Comentario domingo X del tiempo ordinario ciclo "c"
Los que hemos sido Bautizados, hemos recibido el “Poder del Espíritu Santo” y ese “poder” nos capacita para dar vida al que la ha perdido. Así lo hizo Elías con el hijo de la viuda de Sarepta y Jesús con el hijo de la viuda de Naím; ellos eran portadores de ese “poder de Dios” para despertar de la muerte a aquellos jóvenes.
No se trata solo de la “vida física” (reanimar a un cadáver) sino de la “VIDA ESPIRITUAL”. El poder de perdonar los pecados que Jesús trasmitió, no solo a Pedro sino a toda la Iglesia que es su PUEBLO SANTO Y SACERDOTAL, devuelve la “vida espiritual” a los que la han perdido por sus pecados, los cuales nos desconectan del Dios Vivo y por tanto nos hace perecer espiritualmente.
Ese PODER viene de Dios y no de ningún hombre o institución. El apóstol Pablo, en la segunda lectura de hoy, nos lo explica con su propio testimonio de vida. Él fue un acérrimo perseguidor nuestro pero Jesús Resucitado lo convirtió en un Apóstol y le trasmitió también a él ese poder de resucitar y dar Vida Eterna aquellos que creyeron en su Palabra. Es la FE EN CRISTO JESÚS la que nos permite recibir ese “Poder” y trasmitírselo a los demás que se abran a esa FE. El no tuvo que pedirle permiso a Pedro ni a ninguno de los otros Apóstoles para ejercer ese poder ya que lo había recibido directamente de DIOS (Gal. 1, 11-12); solo fue a informarles todo lo que el Espíritu Santo estaba haciendo con los paganos y allí se dio cuenta que era el mismo Espíritu que habitaba en ellos.
PODER PARA DAR VIDA; no para quitarla; poder para perdonarnos (liberarnos) del pecado que nos quita la Vida Eterna y nos hace resucitar de entre los muertos; nos saca de nuestras tumbas y nos conduce de las tinieblas a la eterna Luz. He ahí parte fundamental de nuestra Misión como CRISITIANOS. Amen
Pbro. Pablo Urquiaga.
Imagen de Cerezo Barredo
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