¡Ay¡ de los “pastores” que “dispersan” y dejan morir a las ovejas de mi rebaño!, dice el Señor a través del profeta jeremías (Jr.23, 1). Los pastores de mi pueblo no han cuidado a mis ovejas porque a ellos “no le importan las ovejas sino la “lana” que puedan sacar de ellas; ellos no son pastores sino “asalariados”.
Es por eso que Jesús mismo va a pastorearlas y las llevará a “verdes praderas y las hará reposar” (Sal. 23). Buscará “colaboradores” que le ayuden en ese pastoreo y aprendan de Él a cuidarlas y a amarlas y a recordarles siempre que Jesús es el único y verdadero PASTOR.
Jesús, al ver la multitud que lo esperaba, se compadeció de ellos porque andaban “como ovejas sin pastor”; dispersas y desorientadas. Lo primero que hace es REUNIRLAS, derribando los “muros” que las habían separado (el odio) (Ef. 2,15). Los malos pastores dividen a las ovejas y las alejan del único rebaño; las separan; el buen Pastor rompe los muros de la división y las congrega para que haya “un solo rebaño y un solo Pastor”.
Hoy celebramos en Venezuela el “día del niño”. Es triste ver tantos niños que andan como “ovejas sin pastor”, sin familias que los acojan y cobijen; abandonados y descuidados; faltas de cariño y orientación sana que los lleva a la perdición (a la delincuencia). Ahí los vemos robando y matando para seguir destruyéndose en el consumo del alcohol y de la droga; víctimas fáciles del “narcotráfico” que los acoge y entrena para sus perversas intensiones.
Fortalezcamos hoy nuestros vínculos familiares: Ningún niño sin hogar; que no siga habiendo más familias debajo de los puentes y que todos tengan un techo digno. Amén
Pbro. Pablo Urquiaga.
Imagen de Cerezo Barredo
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