sábado, 4 de febrero de 2017

¡Cristo es la Luz del Mundo!


Comentario IV domingo del tiempo ordinario, Ciclo "A" 

Somos en Cristo LUZ DEL MUNDO Y SAL DE LA TIERRA. Luz para los que viven en tinieblas y en sombras de muerte. El profeta Isaías enumera algunas de las “obras” que irradian esa LUZ: “Abrir las prisiones injustas; hacer saltar los grilletes; liberar a los oprimidos; compartir el pan con el hambriento, vestir la desnudo y sacies la necesidad del humillado”. Así Tú resplandecerás en medio de la oscuridad.
Nosotros como Cristianos debemos ser esas “lámparas”; esas “antorchas” que iluminen este mundo de tinieblas y de injusticias; antorchas que irradian el “fuego purificador” del Espíritu de Dios. tenemos que ser “SAL”. La “sal” tiene dos propiedades esenciales:
Preservar los alimentos de la corrupción.
Dar “sabor” a los alimentos o mejor dicho; hacer que los alimentos “sepan”.
El discípulo de Cristo tiene que ser “agente activo” en contra de la “corrupción” de cualquier tipo (social, política, económica o cultural). Al respecto Jesús nos dice: “buena es la sal pero si ésta se desvirtúa (corrompe) y se vuelve “insípida”, ya no sirve para nada; se tira para que la gente la pisotee.
Somos testigos de la Luz de Cristo dando “testimonio” con nuestras propias vidas de honestidad, justicia, verdad; reconciliadores y agentes de PAZ; siendo compasivos y misericordiosos como nuestro PADRE DIOS. Así seremos sus verdaderos discípulos y solidarios con su proyecto del Reino en nuestra tierra siempre apoyados con el poder de su Santo Espíritu. Amén
                                                                                                         Pbro. Pablo Urquiaga.
Imagen de Cerezo Barredo

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