"No hay que temer al referéndum revocatorio. Es un derecho y hay que respetarlo"
"La Iglesia no puede estar sólo de un lado: es madre para todos, especialmente de los pobres"
José Manuel Vidal, 28 de mayo de 2016 a las 11:32
José Manuel Vidal).- El obispo de San Cristóbal (Venezuela) Mario Moronta es uno de los prelados más prestigiados de Venezuela. Quizás porque siempre (también hoy) ha sido y sigue siendo obispo de todos, sin decantarse por bando alguno. En esta larga y sincera entrevista con RD, reconoce el "desabastecimiento", pero lo achaca al "acaparamiento y a la especulación", asegura que el "referéndum revocatorio es un derecho" y pide reconducir "el rencor y hasta el odio con sed de venganza" y hacerlo desembocar en la paz y en la reconciliación.
Monseñor, ¿qué está pasando realmente en Venezuela, que, vista desde España, sufre y llora?
Monseñor, ¿qué está pasando realmente en Venezuela, que, vista desde España, sufre y llora?
Primero que nada quiero saludar fraternalmente a todos los del equipo de Religión Digital y a los lectores de sus interesantísimos reportajes y artículos.
Lo que sucede en Venezuela es algo inédito en nuestra nación. A lo largo de la historia podemos comprobar cómo ha habido momentos difíciles y crisis, que se han superado. Pero lo que actualmente se vive en el país pareciera no tener comparación con otras situaciones ocurridas en el pasado. Es necesario reconocer que se vive una profunda crisis de carácter social, económico y político, agravada por el relativismo ético y por una especie de "amoralismo" que está golpeando a muchísimos en el país. Incluso, los entendidos en la materia hablan ya de una descomposición moral. Esta crisis es global y ataca a todos, pero de manera especial a los sectores medios de la sociedad y, por supuesto, a los más pobres.
De un país con enormes recursos y que vivió momentos de bonanzas a lo largo de su historia hemos pasado a una condición que es difícil definir. Sigue siendo un país muy rico en minerales (en petróleo, hierro, etc.) y en recursos naturales... pero se ha venido a menos por muchos factores: nos acostumbramos a ser un país donde todo se arreglaba con dinero, venido de la renta petrolera; con poca inversión para la producción de muchas cosas, sobre todo en el campo de la agricultura. Otro de los factores es el habernos acostumbrado a que es el gobierno, en sus diversas manifestaciones, el que debe responder por todo: desde la limpieza de una calle hasta el mantenimiento de las instituciones. Dentro de este marco de referencia, de la noche a la mañana empezó a faltar lo que daba el gobierno y no se estaba preparado para afrontar las crisis de desabastecimiento y de no productividad.
A esto se puede unir el "desgobierno" de los últimos tiempos. Se propuso un modelo sociopolítico pero sin diálogo ni la apertura para diseñar un modelo propio de país, de acuerdo a las potencialidades propias y los aportes que se pudieran ir dando. En la década de los noventa se agudizó la crisis del modelo "democrático" y entonces, el cansancio de la sociedad dio paso a una propuesta que fue vista con ilusión por muchos... pero no diseñada por las mayorías. El "desgobierno" actual profundizó en defectos que se venían teniendo desde años atrás: la dificultad de hacer de la democracia representativa un modelo adecuado para el país (sólo se tenía de nombre con alguna que otra manifestación positiva), el rechazo a la descentralización y el pensar que se podía imponer un pensamiento hegemónico. No se superó, sino que se profundizó en un defecto que debía haber sido corregido desde hace tiempo: se confundió "Estado" con "Gobierno".
Y, desde el punto de vista de lo moral no se enfrentó uno de los tumores muy presentes en nuestras sociedades democráticas: la corrupción. Ésta ya no se da sólo a un nivel de dirigencia política (aunque se ha crecido en ella) sino que abraza también el sector privado. Para muchos, según encuestas realizadas, la "corrupción" es algo normal porque desde hace muchas décadas viene dándose; y desde esta visión, entonces no se la considera como lo más grave, aunque la gente y la dirigencia se quejen de ello.
¿La información que está circulando sobre la crisis venezolana es fiable o reina una cierta desinformación?
Hay de todo un poco. Depende de quien presente la información se hablará o bien o mal de lo que sucede en el país. Considero que hay dificultades para decir la verdad verdadera, pero también de todos los sectores hay manipulación de la información. Por eso hay que tener en cuenta la verdadera realidad para poder decir si la información es fiable. La información, venga de donde venga, suele ser sesgada. Por ejemplo, quienes usan las redes sociales se atreven a decir cosas que no son ciertas, o a profundizar en aspectos sólo negativos. Hay algo peor: se puede descalificar a cualquier persona en esas redes y no pasa nada.
