Comentario domingo XXX del Tiempo ordinario Ciclo A
¿Quiénes son mis prójimos más necesitados y que necesitan más de nuestro AMOR? Los más pobres; las viudas, los huérfanos, los indigentes, los “sin techo”, los emigrantes, los marginados, excluidos, oprimidos, explotados y “descartados” de la sociedad. A ellos debemos amarlos como Dios los ama pues para ÉL todos los seres humanos son sus HIJOS y un padre o una madre le muestra más amor a los hijos con mayor necesidad aunque ÉL NOS AMA A TODOS(AS) sin excepción alguna de raza, sexo, nación, lengua o religión. Si decimos que amamos a Dios, debemos amar lo que Él ama.
No solo es “prójimo” aquel que se nos acerca sino todo el que vemos necesitado y nos acercamos a ellos para estar dispuestos a “SERVIRLES”. AMAR ES SERVIR y dar de nuestra vida aquellos que Dios pone delante de nosotros cada día. El que ama no es indiferente a las necesidades de los demás; al contrario, es sensible y está siempre pendiente de las carencias de los otros y dispuesto a “meterle la mano” para buscar su bien. El que AMA DE VERDAD no explota ni engaña a nadie; sobre todo a los más indefensos e ingenuos que son fáciles de manipular y que muchos se aprovechan de su inocencia. Esa es la gente que debes querer, esa es la gente que tienes que amar; por esa gente Cristo dio su vida, es la raza escogida que EL nos invita a favorecer porque ellos heredarán el Reino.
El próximo martes 31 de Octubre es una fecha histórica que debemos rememorar. Hace 500 años un monje Agustino, prior (superior) Fray MARTIN LUTERO elevó su VOZ PROFÉTICA en contra del “comercio con las indulgencias” que promovió el “papa León X” y la alta jerarquía romana con las cuales se engañaba al pueblo humilde haciéndoles creer que por “cada moneda que caía en el cepillo, salía un alma del purgatorio”. Martín Lutero, profeta de la Palabra; así lo ha declarado el papa Francisco; su PROTESTA sigue vigente en nuestros días y sirve de reflexión para todas las congregaciones llamadas “cristianas” para que terminemos de una vez por todas el comercio con las cosas sagradas. Amén.
Pbro. Pablo Urquiaga.
Imagen de Cerezo Barredo
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