Comentario domingo XXV del Tiempo ordinario Ciclo A
Mis caminos no son tus caminos; mis pensamientos no son igual a los de ustedes”; nos dice nuestro Dios a través del profeta Isaías. Son muy distintos.
En el Reino de Dios se aplicará la JUSTICIA DIVINA. La “justicia de este mundo” es dar a cada cual según sus “méritos”; en el Reino Celeste NO ES ASÍ. Nuestro PADRE DIOS toma en cuenta otros aspectos como son nuestras necesidades y disposiciones. Es cierto que Dios nos pedirá cuentas de los “talentos” (dones) que nos haya dado y nos preguntará que hicimos con ellos. ¡A quien mucho se le ha dado, mucho se le exigirá! Todo lo que somos y tenemos, lo hemos recibido de Dios para que lo administremos y multipliquemos y lo pongamos al servicio de los demás; para hacer el bien, nunca el mal a nadie.
Eso es Justicia pero la Justicia divina no se limita a una “remuneración equitativa” según los esfuerzos y méritos de cada cual; sino, que su MISERICORDIA va más allá de esa justicia. El verá las necesidades y disponibilidades y oportunidades de cada cual y será GENEROSO con los más desfavorecidos. Solo así podremos entender el evangelio de hoy. La generosidad está por encima de la simple justificación pues se mueve, no por los méritos de cada cual, sino por la COMPASIÓN.
Ante nuestro PADRE DIOS no hay méritos; todo en Él es DON y el “don” es gratuidad. El hecho que hayamos trabajado más, no nos da el derecho a recibir más.
El apóstol Pablo tenía muy claro todo esto (2da. Lectura). Para él la muerte era “ganancia” y la prefería pues eso era mejor para él pero aceptaba seguir trabajando para que muchos conocieran el Evangelio y que todos llevarán una vida digna. Ese trabajo lo veía como una bendición y le producía un gran gozo. Pidamos por nuestros catequistas para que sean generosos en su trabajo evangelizador sin esperar remuneración alguna.
Pbro. Pablo Urquiaga.
Imagen de Cerezo Barredo
No hay comentarios:
Publicar un comentario