lunes, 30 de julio de 2018

Francisco: "No podemos permanecer indiferentes ante el grito de tantos hermanos y hermanas que pasan hambre en el mundo"


"CRISTO EXIGE UN COMPROMISO EN FAVOR DE LOS POBRES, LOS DÉBILES, LOS ÚLTIMOS Y LOS INDEFENSOS"

"El amor de Dios por la humanidad hambrienta de pan, de libertad, de justicia y de paz nunca decae"
(Jesús Bastante).- "¿Qué se hace en casa con la comida que sobra? ¿Se tira? No". El Papa Francisco utilizó el Evangelio de hoy, donde se relata la multiplicación de los panes y los peces, para recordar que "no podemos permanecer indiferentes ante el grito de tantos hermanos y hermanas que pasan hambre en todo el mundo".
"El anuncio de Cristo, pan de vida eterna, exige un compromiso generoso de solidaridad en favor de los pobres, los débiles, los últimos y los indefensos", clamó Bergoglio, quien puso como ejemplo al joven que, viendo a la multitud, ofreció lo poco que tenía a Jesús, sus cinco panes. "Un chico valiente, que nos hace pensar a todos, con coraje", insistió el Papa. "Los jóvenes son así, tienen valor. Tenemos que ayudarlos para que sigan adelante, valientes".
El milagro viene de esa generosidad, de la que "todos comen hasta saciarse". "La compasión de ese joven le llevó a ofrecer lo que tenía" como haría Jesús. "Jesús está atento a las necesidades de las personas. La gente tiene hambre y Jesús implica a sus discípulos para que su hambre sea saciada" subrayó Francisco.
"Jesús ha ofrecido su salvación, su vida, pero también se ha ocupado de la comida para el cuerpo", recordó, incidiendo en que "nosotros no podemos hacer como quien no quiere la cosa", porque "solo escuchando las más sencillas peticiones de la gente y poniéndose junto a sus concretas situaciones existenciales, podremos ser escuchados cuando hablemos de valores superiores".
Porque lo más relevante del Evangelio es que "el amor de Dios por la humanidad hambrienta de pan, de libertad, de justicia y de paz nunca decae". Porque "Jesús sigue dando de comer hoy, y lo hace a través de nosotros. El Evangelio nos invita a estar disponibles, como aquel muchacho que tiene cinco panes y dos peces y los da".
"No podemos permanecer como espectadores indiferentes y tranquilos. El anuncio de Cristo, pan de vida eterna, exige un compromiso generoso de solidaridad en favor de los pobres, los débiles, los últimos y los indefensos", clamó el Papa, quien también recordó cómo, al final del relato, Jesús pidió a sus discípulos que recogieran los pedazos sobrantes, "para que nada se desperdicie".
"Aquí pienso en la gente que tiene hambre, y en cuánta comida que sobra y nosotros tiramos", señaló el Papa, que preguntó a los fieles. "Cada uno de nosotros debe pensar en la comida que sobra, en el almuerzo, en la cena... ¿dónde va? En mi casa, ¿qué se hace con la comida que sobra? ¿Se tira? no".
"Si tú tienes esta costumbre, habla con tus abuelos, que han vivido un periodo posterior a la guerra. No tiren nunca la comida que sobra: se prepara o se da, pero jamás se tira el pan que sobra. Es un consejo y un examen de conciencia. ¿Qué se hace en casa con la comida que sobra?", subrayó el Papa, quien pidió "que en el mundo prevalezcan los programas destinados a la alimentación, el desarrollo y la solidaridad, y no los dedicados al armamento y la guerra".
Tras el rezo del Angelus, Francisco recordó que mañana se celebra la Jornada Mundial contra la Trata de Personas, "una plaga que reduce a la esclavitud a muchos hombres, mujeres y niños, con el fin de la explotación laboral y sexual, el comercio de órganos, la mendicidad y la delincuencia forzada".
"También aquí, en Roma, también las rutas migratorias son utilizadas por los traficantes y explotadores para reclutar a nuevas víctimas", denunció. Por ello, "es responsabilidad de todos denunciar las injusticias y luchar con firmeza contra este crimen vergonzoso".


