En concreto, quisiera centrarme aquí en la parábola del hombre rico y el pobre Lázaro (cf. Lc 16,19- 31).
Dejémonos guiar por este relato tan significativo, que nos da la clave para entender cómo hemos de comportarnos para alcanzar la verdadera felicidad y la vida eterna, exhortándonos a una sincera conversión.
1. El otro es un don
La parábola comienza presentando a los dos personajes principales, pero el pobre es el que viene descrito con más detalle: él se encuentra en una situación desesperada y no tiene fuerza ni para levantarse, está echado a la puerta del rico y come las migajas que caen de su mesa, tiene llagas por todo el cuerpo y los perros vienen a lamérselas (cf. vv. 20-21). El cuadro es sombrío, y el hombre degradado y humillado.
La escena resulta aún más dramática si consideramos que el pobre se llama Lázaro: un nombre repleto de promesas, que significa literalmente «Dios ayuda». Este no es un personaje anónimo, tiene rasgos precisos y se presenta como alguien con una historia personal.
Mientras que para el rico es como si fuera invisible, para nosotros es alguien conocido y casi familiar, tiene un rostro; y, como tal, es un don, un tesoro de valor incalculable, un ser querido, amado, recordado por Dios, aunque su condición concreta sea la de un desecho humano (cf. Homilía, 8 enero 2016).
Lázaro nos enseña que el otro es un don. La justa relación con las personas consiste en reconocer con gratitud su valor. Incluso el pobre en la puerta del rico, no es una carga molesta, sino una llamada a convertirse y a cambiar de vida.
La primera invitación que nos hace esta parábola es la de abrir la puerta de nuestro corazón al otro, porque cada persona es un don, sea vecino nuestro o un pobre desconocido. La Cuaresma es un tiempo propicio para abrir la puerta a cualquier necesitado y reconocer en él o en ella el rostro de Cristo.
Cada uno de nosotros los encontramos en nuestro camino. Cada vida que encontramos es un don y merece acogida, respeto y amor. La Palabra de Dios nos ayuda a abrir los ojos para acoger la vida y amarla, sobre todo cuando es débil. Pero para hacer esto hay que tomar en serio también lo que el Evangelio nos revela acerca del hombre rico.
2.   El pecado nos ciega
La parábola es despiadada al mostrar las contradicciones en las que se encuentra el rico (cf. v. 19). Este personaje, al contrario que el pobre Lázaro, no tiene un nombre, se le califica sólo como «rico». Su opulencia se manifiesta en la ropa que viste, de un lujo exagerado.
La púrpura, en efecto, era muy valiosa, más que la plata y el oro, y por eso estaba reservada a las divinidades (cf. Jr 10,9) y a los reyes (cf. Jc 8,26). La tela era de un lino especial que contribuía a dar al aspecto un carácter casi sagrado.
Por tanto, la riqueza de este hombre es excesiva, también porque la exhibía de manera habitual todos los días: «Banqueteaba espléndidamente cada día» (v. 19). En él se vislumbra de forma patente la corrupción del pecado, que se realiza en tres momentos sucesivos: el amor al dinero, la vanidad y la soberbia (cf. Homilía, 20 septiembre 2013).
El apóstol Pablo dice que «la codicia es la raíz de todos los males» (1 Tm 6,10). Esta es la causa principal de la corrupción y fuente de envidias, pleitos y recelos.
El dinero puede llegar a dominarnos hasta convertirse en un ídolo tiránico (cf. Exh. ap. Evangelii gaudium, 55). En lugar de ser un instrumento a nuestro servicio para hacer el bien y ejercer la solidaridad con los demás, el dinero puede someternos, a nosotros y a todo el mundo, a una lógica egoísta que no deja lugar al amor e impide la paz.
La parábola nos muestra cómo la codicia del rico lo hace vanidoso. Su personalidad se desarrolla en la apariencia, en hacer ver a los demás lo que él se puede permitir.
Pero la apariencia esconde un vacío interior. Su vida está prisionera de la exterioridad, de la dimensión más superficial y efímera de la existencia (cf. ibíd., 62).
El peldaño más bajo de esta decadencia moral es la soberbia. El hombre rico se viste como si fuera un rey, simula las maneras de un dios, olvidando que es simplemente un mortal.
Para el hombre corrompido por el amor a las riquezas, no existe otra cosa que el propio yo, y por eso las personas que están a su alrededor no merecen su atención. El fruto del apego al dinero es una especie de ceguera: el rico no ve al pobre hambriento, llagado y postrado en su humillación
Cuando miramos a este personaje, se entiende por qué el Evangelio condena con tanta claridad el amor al dinero: «Nadie puede estar al servicio de dos amos. Porque despreciará a uno y querrá al otro; o, al contrario, se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero» (Mt 6,24).
3.   La Palabra es un don
El Evangelio del rico y el pobre Lázaro nos ayuda a prepararnos bien para la Pascua que se acerca. La liturgia del Miércoles de Ceniza nos invita a vivir una experiencia semejante a la que el rico ha vivido de manera muy dramática.
El sacerdote, mientras impone la ceniza en la cabeza, dice las siguientes palabras: «Acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás». El rico y el pobre, en efecto, mueren, y la parte principal de la parábola se desarrolla en el más allá. Los dos personajes descubren de repente que «sin nada vinimos al mundo, y sin nada nos iremos de él» (1 Tm 6,7).
También nuestra mirada se dirige al más allá, donde el rico mantiene un diálogo con Abraham, al que llama «padre» (Lc 16,24.27), demostrando que pertenece al pueblo de Dios.
Este aspecto hace que su vida sea todavía más contradictoria, ya que hasta ahora no se había dicho nada de su relación con Dios. En efecto, en su vida no había lugar para Dios, siendo él mismo su único dios.
El rico sólo reconoce a Lázaro en medio de los tormentos de la otra vida, y quiere que sea el pobre quien le alivie su sufrimiento con un poco de agua.
Los gestos que se piden a Lázaro son semejantes a los que el rico hubiera tenido que hacer y nunca realizó. Abraham, sin embargo, le explica: «Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces» (v. 25). En el más allá se restablece una cierta equidad y los males de la vida se equilibran con los bienes.
La parábola se prolonga, y de esta manera su mensaje se dirige a todos los cristianos. En efecto, el rico, cuyos hermanos todavía viven, pide a Abraham que les envíe a Lázaro para advertirles; pero Abraham le responde: «Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen» (v. 29). Y, frente a la objeción del rico, añade: «Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto» (v. 31).
De esta manera se descubre el verdadero problema del rico: la raíz de sus males está en no prestar oído a la Palabra de Dios; esto es lo que le llevó a no amar ya a Dios y por tanto a despreciar al prójimo.
La Palabra de Dios es una fuerza viva, capaz de suscitar la conversión del corazón de los hombres y orientar nuevamente a Dios. Cerrar el corazón al don de Dios que habla tiene como efecto cerrar el corazón al don del hermano.
Queridos hermanos y hermanas, la Cuaresma es el tiempo propicio para renovarse en el encuentro con Cristo vivo en su Palabra, en los sacramentos y en el prójimo. El Señor "que en los cuarenta días que pasó en el desierto venció los engaños del Tentador" nos muestra el camino a seguir.
Que el Espíritu Santo nos guie a realizar un verdadero camino de conversión, para redescubrir el don de la Palabra de Dios, ser purificados del pecado que nos ciega y servir a Cristo presente en los hermanos necesitados.
Animo a todos los fieles a que manifiesten también esta renovación espiritual participando en las campañas de Cuaresma que muchas organizaciones de la Iglesia promueven en distintas partes del mundo para que aumente la cultura del encuentro en la única familia humana.
Oremos unos por otros para que, participando de la victoria de Cristo, sepamos abrir nuestras puertas a los débiles y a los pobres. Entonces viviremos y daremos un testimonio pleno de la alegría de la Pascua.
Vaticano, 18 de octubre de 2016
Fiesta de San Lucas Evangelista
FRANCISCO

