Comentario domingo IV Domingo de Cuaresma Ciclo B
“Yo soy la Luz del mundo, el que me sigue no camina en tinieblas sino que tendrá la Luz de la Vida” (Jn. 8,12). “La condenación consiste en que la Luz vino al mundo y los hombres prefirieron las tinieblas y rechazaron la Luz porque sus obras eran malas” (Jn. 3, 19)
Dios no condena a nadie; nosotros mismos nos condenamos al rechazarlo a EL, prefiriendo vivir en las tinieblas de nuestros pecados e ignorancias. Así le pasó al pueblo de Israel que nos narra hoy el libro de las Crónicas (1ra. Lectura). Dios les mandó PROFETAS (mensajeros) a los líderes religiosos y políticos para que dejaran el mal camino y volvieran a ser fieles al Dios que les había liberado pero ellos no hicieron caso. Ellos se debilitaron y en eso apareció el enemigo (Los Caldeos) y arrasaron con el reino de Judá, destruyeron el templo y muchos fueron llevados como esclavos a Babilonia. Después de 70 años, terminando el tiempo de su “purificación”; los que se mantuvieron fieles a los mandatos de su Dios pudieron regresar a Jerusalén y restaurarlo.
Así también a nosotros nos está pasando lo mismo; preferimos seguir viviendo en las “tinieblas de la corrupción”, del matraqueo y de la explotación del “pobre por el pobre” (bachaquerismo), sufriendo las consecuencias de nuestros propios pecados: el hambre, la escases. La “hiperinflación” y la deportación (emigración) de la Patria. La desolación.
La CUARESMA es tiempo de CONVERSIÓN, de volver nuestra mirada a la LUZ DE CRISTO y contemplar su inmenso AMOR manifestado en la CRUZ DEL CALVARIO. “Tanto amó DIOS al mundo que envió a su Hijo único para que todo el que crea en el no perezca sino que tenga Vida Eterna” (Jn. 3,18). Él ha venido también para que aquellos que no pueden ver, VEAN y para los que dicen “ver”, se queden ciegos. (Jn. 9,39)
Pbro. Pablo Urquiaga.
Imagen de Cerezo Barredo
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