Cortesía de http://www.periodistadigital.com

sábado, 28 de julio de 2018

"Si hay hambre en el mundo, no es por escasez de alimentos, sino por falta de solidaridad"


EL EVANGELIO DE LOS PANES Y LOS PECES

Reflexión dominical de José Antonio Pagola
17º Domingo del Tiempo Ordinario 
Jn 6, 1-15

De todos los hechos realizados por Jesús durante su actividad profética, el más recordado por las primeras comunidades cristianas fue seguramente una comida multitudinaria organizada por él en medio del campo, en las cercanías del lago de Galilea. Es el único episodio recogido en todos los evangelios.

El contenido del relato es de una gran riqueza. Siguiendo su costumbre, el evangelio de Juan no lo llama «milagro», sino «signo». Con ello nos invita a no quedarnos en los hechos que se narran, sino a descubrir desde la fe un sentido más profundo.

Jesús ocupa el lugar central. Nadie le pide que intervenga. Es él mismo quien intuye el hambre de aquella gente y plantea la necesidad de alimentarla. Es conmovedor saber que Jesús no solo alimentaba a la gente con la Buena Noticia de Dios, sino que le preocupaba también el hambre de sus hijos.

¿Cómo alimentar en medio del campo a una muchedumbre? Los discípulos no encuentran ninguna solución. Felipe dice que no se puede pensar en comprar pan, pues no tienen dinero. Andrés piensa que se podría compartir lo que hay, pero solo un muchacho tiene cinco panes y un par de peces. ¿Qué es eso para tantos?

Para Jesús es suficiente. Ese joven sin nombre ni rostro va hacer posible lo que parece imposible. Su disponibilidad para compartir todo lo que tiene es el camino para alimentar a aquellas gentes. Jesús hará lo demás. Toma en sus manos los panes del joven, da gracias a Dios y comienza a «distribuirlos» entre todos.

La escena es fascinante. Una muchedumbre, sentada sobre la hierba verde del campo, compartiendo una comida gratuita un día de primavera. No es un banquete de ricos. No hay vino ni carne. Es la comida sencilla de la gente que vive junto al lago: pan de cebada y pescado en salazón. Una comida fraterna servida por Jesús a todos gracias al gesto generoso de un joven.

Esta comida compartida era para los primeros cristianos un símbolo atractivo de la comunidad nacida de Jesús para construir una humanidad nueva y fraterna. Les evocaba al mismo tiempo la eucaristía que celebraban el día del Señor para alimentarse del espíritu y la fuerza de Jesús: el Pan vivo venido de Dios.

Pero nunca olvidaron el gesto del joven. Si hay hambre en el mundo, no es por escasez de alimentos, sino por falta de solidaridad. Hay pan para todos, falta generosidad para compartirlo. Hemos dejado la marcha del mundo en manos de un poder económico inhumano, nos da miedo compartir lo que tenemos, y la gente se muere de hambre por nuestro egoísmo irracional.

José Antonio Pagola
Imagen de Cerezo Barredo 

miércoles, 25 de julio de 2018

¡DERRIBANDO MUROS Y CONSTRUYENDO PUENTES!


Acabo de regresar del primer encuentro con nuestro nuevo “administrador apostólico” de la Arquidiócesis de Caracas. Se trata de un “Caraqueño de pura cepa”; quien estudió en el Seminario Santa Rosa de Lima y después de nombrado Obispo auxiliar de Caracas, fiel colaborador del Arzobispo José Ali Lebrun; fue nombrado Obispo de Mérida por muchos años. Después de haber sido nombrado “cardenal” por nuestro hermano FRANCISCO; éste le pidió que se encargara de la Arquidiócesis.

