El dominico resume la vida del prelado salvadoreño canonizado por Francisco el pasado octubre: "El amor hacia otra persona vale más que todas las teologías"
Precisa que el santo nunca sufriera una "conversión" a los pobres, sino que ya estaba en otro "proceso" de solidaridad antes de la publicación de su 'Teología de la Liberación' en 1971
Una propuesta "excelente", ya que "el amor hacia otra persona vale más que todas las teologías". De esta forma ha calificado el 'padre de la Teología de la Liberación', Gustavo Gutiérrez, la campaña para hacer San Óscar Romero Doctor de la Iglesia.
Gutiérrez, cuyo libro de 1971 Teología de la Liberación: Perspectivas introdujo en el pensamiento de la Iglesia la "opción por los pobres", se dirigía así por internet a los participantes de los 'Romero Days', un evento patrocinado por la Universidad de Notre Dame, EEUU, en honor al arzobispo de San Salvador asesinado por militares del país centroamericano en 1980.
Según lo recogido por el CNS, el gran teólogo dominico explicó que aunque Romero, canonizado el pasado octubre por el Papa Francisco, escribía mucho y bien sobre la necesidad de solidaridad con los pobres, "no hay mucho que apoye" la tesis de que el prelado abrazara todo lo que implicaba la Teología de la Liberación.
"No podemos decirlo", recalcó Gutiérrez, ya que San Romero había emprendido un camino distinto, habiendo experimentado la pobreza en el Salvador oriental ya en 1970, cuando servía en la zona. Un camino que le condujo al prelado a hacer "avances" propios en términos de paliar este sufrimiento, precisó el teólogo.
"Mucho se ha hablado de la conversión de Romero y la gente tiene derecho a decir lo que piensa", apuntó Gutiérrez, añadiendo que solo quería decir que "no estoy de acuerdo" con que Romero sufriera una "conversión" a los pobres, y que lo describiría más bien como un "proceso" guiado por las injusticias que palpó. Luego, aunque San Romero siempre mantenía cierta "desconfianza" hacia determinados movimientos eclesiales latinoamericanos, afirmó Gutiérrez, tenía la mente siempre abierta, y tuvo la humildad de decir "Necesito aprender".
Gutiérrez explicó que esta mente siempre abierta del prelado la descubrió muchos años después de su primer encuentro, cuando el teólogo descubrió en el diario del santo la observación de que "el padre Gustavo era diferente a lo que la gente me había dicho". Pero no es que Gutiérrez tuviera dudas de que un día Romero llegaría a ser santo. Ver su canonización años después "fue un gran placer, pero, como muchos, sabía que vendría", apostilló Gutiérrez.
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