La comunicación horizontal, la de las comunidades y las instituciones, suele ser muy fiable y realista. Pero de acuerdo al color político se dirá la noticia que se considere oportuna.
Por ejemplo, ¿el desabastecimiento es generalizado?
El desabastecimiento es un hecho que no se puede negar. Este se debe a lo que ya indicamos: no hubo una inversión para la productividad de lo necesario. Más bien con el dinero de la renta petrolera se compraban insumos alimenticios, medicinales, materias primas... pero al agotarse la "vaquita lechera", comenzaron las dificultades. Pero, a la vez, hay que reconocer que nos enfrentamos a dos graves problemas. Uno es el de la especulación y el acaparamiento. No falta quienes, en diversas escalas, optaron por enriquecerse a costa del desabastecimiento con el acaparamiento de bienes y la especulación. El alza indiscriminada de precios ha golpeado mucho a la sociedad. Los precios son inaguantables en muchos rubros. Uno compra hoy, por ejemplo, algo y le dicen que aproveche porque a los pocos días va a costar hasta cinco o más veces. Sin control, sin respeto a la dignidad humana.
La solución es clara: invertir para producir.... Pero esto no es algo para el corto plazo. Y luego además de llamar a la conciencia ver cómo se hace para que no haya el aprovechamiento de la coyuntura a favor de unos que se consideran más vivos que los demás. En el fondo quienes más sufren son los pobres, a quienes siempre se le invita a la resignación.
No podemos dejar a un lado otro problema: el consumismo materialista. Esto es algo que nos ha golpeado a todos, ricos y pobres, sectores medios y sectores populares. Era fácil comprar de todo indiscriminadamente. Hoy, al no poderse, se crea una falsa desesperanza. Muchos desean volver a los tiempos donde todo se podía adquirir. Y cuando digo todo, es todo: desde un jabón hasta grandes cosas. Esto mismo dio paso a profundizar en la corrupción a todos los niveles. La lógica del capitalismo salvaje, según nos hablaba Juan Pablo II, desembocó en actitudes reñidas con el evangelio: el ansia de poder y el ansia de tener. Esta ansia de tener se acrecentó por el dinero fácil, producto de la economía rentista, de la corrupción y de la falta de inversión no sólo para producir, sino, sobre todo, para dignificar al ser humano.
¿Cree que se puede reconducir la situación política o ha llegado al punto de no retorno?
Personalmente no soy de los que se sienten pesimistas. Siempre he apostado a la esperanza, aún en los momentos difíciles. Creo que si se diera un cambio de mentalidad (una verdadera metanoia -conversión) se podría comenzar a enrumbar el país. Yo estoy en la misma línea de lo que nos dice el Papa Francisco: crear y motivar encuentros para el diálogo, luego de lo cual o junto con lo cual se van afinando compromisos... Y entre todos diseñar el modelo de sociedad y de país que necesitamos.
Una de las cosas que personalmente siento, aunque no se puede generalizar, es que la dirigencia política y económica del país hace mucho tiempo no se siente pueblo. Cuando cualquier dirigente social, político -e incluso un pastor o agentes de pastoral- dice "tenemos que ir al pueblo", hay que rezar mucho por su conversión, pues hace tiempo que no forman parte del mismo ni siente, lo que Francisco denomina "el gozo espiritual de ser pueblo".
Además de otras propuestas, considero que acá nos encontramos con la clave del éxito para salir adelante: permitir que el pueblo (y no es una palabra sin sentido o sólo con determinadas connotaciones políticas y sociales) sea el verdadero sujeto tanto de su progreso como de la solución de sus problemas. Una de las dificultades que a lo largo de la historia nos hemos encontrado en Venezuela es el de los "caudillismos" o "mesianismos". No hay nada tan cortante de la esencia protagónica del pueblo. Los líderes deben surgir y trabajar desde allí: desde su sentido de pertenencia al pueblo, sin que les dé vergüenza.
Hoy corremos el riesgo de volver a repetir lo mismo: muchos líderes de los diversos bandos políticos se presentan como "mesías" para salvar, pero en su discurso no se autoidentifican con el pueblo.
Quienes fuimos educados bajo las brisas renovadoras del Vaticano II, Medellín y Puebla, sabemos que es una propuesta irrenunciable: promover al pueblo como sujeto social de su acontecer. Es lo que muchos teólogos latinoamericanos -entre ellos podemos mencionar al Papa Bergoglio- nos presentan cuando hablan de "teología del pueblo".
Por allí creo que debe ir la cosa... de lo contrario se estaría abriendo zanjas para enterrarlo con conformismo, resignación, populismos... y no habría ni punto de retorno, ni punto de arranque.
El Vaticano se ofreció como mediador. ¿Por qué el Gobierno no aceptó la mediación de monseñor Gallagher?