Nuestro HERMANO BALTAZAR nos manifestó que es “amigo cercano” del papa Francisco y que comparte sus inquietudes por las reformas llevadas a cabo por él de promover una IGLESIA POST CONCILIAR, activa, misionera, participativa y protagónica, cristo céntrica y Misionera; Iglesia en salida, fuera de las sacristías, en las calles e injertada en la sociedad donde vivimos; donde la CARIDAD se convierta en promoción humana y no solo en limosnas; donde se forme en “valores” y se rompan los muros que hasta ahora nos han separado; sin venganzas ni odios; sin enfrentamientos para ser Pastor de todos.

Inspirado por los consejos de su padre y por el testimonio de los papas PABLO VI Y FRANCISCO nos dijo usando una frase de San Agustín: “Para ustedes soy Obispo, entre ustedes soy un Cristiano”, un Hermano. Eso me impactó; Dios quiera que mis hermanos Ministros sacerdotes lo comprendieran y lo trataran como “hermano” y dejáramos de una vez esos “títulos honoríficos” de la iglesia “pre conciliar romana” como son: “Ilustrísima excelencia, eminencia, reverencia, monseñores y otras “dignidades” que nos alejan de ellos y no permite que los tratemos como ellos quieren que los llamemos: HERMANOS. Yo creo que así nos sentiremos con más CONFIANZA y al mismo tiempo con más RESPETO  Y CONSIDERACIÓN sabiendo que son seres humanos como nosotros que necesitan de nuestra colaboración sincera y amiga; sin miedo de ningún tipo para que no se sientan solos en su “trono” pues son nuestros SERVIDORES como nosotros somos servidores de Cristo para toda la iglesia. De esta forma lograremos que el “presbiterio” sea una verdadera FRATERNIDAD y no un encuentro de “funcionarios” de la Iglesia.

Inspirado por el obispo Arias blanco, me impresionó su “visión ECUMÉNICA” (Igual A LA DE FRANCISCO); no “individualista” sino COMUNITARIA, abierta a todos; pendiente de los “carismas” de cada para que cada uno cumpla con la Misión que Dios le encarga al SERVICIO de su Iglesia; “rompiendo muros y construyendo puentes”. Lo percibí humilde y sencillo; respetuoso de las capacidades de cada cual y abierto a nuestras sugerencias y aportes que le ayuden a cumplir con la tarea difícil que Francisco le ha encomendado. Nos dijo también que deberíamos ser más “positivos” ya que la siembra que habíamos realizado durante todos estos años había dado fruto. Nos ponía el ejemplo de los venezolanos que habían emigrado a Chile y los obispos le dijeron que estos habían colaborado a reanimar la pastoral en las distintas parroquias. No debemos ser “profetas de la calamidad” pues había lugares en peores condiciones que las nuestras; al menos tenemos todavía una arepita para desayunar cuando hay tantos seres humanos que mueren de hambre fuera de Venezuela. Nos invitó a no “claudicarni abandonar el rebaño (ni huir) en estas condiciones difíciles en la cual vivimos.

A nivel Pastoral nos recomendó atender las “prioridades”; buscar la RECONCILIACIÓN; ELIMINAR LOS “PREJUICIOS” que nos separan con MISERICORDIA pero diciendo siempre la VERDAD (sin hipocresías) con AMOR. “Hay que reformar la CATEQUESIS”; no podemos seguir dando la catequesis como hace 50 años, ni la teología de antes; articular los carismas de cada cual; aceptar a TODOS sin excluir a nadie. Dios quiera que los encargados de nuestro Seminario comprendan la necesidad de que los futuros pastores (presbíteros) de nuestra iglesia) sean formados en estos parámetros POST CONCILIARES (de Medellín y Puebla) y sigan la línea de la “IGLESIA LATINOAMERICANA”.

