sábado, 4 de julio de 2015

EL IMPERIO SOCIALISTA DE LOS INCAS


“Ellos eran leales y francos;
Ceñidas sus cabezas de raras plumas.
¡Ojalá hubieran sido los hombres blancos
Como Atahualpa y Moctezuma.
(Rubén Darío)

Lo calificaban de “socialista” porque la tierra en el Perú era objeto de un derecho de “propiedad colectiva” de todos sus habitantes. Tradicionalmente se entiende por “socialismo”: “Sistema planificado y autoritario que anula la propiedad privada”. Según ésta definición, el Perú de los Incas no es un Estado socialista “puro”, sino que éste se asemeja más a otros Estados de la antigüedad (Egipto). Las tribus indígenas constituyen una serie de “comunidades” en el marco de una organización socialista pero en ninguna forma rígida sino flexible; tanto así que se llegaba a dudar de la unidad del Imperio.

Sus fuentes: Al parecer, ellos ignoraban la “escritura” y por eso no se posee ningún documento redactado en lengua “quichua”. Solo los soberanos, que habían sido útiles a la civilización se recordaban después de muertos; los demás simplemente se ignoraban. San Bartolomé de las Casas presenta a los Incas como “mártires” y a los españoles como “verdugos”. Su posición es exagerada y parcial ya que él nunca fue al Perú; sin embargo Montesinos vivió muchos años en el Perú y nos dice que hubieron civilizaciones antes de los Incas que sí conocieron la escritura y que su origen era “asiático”.

Su organización económica: Se han encontrado “puentes de peaje”, sistema que contradice la “centralización socialista tradicional” o la ausencia de comercio. Se han encontrado también valiosos tesoros en sus templos. Hay “productos” y no “mercancías”; hay depósitos y no mercados. El sistema de “trueque”: Si uno quisiera “trocar” sus productos, los deposita en un “depósito público”; otro “trocador” se acerca al producto y si le conviene, deposita al lado un producto de su trabajo. El primer trocador vuelve y se lleva ese producto, si le agrada, dejando la propia producción en el terreno a cambio. Es un “comercio mudo” y perfeccionado.

Los “tributos” se llevaban a un almacén que a veces tenían víveres para diez años. Cada tres años el gobernador hacía una inspección y en caso necesario hacía tirar los productos deteriorados o distribuir los que habían en “exceso”. Los graneros de las grandes ciudades desbordaban de productos de todas clases. Se hacían intercambios entre los graneros. Todos los Incas recibían del gobernador su cuota de todos los productos sin importar lo que ellos produjeran en particular. La “cuota básica” era igual para todos, aparte de lo que ellos produjeran. El impuesto no es una contribución a las cargas públicas, proporcional a las posibilidades tributarias de cada ciudadano; es un instrumento para repartir las riquezas. No se establecía ningún gravamen sobre los bienes de propiedad de los contribuyentes. El principal tributo consistía en el cultivo de la tierra y el Inca fijaba la forma y el monto de su contribución que luego se distribuía equitativamente.
Todos producían, todos colaboraban y nadie pasaba necesidad. El reparto de los tributos era fácil ya que la población estaba organizada en “decenas y múltiplos de diez.

El Imperio y la Justicia: El Derecho Penal prohibía 5 delitos fundamentales: No seas mentiroso; no seas perezoso; no seas ladrón; no seas asesino; no seas libertino. La regla en caso de robo: Si el ladrón había robado por malicia o pereza era castigado; si había obrado por necesidad, el castigado era el funcionario encargado de velas por su manutención. El que había quemado una casa, debía reconstruirla. Los crimines y delitos eran muy raros en el Imperio Inca. A veces funcionaba más el temor al castigo que el amor por el bien. La bondad no puede reemplazar la Justicia. “El miedo hacía caminar a todo el mundo por camino derecho y así no había ladrón ni vagabundo.

