¿Qué debemos hacer?
Lo primero, ORAR POR ELLOS y nunca
desearle mal a pesar de que nos hayan destruido todos nuestros bienes
materiales; lo que debemos evitar es que nos dañen nuestra PAZ ESPIRITUAL que es más importante que todo lo perdido.
Esta mañana me dieron la triste noticia de que el “enemigo”
nos había atacado y producido mucho “daño material”. Ya en otra ocasión nos
destruyó todo nuestro sistema eléctrico del cual todavía no nos hemos podido
recuperar por falta de recursos; ahora el golpe fue total. Todos nuestros
equipos de sonido, que habíamos adquirido con mucho esfuerzo y que cuidábamos
con tanto esmero; nos lo arrebataron de un solo golpe. Cables, micrófonos,
cornetas, instrumentos musicales, equipos de sonido y otros instrumentos que
necesitábamos, sobre todo en esta semana, nos lo robaron y desmantelaron,
dejándonos desprovisto de esos recursos para seguir sirviendo espiritualmente a
nuestro pueblo. Enseguida el Señor nos respondió con la generosidad de algunos
feligreses que enseguida ofrecieron sus propios equipos y micrófonos para que
pudiéramos seguir sirviendo en estos días tan importantes para nuestra Iglesia.
Gloria a Dios.
Cuando el enemigo ataca, debemos cerrar filas y fortalecernos
con nuestra UNIDAD y SOLIDARIDAD; muchos de nuestros miembros activos; sobre
todo los jóvenes, se hicieron presentes para ayudar a restaurar nuestro Centro
parroquial que quedó destruido, todas las puertas y cerraduras violadas, la
sacristía y las vestiduras litúrgicas por el suelo; la oficina parroquial
deshecha; las gavetas abiertas y todo el material de oficina, libros,
documentos regados por el suelo. La verdad es que se “ensañaron con nosotros de
forma satánica”. En menos de dos horas todo quedó restaurado; algunos
comerciantes nos donaron cerraduras y llaves, un plomero nos ayudó a reparar
las puertas principales de nuestro Templo y ya Gracias a Dios y a la
colaboración de muchos, estamos listos para abrir de nuevo nuestro Centro
parroquial y continuar nuestros servicios religiosos a nuestro amado Pueblo.
Nos ha atacado el enemigo pero hemos sabido responderle como
Jesús nos enseñó. No debemos desear a los que nos han dañado pues más dañado
quedaron ellos al hacer lo que hicieron. Decimos con Jesús en la cruz: “Padre,
perdónales porque no saben lo que hicieron”; ten misericordia de ellos y tócale
sus corazones en estos días santos para que se conviertan y vuelvan su corazón
a ti; eso nos basta aunque no recuperemos lo perdido pues habrá valido la pena
si ellos te encuentran y se arrepienten. Te los encomendamos a tu infinita
Misericordia y te damos gracias porque lo que necesitamos para seguirte
sirviendo sabemos que nos los proporcionarás en abundancia. A ti sea la Gloria.
Amen
Pbro. Pablo Urquiaga.
Palabras de Pablo Urquiaga Párroco de la Resurrección del Señor.
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