Otra cosa que me agradó oírle decir es que nosotros debemos servir, no en lo que nos “guste” sino donde nos necesiten. No necesitamos “dinero” sino CRISTIANOS COMPROMETIDOS que nosotros debemos formar y darle participación al LAICO en la porción de la Iglesia que nos ha tocado SERVIR, junto con ellos, al Pueblo de Dios. Injertémonos en medio de la gente como TESTIGOS del Reino ejerciendo nuestro Servicio de una forma más humilde y sencilla. Evangelicemos la religiosidad del Pueblo con una pastoral de conjunto.

La Verdad es que Baltazar me dio muy buena impresión y a pesar de tener algunas apreciaciones distintas a la de él en el campo “político”; sin embargo, en el campo PASTORAL coincido plenamente con él ya que llevo muchos años, para la GLORIA DE DIOS, trabajando por una IGLESIA POST CONCILIAR, PARTICIPATIVA Y PROTAGÓNICA donde se le respete a los LAICOS su Misión de compromiso y sentido de pertenencia en la IGLESIA, ya que ellos son el “PUEBLO AMADO DE DIOS, NACIÓN CONSAGRADA Y SACERDOTES AL SERVICIO DEL REY (1 Pd. 2,9-10). Necesitamos promover entre nosotros un DIALOGO SINCERO, sin miedos ni complejos pues no tenemos que pensar exactamente igual pero si “decir lo que pensamos sin hipocresías” (sin doble cara); tener la confianza de que todos podemos equivocarnos y rectificar; como el mismo Baltazar nos decía cuando nos hablaba de la experiencia del desierto, que aunque dura, no podemos volver la vista atrás sino seguir adelante buscando la “TIERRA PROMETIDA”.

Bienvenido HERMANO BALTAZAR a nuestra “Tribu Caraqueña” que siempre ha sido la tuya; a trabajar junto contigo en la renovación de nuestra IGLESIA PARTICULAR unidos al ministerio que el SEÑOR le ha encomendado a nuestro HERMANO FRANCISCO y oremos por aquellos que no lo han entendido aun ; lo rechazan y lo persiguen. 

Pbro. Pablo Urquiaga.

martes, 24 de julio de 2018

La teología de la prosperidad conduce a un "Evangelio diferente"

ENSAYO DEL JESUITA SPADARO Y DEL EVANGÉLICO FIGUEROA EN LA CIVILTÁ CATTÓLICA

"El peligro transformar a Dios en un poder a nuestro servicio, a la Iglesia en un supermercado de la fe"



(Antonio Spadaro S.I. - Marcelo Figueroa, en la Civiltá cattolica).- «Teología de la prosperidad»: tal es el nombre más conocido y descriptivo de una corriente teológica neopentecostal evangélica. El núcleo de esta «teología» es la convicción de que Dios quiere que sus fieles tengan una vida próspera, es decir, que sean económicamente ricos, físicamente sanos e individualmente felices. Este tipo de cristianismo coloca el bienestar del creyente en el centro de la oración y transforma a su Creador en aquel que hace realidad sus pensamientos y deseos.
El peligro de esta forma de antropocentrismo religioso, que pone en el centro al hombre y su bienestar, es el de transformar a Dios en un poder a nuestro servicio, a la Iglesia en un supermercado de la fe, y la religión en un fenómeno utilitarista y eminentemente sensacionalista y pragmático.
Como veremos más adelante, esta imagen de prosperidad y bienestar hace referencia al denominado american dream, al «sueño estadounidense». No se identifica con él, sino con una interpretación reductiva suya. En sí, este «sueño» es la visión de una tierra y de una sociedad entendidas como un lugar de oportunidades abiertas. Históricamente fue la motivación que impulsó a lo largo de los siglos a muchos emigrantes económicos a dejar su propia tierra y a ir a los Estados Unidos para conseguir un lugar en el que su trabajo produjese resultados inalcanzables en su «viejo mundo».
La «teología de la prosperidad» parte de esta visión, pero la traduce mecánicamente en términos religiosos como si la opulencia y el bienestar fuesen el verdadero signo de la predilección divina a «conquistar» mágicamente con la fe. Esta «teología» fue difundida en todo el mundo durante décadas -gracias a gigantescas campañas mediáticas- por movimientos y ministros evangélicos, especialmente los neocarismáticos.
Cortesía de http://www.periodistadigital.com


