Comentario domingo 15° Tiempo ordinario, ciclo "C"
Deuteronomio 30,10-14
Colosenses 1,15-20
Lucas 10,25-37
Tiéndele la mano al que veas necesitado, muéstrate
compasivo con el que sufre y padece; no te lamentes
ni sientas “lastima”; socórrele y “ocúpate” de su problema
como si fuese el tuyo y trata de ayudarle según
tus posibilidades. No pases indiferente e insensible ante
tu prójimo herido; detente, deja tu “zona de confort”;
bájate de tu cabalgadura; cura sus heridas utilizando tu
propio aceite; levántalo de su indigencia y atiende a sus
necesidades. Haz todo lo que este de tu parte para liberarlo
de su mal. Haz eso y vivirás; tendrás la VIDA ETERNA.
Para heredar la Vida Eterna hay que cumplir con el MANDAMIENTO DE DIOS: “Amarlo a
EL en tu PRÓJIMO”. Eso será lo único que cuente para la SALVACIÓN. No importa la
“religión” que profeses, ni las “prácticas religiosas y rituales”, ni la forma de rezar o de
alabar; ellos solo te servirán si te ayudan a AMAR A TU PRÓJIMO porque lo que importa
es AMAR. Se trata no solo de proclamar la FE sino de VIVIRLA; practicarla como lo hizo
el Samaritano. Haz lo mismo y vivirás, NOS DICE Jesús.
Recordemos que el SAMARITANO es un ser despreciable para los judíos; era considerado
como un “bastardo” (hijo ilegítimo) y sin embargo, Jesús lo pone “comportamiento
ejemplar” porque tuvo “Amor visceral”; es el amor de Dios que toma en serio la suerte
del ser humano sin importarle su condición. Sin embargo el “sacerdote” lo vio y pasó de
largo; se dio cuenta de que estaba medio muerto pero no se quiso “involucrar” pues
era muy incómodo y peligroso detenerse en aquel camino; los asaltantes podrían estar
escondidos y lo podían asaltar a él. ¿Y si se le muere en sus brazos? ¿Qué iba a hacer?
Además soy sacerdote y no puedo contaminarme con un muerto…y siguió de
largo.
Pbro. Pablo Urquiaga.
Imagen de Cerezo Barredo
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