El Video del Papa Febrero - Acoger a los necesitados



Febrero 2017. El Video del Papa. El Papa nos recuerda que en nuestro mundo hay muchas personas que viven agobiadas, en situación de pobreza, son refugiados o están marginados por la sociedad. Pidamos por ellos con Francisco para que encuentren en nuestras comunidades la acogida y el apoyo que necesitan.

“Vivimos en ciudades que construyen torres, centros comerciales, hacen negocios inmobiliarios… pero abandonan a una parte de sí en las márgenes, las periferias.

Son muchos los que tienen que luchar para vivir. Y a menudo, para vivir con poca dignidad.

Como consecuencia de esta situación, grandes masas de la población se ven excluidas, se ven marginadas: sin trabajo, sin horizontes, sin salida.

No los abandones. Pide conmigo por aquellos que están agobiados, especialmente los pobres, los refugiados y los marginados, para que encuentren acogida y apoyo en nuestras comunidades.”





Por la Red Mundial de Oración del Papa (Apostolado de la Oración - http://www.oraciondelpapa.net).

sábado, 11 de febrero de 2017

¡LA NUEVA LEY DE CRISTO¡


Comentario VI domingo del tiempo ordinario, Ciclo "A" 

“No matarás”, dice la “ley antigua”; pero Jesús nos dice: “todo el que injurie, calumnie, desprecie o insulte a su hermano es un homicida y tendrá que comparecer ante el tribunal supremo”.
“No adulterarás”; pero yo les digo: “quien mire con malos deseos a una mujer, ya cometió adulterio con ella en su corazón”. También se les dijo: “El que se divorcia de su esposa debe darle un certificado; pero yo les digo: “ El que se divorcia de su mujer, excepto en caso de fornicación, la pone en peligro de cometer adulterio y el que se casa con la divorciada también comete adulterio”.
“No jurarás en falso”; pero yo les digo: “No juren de ninguna manera ni por cualquier motivo; que tú “sí” sea SI y tú “no” sea NO, pues lo que se diga demás viene del maligno.
De ésta NUEVA LEY se deducen algunas características:
Una Ley de LIBERTAD: Ley que Libera y no ata ni oprime.
Una Ley de ALIANZA: Es un “PACTO DE AMOR” con DIOS.
Una Ley de VERDAD Y JUSTICIA. Y no de “mentiras e hipocresías, ni de injusticias”
Una Ley de VIDA Y SALVACIÓN. Y no de muerte y condenación.
Una Ley de IGUALDAD Y EQUIDAD: Al SERVICIO del ser humano, que toma en cuenta las circunstancias en que se encuentra cada cual en particular.
Una LEY COMUNITARIA: Que busca siempre el Bien Común por encima del bien particular o individual.
Hermanos(as) rijámonos de ahora en adelante por la NUEVA LEY y no por la antigua. Amen

Pbro. Pablo Urquiaga.
Imagen de Cerezo Barredo



sábado, 4 de febrero de 2017

¿Cómo hacer frente a la “economía del descarte”? El Papa propone este modelo económico


VATICANO, 04 Feb. 17 / 08:01 am (ACI).- La empresa, el desarrollo económico, no están reñidos con el desarrollo de la sociedad, con la construcción de un mundo más justo en el que todos participen de los beneficios y el desarrollo del progreso económico. El Papa Francisco apostó, de este modo, por el modelo de Economía de Comunión frente a otros modelos económicos que descartan a los más débiles.
Así lo dijo el Santo Padre en la audiencia que concedió, en el Aula Pablo VI del Vaticano, a los participantes en el encuentro “Economía de Comunión”, promovido por el Movimiento de los Focolares y que se está desarrollando en Castelgandolfo, Roma, del 1 al 5 de febrero.
El Pontífice reconoció que se trata de un proyecto del cual está desde hace tiempo “sinceramente interesado”.
La Economía de Comunión, impulsada por la fallecida fundadora del Movimiento de los Focolares, Chiara Lubich, desde 1991, es un movimiento internacional que reúne a empresarios, empresas, asociaciones, instituciones económicas, trabajadores, dirigentes, pobres, consumidores, ahorradores, investigadores, actores económicos, ciudadanos y familias.
La columna vertebral de la Economía de Comunión está representada por empresas y organizaciones productivas comprometidas con la erradicación de la pobreza y la injusticia social, con el objetivo de contribuir a la construcción de una economía y de una sociedad de comunión.
El Santo Padre destacó en su discurso que Economía y Comunión son “dos palabras que la cultura actual mantiene totalmente separadas y que, incluso, considera opuestas. Dos palabras que, sin embargo, ustedes han unido, recogiendo de ese modo la invitación que hace veinticinco años realizó Chiara Lubich, en Brasil, cuando, ante el escándalo de la desigualdad en la ciudad de Sao Paulo, pidió a los empresarios convertirse en agentes de comunión”.