La revista aprobada por el Vaticano calificó la “teología de la prosperidad” de seudoteología sujeta peligrosamente al sueño americano y a la política del presidente Donald Trump, en su segunda crítica severa a los evangélicos estadounidenses en mismo número de años.
Dos asesores del papa Francisco en materia de comunicaciones _un jesuita italiano y un pastor protestante argentino_ escribieron el artículo “Teología de la prosperidad. El peligro de un evangelio distinto” para la edición de la revista jesuita La Civilta Cattolica, publicada el miércoles.
En el artículo, los autores observan que la “teología de la prosperidad” y su creencia de que Dios quiere que sus seguidores sean ricos y sanos se ha extendido por el mundo, sobre todo en América Latina y Asia, gracias al uso eficaz de la televisión y los medios por parte de sus carismáticos promotores.
Pero destacan sus orígenes en Estados Unidos, su base ideológica en el Sueño Americano, y dicen que su visión de la fe es contraria a las verdaderas enseñanzas cristianas y al énfasis que pone el papa Francisco en los pobres, la justicia social y la salvación.
“Verdaderamente, uno de los graves problemas que trae consigo la ‘teología de la prosperidad’ es su perverso efecto en la gente pobre”, escriben los autores, Antonio Spadaro y Marcelo Figueroa.
“En efecto, no solamente exacerba el individualismo y anula el sentimiento de solidaridad, sino que impulsa a las personas a tener una actitud milagrera, para la cual la prosperidad solo puede procurarse por la fe, y no por el compromiso social y político”.
Si bien la “teología de la prosperidad” goza de gran popularidad, muchos cristianos la consideran una herejía. Los ministros de esta fe suelen presentar su propia riqueza como prueba de la eficacia de su magisterio.
En su campaña, Trump destacó su trayectoria como empresario inmobiliario adinerado, y la predicadora de la “teología de la prosperidad” Paula White está en su círculo de asesores. Ella y otro predicador de este evangelio, el obispo Wayne T. Jackson, estuvieron entre los jerarcas religiosos elegidos para orar en su juramentación.
El artículo en Civilta Cattolica dice que el “evangelio de la prosperidad” está claramente al servicio del modelo político-económico estadounidense, sobre todo bajo Trump, y de la idea de la “excepcionalidad estadounidense”, y que Estados Unidos ha “crecido bajo la bendición del Dios providente del movimiento evangélico”.
Cita el discurso de Trump en su juramentación, donde en unas pocas frases mezcló a “Dios, el ejército y el sueño estadounidense”.
El artículo menciona a varios conocidos teleevangelistas y pastores de megaiglesias como Oral Roberts, Pat Robertson y Joel Osteen, y denuncia cómo han acrecentado su propia riqueza y popularidad gracias a una “seudoteología” que subvierte la Biblia.
Cortesía de https://www.panorama.com.ve/m

Jorge Costadoat, sj: "¿Por qué no puede haber cenas eucarísticas sin sacerdote?"



"HAY LAICOS QUE NO SOPORTAN MÁS EL MODO EN QUE LOS CURAS CELEBRAN LA LITURGIA"

"Tenemos una institución bien organizada y estructurada, pero alejada y distante del Evangelio"

