sábado, 1 de abril de 2017

¡YO SOY LA RESURRECCIÓN Y LA VIDA!


Comentario V domingo del tiempo de cuaresma, Ciclo "A" 

La Resurrección de Lázaro es una “señal” de nuestra propia Resurrección. “Si creemos en Cristo y amamos a nuestros hermanos, ya hemos pasado de la muerte a la vida” y aunque nuestro cuerpo muera, nosotros seguiremos viviendo pues Dios PADRE nos dará un “nuevo cuerpo Espiritual” (I Cor. 15, 35ss). Dios es un “Dios de vivos y no de muertos”. Jesús tiene el poder para darnos “vida eterna” a los que crean en Él y esa vida se mantiene en nosotros a través de su Santo Espíritu.


Nos dice el apóstol Pablo (2da. Lectura) que el “hombre carnal se guía por criterios mundanos de autosuficiencia (soberbia) y de pasionalidad; por eso está destinado a la muerte (ROM. 8,13); sin embargo, el hombre espiritual se deja guiar por el Espíritu de Dios que lleva a la Vida Eterna. Cuando nos apartamos del Espíritu que da vida, nos secamos como los “huesos secos” (1ra. Lectura) y se cumple en nosotros la profecía de Ezequiel: El Espíritu nos sacará de nuestras “tumbas” y pondrá sobre nosotros de nuevo “aliento de vida” y reviviremos y empezaremos a vivir la vida nueva que no se acaba más.

Así le pasó a nuestro hermano Lázaro (Evangelio) que por el poder del Espíritu Santo fue sacado de su tumba después de su muerte; no al final de los tiempos como lo creía Marta sino por el poder de la Fe en Cristo Jesús: “Él es la Resurrección y la vida y el que cree aunque haya muerto vivirá y el que viva creyendo en Él no morirá para siempre”. ¿Crees esto? Basta que creas y verás la gloria de Dios. Y para que ellas creyeran, dirigiéndose al muerto le dijo: Lázaro, sal afuera. Y el muerto salió de su tumba y Jesús mandó que lo desataran del poder de la muerte y lo dejarán en libertad de irse.

Nosotros hoy somos esos “huesos secos” metidos en nuestras tumbas de nuestra indiferencia, flojeras, egoísmos y miserias mundanas; necesitamos como Lázaro oír la voz del Señor que nos dice: Salgan de sus tumbas pueblo mío, vuelvan a la vida y comiencen a caminar para que en ustedes se pueda ver la Gloria de nuestro Dios. Amén
Pbro. Pablo Urquiaga.
Imagen de Cerezo Barredo






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