No había ninguna hostilidad hacia la “propiedad individual”. Gracias a las donaciones, ella no era fruto de la expoliación o conquista sino bajo la forma moral de una recompensa atribuida al “mérito al trabajo”. Crearon los Incas un “marco socialista” de producción, de reparto, de consumo y de “jerarquización” en manos de los “jefes”. Las fuerzas materiales, intelectuales y morales estaban maravillosamente coordinadas. Esta “jerarquía social” se apoyaba sobre una “súper organización económica”; gracias a la “estadística”, la producción y el consumo parecían deber equilibrarse y las reservas servían de volante al dicho mecanismo. Todo “marco rígido” estallaría si se tratara de adaptarlo exactamente a una sociedad, aun cuando esta fuese simplificada en exceso. Ni el todopoderoso Señor del Cusco mismo no habría conseguido imponerlo.

El Indio Inca era feliz; trabajaba feliz; libre. No sufría por escalar puesto socialmente; su vida se desarrollaba con calma y en paz; con sus festividades; familias y necesidades básicas cubiertas. “El “vivir bien” de todos.

El valor de la FAMILIA: Las normas morales eran muy severas. El infanticidio y el adulterio eran severamente castigados; la prostitución, casi suprimida y el matrimonio era obligatorio. El Inca debía casarse con una sola mujer; el matrimonio sin el consentimiento de los padres era nulo. El novio donaba algún presente a su suegro (arras). El matrimonio era “indisoluble” salvo en caso de adulterio. El adulterio, tanto del hombre como el de la mujer, era castigado con la pena de muerte. La poligamia solo se practicaba por los altos funcionarios o jefes de tribu; la razón era una “necesidad política” pues la familia del Jefe debía ser muy numerosa para asegurar la manutención y la defensa militar de la tribu. Para ellos la obligación del matrimonio es una “exigencia socialista”.

La base de la alimentación era el Maíz; era considerada como una “planta sagrada”. Después del Maíz venían las legumbres como las batatas, el frejol, las auyamas (calabazas), mandioca, tomates, pimientos, la yuca, la miel y la banana (plátano). En su fauna contaban con el ciervo, el guanaco, la perdiz, el pato y sobre todo la Llama y la alpaca que junto con el maíz eran la base de todo el “sistema económico” de la meseta. La Llama se consideraba un animal muy útil y respetado; cuentan que cuando el indio las maltrata o le pone cargas muy pesadas, ésta se acuesta y nadie la puede obligar a seguir la ruta y hasta le “escupe” el rostro de su enemigo que la ataca u oprime. El apóstol José Martí en su libro la EDAD DE ORO nos dice que los hombres deberían tener al menos el mismo decoro que las “llamas del Perú”. Los animales domésticos eran raros (perros y gatos) que hasta algunos se los comían.

Las familias poseían hasta 500 cabezas; cada jefe de familia tenía un par de llamas, de las cuales tenía derecho de matar y comer de las crías que la pareja le daba. La leche de las llamas era reservada para las crías y no era de consumo para el Inca. Las llamas eran una “bendición de Dios” para el pobre. Para los que vivían en la costa, el pescado era su principal alimento aunque en la meseta era escaso; allí su alimentación era sobre todo vegetal ya que ellos comían poca carne.

Una organización interna impecable que no daba lugar al “despilfarro” podía permitir la subsistencia de un pueblo en tales condiciones. La defensa y el respeto por la “pacha mama” han sido factores determinantes en la economía de los Incas.

No puedo terminar mi reflexión sin decir lo mismo que “Rubén Darío”: ¡Ojalá que los hombres blancos fuéramos como ellos! Una gran lección, un gran legado de esa extraordinaria civilización que deberíamos heredar y poner en práctica en la Venezuela de hoy en la cual queremos “inventar” un “socialismo nuevo”. Aquí tenemos una buena referencia, no para “calcarla” sino para imitar su ejemplo en muchos aspectos, sobre todo el económico y así poder dar respuesta positiva a la crisis que hoy estamos afrontando. En nuestros ancestros hallaremos parte de la solución; en ellos debemos voltear nuestros ojos y conocer más de su herencia en vez de tratar de copiar “modelos fracasados”, totalitarios y dictatoriales que nos pueden hundir en el fracaso y la desidia. Seguidores de Atahualpa, triunfaremos.

                                                                               Padre Pablo. Caricuao (Julio del 2015)

Nota: Estos datos los he sacado del ensayo: “El Imperio Socialista de los Incas” del periodista Francés Louis Baudin, Editorial ZIG – ZAG. Santiago de Chile, 1955. Profesor de la Facultad de Derecho de París.


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