Comentario domingo 30° Tiempo ordinario, ciclo "B"
¿Quién era Bartimeo? Un mendigo pobre, ciego y marginado; tirado al borde del camino a la salida de Jericó. Lo único que tenía sano era su “voz”, que al parecer era bien fuerte. Al enterarse de que Jesús pasaba, comenzó a gritar; era su gran oportunidad y no la iba a perder. Su gran FE le decía que si Jesús lo alcanzaba a oír, lo podría liberar de su mal.
La gente, en vez de ayudar al ciego, lo mandó a callar. Muchas veces a nosotros nos pasa lo mismo y en vez de acercar a los necesitados a Jesús, lo que hacemos es alejarlos. A pesar de eso Bartimeo no cayó sino que seguía gritando más fuerte: ¡Hijo de David” ten compasión de mí”! Pudo con su gran Fe vencer los obstáculos que se presentaban y logró su objetivo. Muchos marginados se quedan “al borde del camino” y a veces no gritan porque les da “pena” y sabemos que la pena es “miedo tragado” y este miedo se convierte en la peor “ceguera”, el mayor obstáculo. Se cumple el popular refrán: “niño que no llora, no mama”.
Jesús lo oyó y se detuvo (Jesús siempre escucha al que le clama) y fue a su encuentro diciéndole: ¿Qué quieres que haga por ti? Bartimeo fue SABIO, no le pidió “limosnas” sino que lo librara de aquello que lo había convertido en limosnero; es decir en mendigo. Jesús no le dio limosnas sino que lo liberó de aquello que no le permitía realizarse como hijo de Dios que era. ¿Cuántos ciegos andan por nuestros caminos pidiendo limosnas; no solo ciegos físicos sino espirituales, y siguen ciegos y mendigo por el resto de sus vidas. Jesús nos da una gran lección, la CARIDAD, más que limosna, es promoción humana. Liberemos a nuestros ciegos de su ceguera para que salgan de su mendicidad y como Bartimeo se conviertan en seguidores de Cristo. Amén
Pbro. Pablo Urquiaga.
Muy bien dicho felicidades
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