lunes, 10 de abril de 2017

¡CUANDO EL ENEMIGO NOS ATACA!


¿Qué debemos hacer? Lo primero, ORAR POR ELLOS y nunca desearle mal a pesar de que nos hayan destruido todos nuestros bienes materiales; lo que debemos evitar es que nos dañen nuestra PAZ ESPIRITUAL que es más importante que todo lo perdido.

Esta mañana me dieron la triste noticia de que el “enemigo” nos había atacado y producido mucho “daño material”. Ya en otra ocasión nos destruyó todo nuestro sistema eléctrico del cual todavía no nos hemos podido recuperar por falta de recursos; ahora el golpe fue total. Todos nuestros equipos de sonido, que habíamos adquirido con mucho esfuerzo y que cuidábamos con tanto esmero; nos lo arrebataron de un solo golpe. Cables, micrófonos, cornetas, instrumentos musicales, equipos de sonido y otros instrumentos que necesitábamos, sobre todo en esta semana, nos lo robaron y desmantelaron, dejándonos desprovisto de esos recursos para seguir sirviendo espiritualmente a nuestro pueblo. Enseguida el Señor nos respondió con la generosidad de algunos feligreses que enseguida ofrecieron sus propios equipos y micrófonos para que pudiéramos seguir sirviendo en estos días tan importantes para nuestra Iglesia. Gloria a Dios.



Cuando el enemigo ataca, debemos cerrar filas y fortalecernos con nuestra UNIDAD y SOLIDARIDAD; muchos de nuestros miembros activos; sobre todo los jóvenes, se hicieron presentes para ayudar a restaurar nuestro Centro parroquial que quedó destruido, todas las puertas y cerraduras violadas, la sacristía y las vestiduras litúrgicas por el suelo; la oficina parroquial deshecha; las gavetas abiertas y todo el material de oficina, libros, documentos regados por el suelo. La verdad es que se “ensañaron con nosotros de forma satánica”. En menos de dos horas todo quedó restaurado; algunos comerciantes nos donaron cerraduras y llaves, un plomero nos ayudó a reparar las puertas principales de nuestro Templo y ya Gracias a Dios y a la colaboración de muchos, estamos listos para abrir de nuevo nuestro Centro parroquial y continuar nuestros servicios religiosos a nuestro amado Pueblo.

Nos ha atacado el enemigo pero hemos sabido responderle como Jesús nos enseñó. No debemos desear a los que nos han dañado pues más dañado quedaron ellos al hacer lo que hicieron. Decimos con Jesús en la cruz: “Padre, perdónales porque no saben lo que hicieron”; ten misericordia de ellos y tócale sus corazones en estos días santos para que se conviertan y vuelvan su corazón a ti; eso nos basta aunque no recuperemos lo perdido pues habrá valido la pena si ellos te encuentran y se arrepienten. Te los encomendamos a tu infinita Misericordia y te damos gracias porque lo que necesitamos para seguirte sirviendo sabemos que nos los proporcionarás en abundancia. A ti sea la Gloria. Amen 

                                                                                                                         Pbro. Pablo Urquiaga.

Palabras de Pablo Urquiaga Párroco de la Resurrección del Señor.

El Papa en Domingo de Ramos: Jesús no es un profeta “new age” sino el Mesías verdadero


