viernes, 12 de julio de 2019

ANDA Y HAS TÚ LO MISMO


Comentario domingo 15° Tiempo ordinario, ciclo "C"

Deuteronomio 30,10-14
Colosenses 1,15-20
Lucas 10,25-37

Tiéndele la mano al que veas necesitado, muéstrate compasivo con el que sufre y padece; no te lamentes ni sientas “lastima”; socórrele y “ocúpate” de su problema como si fuese el tuyo y trata de ayudarle según tus posibilidades. No pases indiferente e insensible ante tu prójimo herido; detente, deja tu “zona de confort”; bájate de tu cabalgadura; cura sus heridas utilizando tu propio aceite; levántalo de su indigencia y atiende a sus necesidades. Haz todo lo que este de tu parte para liberarlo de su mal. Haz eso y vivirás; tendrás la VIDA ETERNA. 

Para heredar la Vida Eterna hay que cumplir con el MANDAMIENTO DE DIOS: “Amarlo a EL en tu PRÓJIMO”. Eso será lo único que cuente para la SALVACIÓN. No importa la “religión” que profeses, ni las “prácticas religiosas y rituales”, ni la forma de rezar o de alabar; ellos solo te servirán si te ayudan a AMAR A TU PRÓJIMO porque lo que importa es AMAR. Se trata no solo de proclamar la FE sino de VIVIRLA; practicarla como lo hizo el Samaritano. Haz lo mismo y vivirás, NOS DICE Jesús. 

Recordemos que el SAMARITANO es un ser despreciable para los judíos; era considerado como un “bastardo” (hijo ilegítimo) y sin embargo, Jesús lo pone “comportamiento ejemplar” porque tuvo “Amor visceral”; es el amor de Dios que toma en serio la suerte del ser humano sin importarle su condición. Sin embargo el “sacerdote” lo vio y pasó de largo; se dio cuenta de que estaba medio muerto pero no se quiso “involucrar” pues era muy incómodo y peligroso detenerse en aquel camino; los asaltantes podrían estar escondidos y lo podían asaltar a él. ¿Y si se le muere en sus brazos? ¿Qué iba a hacer? Además soy sacerdote y no puedo contaminarme con un muerto…y siguió de largo. 

Pbro. Pablo Urquiaga.
Imagen de Cerezo Barredo



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