Comentario II domingo del tiempo ordinario, Ciclo "A"
Jesús, en su bautismo en el Jordán, comienza su “vida pública”. Allí se cumple en Él la profecía de Isaías (Is. 42, 1-7). Él es el “siervo de Yahvé” pero también es el “Hijo amado del Padre” en quien se complace. Allí es “UNGIDO”, es decir, “CONSAGRADO POR EL Espíritu Santo” y enviado para cumplir una Misión: “Hacer brillar la JUSTICIA sobre todas las naciones y “abrir los ojos de los ciegos, sacar a los cautivos de sus prisiones y de las mazmorras a los que habitan en tinieblas”.
Impulsado por ese “ESPIRITU” comienza a cumplir esa Misión anunciando a todos(as) el Reino de su Padre Dios, sobre todo a los más pobres y marginados de su tierra. Con el poder del Espíritu comenzó a “sanar, liberar, iluminar y salvar” a todos los que creían en EL; a ser TESTIGO de que el reino de su Padre había llegado a ellos.
Los que hemos sido Bautizados con su mismo Espíritu estamos llamados a ser también “Testigos como El”, anunciadores de su Buena Noticia, sin “distinción de personas” como lo señala San Pedro en la 2da lectura de hoy (Hch. 10, 34-38). Hemos sido “CONSAGRADOS COMO JESÚS” para continuar su obra. Por el BAUTISMO DE JESÚS hemos sido constituidos: “Sacerdotes, Profetas y Reyes” y a través del mismo Espíritu lo pongamos en práctica como Iglesia de Cristo de la cual formamos parte todos(as).
Que esta fiesta de BAUTISMO DE JESÚS renueve en nosotros esa VOCACIÓN. No podemos descansar hasta que veamos que la JUSTICIA reine en nuestra Patria; hasta desterrar de este Continente y de todo el mundo, el hambre, la injusticia y la inequidad. Hay muchos que todavía viven en tinieblas y sombras de muerte; a ellos debemos llevar la LUZ DE CRISTO para que sus ojos se abran y puedan salir de las mazmorras del pecado de egoísmos, vicios y corrupciones. Salgamos todos(as) en el nombre del Señor. Amén
Pbro. Pablo Urquiaga.
Imagen de Cerezo Barredo
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