(Jorge Costadoat, sj).- Imaginemos que entra en la humanidad un virus letal que mata a la tercera parte de los seres humanos y, por una razón desconocida, mueren todos los sacerdotes, todos los obispos y el Papa. El desastre eclesial que se produce es mayor. Los cristianos se encuentran completamente desorientados. Una vez que vuelve la calma, sin embargo, surge la necesidad de continuar juntos. He aquí que en distintas partes del planeta en que la Iglesia aún está presente, surge la misma pregunta: "¿quién celebrará la eucaristía?".
El sacerdote al consagrar la hostia, alzándola lo más posible, los extasiaba. Ahora en cambio experimentan una carencia que no saben cómo calmar. Les parece que no hay Iglesia sin lectura de las Escrituras y sin poder comulgar con Cristo. ¿Qué pueden hacer para recordar la entrega de Jesús, su muerte y su resurrección? Sin rememorar a Jesús y sin compartir su mesa, piensan, el cristianismo se licuará dentro de poco. Seguirá habiendo fe, sí, pero no en el Dios en quien Jesús creyó.
Hace tiempo que vengo escuchando de comunidades que no tienen un sacerdote que celebre en ellas la eucaristía. Me dicen que en Brasil algo así como la mitad de las comunidades carecen de él. Me parece que, puestos los ojos en el futuro, debiera ya ahora ensayarse nuevas modalidades de celebrar fraternalmente la fe.
Sé de una comunidad que se reúne una vez al mes: sus integrantes deciden allí mismo quién puede presidir la celebración eucarística, llevan pan y vino corrientes, cuentan con una plegaria eucarística que se consiguieron creo que en Bélgica, comparten lo que está ocurriendo en sus vidas y, por supuesto, leen y comentan entre todos la Palabra. Llaman a esta reuniones "eucaristías" como si realmente lo fueran.
Los motivos para hacer algo así son varios. Pero ellos, por de pronto, no soportan más el modo en que los párrocos y otros curas celebran la eucaristía. Les parece que, conforme cambia la cultura, las maneras de hacerlo traicionan cada vez más la intención del Vaticano II de dar participación a los fieles. La fundamentación teológica para proceder así es esta: en el sacramento del bautismo, aseguran, están contenidos todos los sacramentos de la Iglesia. Los bautizados y bautizadas pueden eventualmente extraer de su sacerdocio bautismal el servicio sacerdotal y actualizarlo. En los mismos cristianos, dicen, la Iglesia se da en plenitud.
Este caso me ha hecho pensar en la posibilidad de realizar comidas eucarísticas. No en reemplazo de las eucaristías propiamente tales, sino a modo de complemento. Pienso en cenas al atardecer, a la hora del recogimiento, que recuerden que Jesús comía con todo tipo de personas. Los fariseos, que cuando comían hacían grupo aparte, decían de él ser "un comilón y borracho, amigos de publicanos y pecadores". Estoy pensando en personas que quieren emprender un camino comunitario de seguimiento de Cristo; que no tienen dónde ir a misa porque carecen de una iglesia cercana; que no están dispuestas a que el cura las reprenda en público; que la liturgia de la iglesia se les ha vuelto un rito huero e insoportable; o que sufren con que sus hijos sean hoy alérgicos a la religión y quisieran ellas ofrecerles otra manera de entender la comensalidad cristiana.
En estas comidas podría contarse con una pauta elaborada por la misma comunidad: comenzar y terminar con el signo de la cruz, preparar lecturas con anticipación, crear un momento de silencio profundo hacia el final, y comer, tal cual, comer y conversar sobre la vida, sobre lo que ocurre en el país, el mundo y la iglesia igual como se hace en las comidas entre amigos, solo que esta vez con un explícito propósito de dar gracias al Señor. ¿Pudiera resultar?
En Chile estamos lejos de la situación descrita al principio. Ningún virus hace peligrar a los sacerdotes. Pero los eclesiásticos estamos haciendo peligrar a la Iglesia. Esto, a la vez, hace pensar que en los próximos cincuenta o setenta años, si se mantiene la tendencia de disminución de vocaciones, habrá poquísimos ministros que puedan celebrar la eucaristía.
Espero que el Papa Francisco pueda ayudar a reflotar el episcopado chileno y los católicos recuperen la confianza en sus autoridades. Igual así, creo conveniente ensayar nuevas modalidades de ser Iglesia y de celebrar la fe. Las actuales, con o sin escándalos por los abusos del clero, difícilmente encausan el cristianismo de esta época.
Cortesía de http://www.periodistadigital.com