Comentario domingo XXI del tiempo ordinario ciclo "c"
“Yo soy el camino”
y ese camino es “estrecho”; yo
soy la “Puerta” por donde pasan mis
ovejas; es una puerta estrecha pero segura que conduce a la Salvación. Son
muchos los que toman la “puerta ancha”
que conduce a la perdición y a la condenación; el facilismo, la flojera, la
desidia, la ley del menor esfuerzo, “pónganme en donde hay”, la corrupción y la
explotación de los más débiles; vivir del cuento y del esfuerzo de los demás.
Entrar por la puerta estrecha, que es Jesús significa
esfuerzo y sacrificio, donación y entrega por los más necesitados; honestidad,
austeridad, sencillez, justicia y equidad, compromiso en el servicio al débil e
indefenso. Solo los que se esfuerzan en esto alcanzaran la Salvación.
No se trata de pertenecer a un “pueblo o Nación”,
raza, cultura o “religión”. Los judíos, al igual que otras religiones (como la
nuestra) pensaban que por ser “pueblo elegido” ya tenían asegurada la
Salvación. La profecía de Isaías (1ra. Lectura) nos dice lo contrario: Esta “puerta” se abre a todos los pueblos y
culturas para que todos aquellos que acepten entrar, formen un NUEVO PUEBLO DE DIOS, formado por
diferentes personas de diversos pueblos, culturas, razas y religiones que se
enriquecen en ese Nuevo Pueblo para
crear el Mundo Nuevo de Dios (El Reino)
en ésta tierra.
Los CRISTIANOS van
a llevar a cabo esa “profecía”. No basta
decir: Señor, Señor, nosotros te conocemos y hasta hemos comido contigo; es
necesario perseverar en el compromiso adquirido hasta el final de tomar el “camino estrecho de Jesús” y mostrarlo
más que con las palabras, con los hechos. “No es el que me dice Señor entrará
en el cielo sino aquellos que cumplan con la voluntad de mi Padre”. Solo los
que se esfuerzan lo alcanzarán.
En el reino de mi Padre, los que fueron considerados
últimos, serán los primeros y los que eran primeros serán los últimos; aquellos
que fueron llamados y no correspondieron. Amen
Pbro. Pablo Urquiaga.
Imagen de Cerezo Barredo
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