Personalmente tenía mucha ilusión en la venida de Mons. Gallagher. El motivo principal de su venida a Venezuela era la ordenación de un sacerdote de nuestro presbiterio, Francisco Escalante, designado Nuncio en Congo y Gabón. El venía para ello. Por supuesto que no se iba a desaprovechar la posibilidad de encuentros con el Gobierno y con los diversos factores políticos y sociales de la nación. El Sr. Nuncio Aldo Giordano tuvo la delicadeza de avisar a la Cancillería acerca del viaje por el motivo antes señalado, antes de darse a conocer públicamente su visita. Y se vio la posibilidad de encuentros con el Gobierno y otros factores políticos y sociales. Incluso teníamos prevista una visita suya a las parroquias en la frontera con Colombia.
Luego recibimos la noticia de que no vendría. Por causas o motivos que no dependen de la Santa Sede. No conozco más detalles de los motivos que llevaron a la Santa Sede a anular el viaje. Se puede especular... eso lo podrán hacer quienes quieran hacer ejercicios de imaginación. Sentimos mucho que no hubiera podido venir, no es su culpa...hubiera sido un momento bonito para Venezuela.
¿Hay riesgo inminente de que se rompa la paz social y se produzca violencia y enfrentamientos?
Hay hechos que han venido rompiendo la serenidad y la sana convivencia en algunos lugares. Sobre todo por el cansancio y hasta la desesperanza de la gente. Pero los venezolanos, aún con nuestros defectos que los tenemos, somos gente de paz. La historia nos cuenta cómo los venezolanos salieron de su país para apoyar la gesta libertaria en otros países, pero para edificar la paz. La violencia existente tiene visos de delincuencia: no sólo por la inseguridad, sino porque se ha ido perdiendo el respeto por la dignidad humana y el compromiso por el bien común.
Soy de lo que apuesta por la paz y la concordia... por tanto por todo aquello que nos permita reconciliarnos. No es fácil. Hay mucho rencor y hasta odio con sed de revanchas en no pocas personas... y eso hay que reconducirlo para construir la paz. El Papa Francisco nos ha pedido en varias oportunidades a los venezolanos lanzarnos en la aventura del encuentro y del diálogo. Si esto no se da, se nos pueden presentar dos grandes tentaciones: o la del conformismo o la de la violencia de cualquier tipo.
¿Qué puede hacer y qué está haciendo la jerarquía de la Iglesia venezolana?
La jerarquía está haciendo su papel de pastorear al pueblo de Dios, advirtiendo con claridad al Gobierno y a los sectores políticos acerca de las dificultades, de los graves problemas e invitando en todo momento a la reconciliación. Los documentos del Episcopado enfatizan el tema de la reconciliación. No ha sido fácil, pues se ha corrido el riesgo de la incomprensión. También se tiene el riesgo de que grupos de diversas tendencias políticas quieran manipular la acción de la Iglesia toda (no sólo la jerarquía) llevando el agua a su molino.
¿Qué puede hacer la Iglesia? Esa es una hermosa pregunta que suelo hacerla a mis sacerdotes y laicos de la Diócesis. Creo que desde el Evangelio y en fidelidad con el Señor, sin dejar a un lado lo que es propio de la misma Iglesia, hay tres cosas que se deben hacer. Una primera, la Iglesia debe ser y presentarse como Iglesia. No reducida a la jerarquía. En comunión con todos los bautizados, debe presentarse como lo que es y no como una estructura política o de poder. Hoy, en Venezuela y en el mundo, es el tiempo para el protagonismo de los laicos. Se suele hablar de la "hora de los laicos"... Pero la Iglesia tiene que hacerse sentir precisamente por cada uno de sus miembros. Los pastores junto con los laicos, los laicos junto con los pastores.
En segundo lugar, como nos lo enseña Francisco, para poder ser Iglesia -en el caso concreto de nuestra situación- debe salir. Una Iglesia en Salida. Para ir al encuentro, promover el encuentro, apoyar el protagonismo de todos en la construcción del Reino y sus consecuencias en la sociedad. Esto debe hacerse con claridad, por lo tanto sintiéndose "pueblo" y con una opción preferencial por los pobres y excluidos. La Iglesia no puede estar sólo de un lado: es madre para todos, pero con una especial atención a los más pobres. No hacerlo es renunciar a ser Iglesia. Y esto tiene que ver con la tercera idea que quiero presentarles: actuar en nombre de Cristo, con los criterios del Evangelio. No puede dejarse llevar por la mundanidad espiritual ni puede sólo "sentir" con aquellos que menos se preocupan por los pobres. O se sigue el modelo de Cristo o se abren cainos para un fracaso histórico. Y hoy, de cara a lo que se nos va viniendo en Venezuela, la Iglesia debe ser profeta para anuniciar y denunciar, es cierto, pero al lado de los pobres, quienes son, como lo decía el gran Pablo VI "sacramento de Cristo.
