sábado, 14 de octubre de 2017

¡EL BANQUETE DEL REINO DE DIOS!


Comentario domingo XXVIII  del Tiempo ordinario Ciclo A


El profeta Isaías nos presenta en la primera lectura de hoy una imagen preciosa de lo que va a ser la instauración del Reino de Dios sobre su Pueblo elegido. Es un signo del “proyecto” que tiene nuestro Padre sobre toda la Humanidad sin excluir a ninguna creatura suya. Habrá un “Banquete espléndido” para todos sus hijos, sin excluir a nadie; para satisfacer las necesidades y las carencias del Pueblo. Quitará todo luto y llanto y la “muerte será destruida para siempre”. Es el REINO DE DIOS definitivo.

En el Evangelio, Jesús toma de nuevo el signo pero esta vez como un “BANQUETE DE BODAS” donde su Hijo amado será el ESPOSO Y EL CORDERO y nosotros la esposa. Así será la relación de Dios con nosotros en el Reino definitivo. Nos unirá un solo elemento: EL AMOR ETERNO con Él y entre nosotros. El proyecto de Jesús consiste en que toda la Humanidad ha de organizarse de acuerdo con ese proyecto de Dios. La vida de la comunidad Humana ha de ser feliz y gozosa como una BODA; la Convivencia entre nosotros debe ser que todos compartamos por igual, sin excluir a nadie.

Ahora bien, algunos de su pueblo (sobre todo los dirigentes) han rechazado la invitación por intereses mezquinos y personales; entonces el Rey decidió invitar a todos los que quisieran participar, sobre todo a los más pobres y marginados (excluidos de la sociedad). El único requisito será el que hay que entrar con el “traje de fiesta”. Algunos hermanos han interpretado esta parte de la parábola de Jesús “literalmente” sin entender su “significado”. No se trata de “vestirse de lujo, con cuello y corbata o con prendas preciosas”; se trata de un “VESTIDO ESPIRITUAL”; es el estilo de vida que Jesús llevó en su vida terrena; su humildad, sencillez, desprendimiento y desapego de los bienes materiales. La disponibilidad en el servicio a los demás y el no querer ocupar los primeros puestos del banquete. Jesús nos invita a algo más: Ser PAN COMIDO (cordero) como Él lo es para con todos los que participamos en su banquete Eucarístico; signo del Banquete del Reino: “hagan esto en mi memoria”. Amén


Pbro. Pablo Urquiaga.

Imagen de Cerezo Barredo





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