Francisco subrayó que Chiara Lubich “inició una profunda transformación del modo de vivir la empresa. La empresa no sólo no tiene por qué destruir la comunión entre las personas, sino que incluso puede edificarla y promoverla”.
En su reflexión sobre la Economía de Comunión, el Papa se centró en tres aspectos: el dinero, la pobreza y el futuro.
No idolatrar el dinero
El Papa Francisco advirtió de la tentación de idolatrar el dinero, de convertirlo en una deidad en la que el afán por conseguir más beneficios económicos se convierte en un sustitutivo de la vida eterna. Para evitarlo, señaló, “es muy importante que en el centro de la economía de comunión se encuentre la comunión de sus bienes”.
Francisco recordó que “muchas veces he hablado del dinero como un ídolo”, y señaló que “no se puede entender el Reino que ha traído Jesús si no se libera de los ídolos, uno de los más potentes es el dinero”.
El Papa precisó que “el dinero es importante, sobre todo cuando no hay y dependemos de él para tener comida, poder enviar a los hijos a la escuela y garantizar su futuro”.
“Sin embargo, el dinero se convierte en ídolo cuando lo convertimos en un fin. La avaricia, que no por casualidad es uno de los pecados capitales, es un pecado de idolatría”, advirtió.
“Cuando el capitalismo hace de la búsqueda de beneficios su único fin, se convierte en una estructura idolátrica, en una forma de culto. La ‘diosa fortuna’ es, cada vez más, la nueva deidad de un determinado sistema de finanzas, y de todo ese sistema de juegos de azar que está destruyendo a millones de familias en todo el mundo y que ustedes, de forma justa, contrarrestan”.
Por el contrario, “la mejor forma y más específica de evitar hacer del dinero un ídolo es compartirlo con los demás, sobre todo con los pobres, o utilizarlo para ayudar a los jóvenes a estudiar y encontrar trabajo, venciendo la tentación idolátrica con la comunión”.
La pobreza
El Obispo de Roma criticó “ese capitalismo que produce descartados. El principal problema ético de este capitalismo es que produce descartados que luego trata de ocultar, tratar de hacer que no se vean”.
El Pontífice lamentó además la hipocresía de la sociedad actual: “los aviones que contaminan la atmósfera luego dedican una pequeña parte de lo recaudado en la venta de billetes en plantar árboles para compensar el daño causado. Las empresas del azar financian campañas para el tratamiento de jugadores con las patologías que ellos han ayudado a generar”.
“El día que las compañías de armas financien hospitales para tratar a niños mutilados por sus bombas, el sistema habrá alcanzado su culmen”, criticó.
“Si la Economía de Comunión quiere ser fiel a su carisma, no solo debe cuidar a las víctimas, sino que debe contribuir a construir un sistema en el que las víctimas sean cada vez menos. Mientras la economía siga produciendo víctimas y mientras haya una sola persona descartada, la comunión no se habrá implementado y la fiesta de la fraternidad universal no será plena”.
Por ello, el Papa exhortó a imitar al buen samaritano del Evangelio, aunque ello “no es suficiente”, hay que ir más allá y “cambiar las reglas del juego del sistema económico-social”.
“Un empresario que es solo buen samaritano, cumple con la mitad de su deber: sana a la víctima de hoy, pero no reduce el número de víctimas de mañana. Para la comunión, es necesario imitar al Padre misericordioso de la parábola del hijo pródigo y recibir en casa al hijo, al trabajador y al colaborador que se han equivocado, y abrazarlos y hacer una fiesta por ellos”.
El futuro de la Economía de Comunión
“La comunión y la empresa pueden convivir y crecer juntos”, aseguró el Santo Padre. “La Economía de Comunión tendrá futuro si la entregamos a todos y no se queda solo dentro de su casa”, indicó a los responsables del Movimiento de los Focolares.
“Llévenla a todos, y en primer lugar a los pobres y a los jóvenes que están necesitados. Necesitados, en primer lugar, de su espíritu, de su fraternidad respetuosa y humilde, de sus ganas de vivir, y no solo de su dinero”.
Francisco advirtió que la filantropía “es simplemente donar una parte de los beneficios, sin abrazar, sin tocar a las personas que reciben esos beneficios”.
“Por el contrario, también solo cinco panes y dos peces –en referencia al milagro de la multiplicación realizado por Jesús– pueden alimentar a toda una multitud si se comparten junto con toda nuestra vida”, aseguró.
Cortesía de https://www.aciprensa.com