VATICANO, 09 Abr. 17 / 04:42 am (ACI).- En este Domingo de Ramos, o Domingo de Pasión, el Papa Francisco alentó a los fieles a llevar la cruz con paciencia y no rechazarla, y recordó que Jesús “no es un iluso que siembra falsas ilusiones” o “un profeta ‘new age’” que vende humo; sino el Mesías verdadero.
“Para seguir fielmente a Jesús, pedimos la gracia de hacerlo no de palabra sino con los hechos, y de llevar nuestra cruz con paciencia, de no rechazarla, ni deshacerse de ella, sino que, mirándolo a Él, aceptémosla y llevémosla día a día”.
En la Misa celebrada en la Plaza de San Pedro, en el Vaticano, el Pontífice recordó que Jesús “nunca prometió honores y triunfos. Los Evangelios son muy claros. Siempre advirtió a sus amigos que el camino era ese, y que la victoria final pasaría a través de la pasión y de la cruz”. “Él lo dijo claramente a sus discípulos: ‘Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga’”.
La Celebración comenzó con la entrada en procesión, portando ramos y palmas, en la Plaza de San Pedro.
Tras la procesión, el Papa procedió a bendecir los ramos. Se recuerda así la acogida que el pueblo de Jerusalén otorgó a Jesucristo cuando realizó su entrada triunfal en la ciudad santa. En aquella ocasión, una multitud recibió al Señor portando hojas de palma y aclamándole al grito de “Hossana”, grito de júbilo de profundo significado mesiánico.
Antes de comenzar la procesión, se leyó el fragmento del Evangelio de San Mateo en el que se narra la entrada de Jesús en Jerusalén desde el Monte de los Olivos sobre una borrica que nadie había montado nunca. El Pontífice destacó “el entusiasmo de los discípulos, que acompañan al Maestro con aclamaciones festivas”.
“Podemos imaginarnos con razón cómo los muchachos y jóvenes de la ciudad se dejaron contagiar de este ambiente, uniéndose al cortejo con sus gritos. Jesús mismo ve en esta alegre bienvenida una fuerza irresistible querida por Dios, y a los fariseos escandalizados les responde: ‘Os digo que, si estos callan, gritarán las piedras’”.
El Obispo de Roma señaló que “esta celebración tiene como un doble sabor, dulce y amargo, es alegre y dolorosa, porque en ella celebramos la entrada del Señor en Jerusalén, aclamado por sus discípulos como rey, al mismo tiempo que se proclama solemnemente el relato del evangelio sobre su pasión”.
“Por eso nuestro corazón siente ese doloroso contraste y experimenta en cierta medida lo que Jesús sintió en su corazón en ese día, el día en que se regocijó con sus amigos y lloró sobre Jerusalén”.
Francisco insistió en que Jesús “no es un iluso que siembra falsas ilusiones, un profeta ‘new age’, un vendedor de humo, todo lo contrario: es un Mesías bien definido, con la fisonomía concreta del siervo, el siervo de Dios y del hombre que va a la pasión; es el gran Paciente del dolor humano”.
“Al mismo tiempo que también nosotros festejamos a nuestro Rey –continuó el Santo Padre–, pensamos en el sufrimiento que Él tendrá que sufrir en esta Semana. Pensamos en las calumnias, los ultrajes, los engaños, las traiciones, el abandono, el juicio inicuo, los golpes, los azotes, la corona de espinas..., y en definitiva al via crucis, hasta la crucifixión”.
En este sentido, el Papa explicó que Jesús “no nos pide que lo contemplemos sólo en los cuadros o en las fotografías, o incluso en los vídeos que circulan por la red. No. Él está presente en muchos de nuestros hermanos y hermanas que hoy, hoy sufren como Él, sufren a causa de un trabajo esclavo, sufren por los dramas familiares, por las enfermedades... Sufren a causa de la guerra y el terrorismo, por culpa de los intereses que mueven las armas y dañan con ellas”.
“Hombres y mujeres engañados, pisoteados en su dignidad, descartados.... Jesús está en ellos, en cada uno de ellos, y con ese rostro desfigurado, con esa voz rota pide que se le mire, que se le reconozca, que se le ame”.
El Papa invitó a reflexionar sobre ese Jesús en la cruz, el mismo Jesús que unos días antes había entrado triunfante en Jerusalén. “No es otro Jesús: es el mismo que entró en Jerusalén en medio de un ondear de ramos de palmas y de olivos. Es el mismo que fue clavado en la cruz y murió entre dos malhechores. No tenemos otro Señor fuera de Él: Jesús, humilde Rey de justicia, de misericordia y de paz”.
Finalmente, el Papa Francisco hizo una referencia a la Jornada Mundial de la Juventud que se celebra este fin de semana a nivel diocesano.
Por Miguel Pérez Pichel
Cortesía de https://www.aciprensa.com


domingo, 2 de abril de 2017

Cronograma Semana Santa 2017


La Parroquia la Resurrección del Señor invita a participar activamente de esta Semana Santa. Que podamos siguiendo los pasos de Jesús, morir a nuestro viejo ser y resucitar a una nueva vida amando y sirviendo a nuestros hermanos.     

"Yo soy la resurrección y la vida. Quien cree en mí, aunque muera, vivirá;  y quien vive y cree en mí no morirá para siempre". Jn 11, 25-26                                                   

sábado, 1 de abril de 2017

¡YO SOY LA RESURRECCIÓN Y LA VIDA!


Comentario V domingo del tiempo de cuaresma, Ciclo "A" 

La Resurrección de Lázaro es una “señal” de nuestra propia Resurrección. “Si creemos en Cristo y amamos a nuestros hermanos, ya hemos pasado de la muerte a la vida” y aunque nuestro cuerpo muera, nosotros seguiremos viviendo pues Dios PADRE nos dará un “nuevo cuerpo Espiritual” (I Cor. 15, 35ss). Dios es un “Dios de vivos y no de muertos”. Jesús tiene el poder para darnos “vida eterna” a los que crean en Él y esa vida se mantiene en nosotros a través de su Santo Espíritu.


Nos dice el apóstol Pablo (2da. Lectura) que el “hombre carnal se guía por criterios mundanos de autosuficiencia (soberbia) y de pasionalidad; por eso está destinado a la muerte (ROM. 8,13); sin embargo, el hombre espiritual se deja guiar por el Espíritu de Dios que lleva a la Vida Eterna. Cuando nos apartamos del Espíritu que da vida, nos secamos como los “huesos secos” (1ra. Lectura) y se cumple en nosotros la profecía de Ezequiel: El Espíritu nos sacará de nuestras “tumbas” y pondrá sobre nosotros de nuevo “aliento de vida” y reviviremos y empezaremos a vivir la vida nueva que no se acaba más.

Así le pasó a nuestro hermano Lázaro (Evangelio) que por el poder del Espíritu Santo fue sacado de su tumba después de su muerte; no al final de los tiempos como lo creía Marta sino por el poder de la Fe en Cristo Jesús: “Él es la Resurrección y la vida y el que cree aunque haya muerto vivirá y el que viva creyendo en Él no morirá para siempre”. ¿Crees esto? Basta que creas y verás la gloria de Dios. Y para que ellas creyeran, dirigiéndose al muerto le dijo: Lázaro, sal afuera. Y el muerto salió de su tumba y Jesús mandó que lo desataran del poder de la muerte y lo dejarán en libertad de irse.

Nosotros hoy somos esos “huesos secos” metidos en nuestras tumbas de nuestra indiferencia, flojeras, egoísmos y miserias mundanas; necesitamos como Lázaro oír la voz del Señor que nos dice: Salgan de sus tumbas pueblo mío, vuelvan a la vida y comiencen a caminar para que en ustedes se pueda ver la Gloria de nuestro Dios. Amén
Pbro. Pablo Urquiaga.
Imagen de Cerezo Barredo