¡Cristo es la Luz del Mundo!


Comentario IV domingo del tiempo ordinario, Ciclo "A" 

Somos en Cristo LUZ DEL MUNDO Y SAL DE LA TIERRA. Luz para los que viven en tinieblas y en sombras de muerte. El profeta Isaías enumera algunas de las “obras” que irradian esa LUZ: “Abrir las prisiones injustas; hacer saltar los grilletes; liberar a los oprimidos; compartir el pan con el hambriento, vestir la desnudo y sacies la necesidad del humillado”. Así Tú resplandecerás en medio de la oscuridad.
Nosotros como Cristianos debemos ser esas “lámparas”; esas “antorchas” que iluminen este mundo de tinieblas y de injusticias; antorchas que irradian el “fuego purificador” del Espíritu de Dios. tenemos que ser “SAL”. La “sal” tiene dos propiedades esenciales:
Preservar los alimentos de la corrupción.
Dar “sabor” a los alimentos o mejor dicho; hacer que los alimentos “sepan”.
El discípulo de Cristo tiene que ser “agente activo” en contra de la “corrupción” de cualquier tipo (social, política, económica o cultural). Al respecto Jesús nos dice: “buena es la sal pero si ésta se desvirtúa (corrompe) y se vuelve “insípida”, ya no sirve para nada; se tira para que la gente la pisotee.
Somos testigos de la Luz de Cristo dando “testimonio” con nuestras propias vidas de honestidad, justicia, verdad; reconciliadores y agentes de PAZ; siendo compasivos y misericordiosos como nuestro PADRE DIOS. Así seremos sus verdaderos discípulos y solidarios con su proyecto del Reino en nuestra tierra siempre apoyados con el poder de su Santo Espíritu. Amén
                                                                                                         Pbro. Pablo Urquiaga.
Imagen de Cerezo Barredo