¿Es usted partidario del referéndum revocatorio?
Es un derecho estipulado y promulgado por la Cosntitución. No hay que temerle. Es un derecho y hay que respetarlo.
¿El Papa está preocupado por la situación en Venezuela?
Lo ha manifestado de manera continua, en público y en privado. En algunos encuentros sostenidos con él nos ha mostrado su cercanía y su preocupación por Venezuela. Creo que sí lo está y hace seguimiento de la situación venezolana. Se lo agradecemos de corazón. El pasado año, en una entrevista con él y la directiva de la CEV, por ejemplo nos habló de los problemas y cuando tocamos el tema de la frontera con Colombia nos habló acerca de lo que allí estaba pasando... y con sentido de padre. Estoy seguro que así como nosotros rezamos mucho por él, él también ora por nosotros.
Usted administró la santa unción a Hugo Chávez. ¿Le quedan amigos en el chavismo?
Quiero aclarar que no sólo a Chávez le administré la unción de los enfermos. Lo he hecho también con otros dirigentes de diversas tendencias políticas. Es un ministerio del cual uno no se puede sustraer... y no importa quién sea el que la pide. De lo contrario no podría decir que uno es pastor. Tengo amigos en el chavismo, en la oposición y en otros sectores que no tienen nada que ver con la política. Incluso tengo amigos en otras religiones o denominaciones cristianas y hasta ateos... Creo que ser pastor es actuar en nombre de Cristo quien dio la vida no por un grupito sino por toda la humanidad.
¿Cómo es la diócesis de frontera que pastorea?
Hermosa y apasionante. Hermosa por ser una Iglesia enriquecida por muchos dones del Espíritu. Hay dos grandes riquezas que descubrí desde que llegué acá hace 17 años: la profunda fe de su gente, con sus diversos símbolos y la belleza de sus manifestaciones de religiosidad popular. Esa fe nos ha permitido hacer del laicado un potencial evangelizador. La otra riqueza es el presbiterio: es el presbiterio más grande de Venezuela. Tenemos un seminario con casi 400 seminaristas entre menores y mayores... Es garantía para el futuro.
Es una diócesis apsionante porque ha asumido el reto de la nueva evangelización. Poco a oco hemos ido caminando hacia adelante. Tuvimos un II Sínodo que ha marcado la vida y el futuro de la Diócesis. El impulso de los laicos se hace sentir. Ellos no se sienten meros espectadores, sino protagonistas. No faltan grupos y laicos que prefieren una Iglesia menos comprometida y donde sea mejor llevar la "pastoral de conservación" ante la cual advierte Aparecida. Los mismos laicos se han organizado para fortalecerse: una escuela con más de 1200 participantes. Lo bonito es que el esquema de formación fue elaborado por ellos mismos. Cuentan con el apoyo de los sacerdotes y del Obispo.
Tenemos un plan diocesano, PARROQUIA PARTICIPATIVA, COMUNIDAD DE COMUNIDADES. Estamos impulsando las comunidades eclesiales de base... esto nos ha permitido ir llegando a todos los lugares. Para anunciar el evangelio y edificar el Reino de Dios.
Es una diócesis en frontera (no de frontera). Compartimos la tarea evangelizadora con las hermanas iglesias de Cúcuta, Tibú y Nueva Pamplona en Colombia. Solemos tener encuentros periódicos los obispos de las diócesis fronterizas... Sufrimos los graves problemas que atacan la frontera: un contrabando indiscriminado (digo indiscriminado por lo siguiente: se pasan insumos, junto con la gasolina, por lo barato que son en Venezuela); es un problema duro que hay que seguir atacando. Pero nadie habla de otros problemas: sólo lo hacemos desde la Iglesia: el tráfico de personas (sobre todo de niños), la trata de blancas, la venta de órganos (productos del aborto o de la desaparición de personas que luego son halladas sin vida), la prostitución... Y algo de lo que nadie quiere hablar -sólo lo hacemos desde la Iglesia- el narcotráfico. Este quiere penetrar los diversos sectores de la sociedad y controlar el eje geopolítico de la frontera que se considera como la más viva de Suramérica.
Actualmente la frontera está cerrada desde agosto del 2015 por una decisión unilateral del gobierno venezolano. Los obispos colombianos y venezolanos estamos tratando de mediar para su pronta apertura. A quienes más sufren esta situación, las diócesis de Cúcuta y San Cristóbal les estamos atendiendo sin más interés que el de la caridad sin límites.
Es una diócesis hermosa a la cual he ido entregando mi vida y a la que amo con todo el corazón.
Algunos titulares
Es necesario reconocer que se vive una profunda crisis de carácter social, económico y político, agravada por el relativismo ético
Esta crisis es global y ataca a todos, pero de manera especial a los sectores medios de la sociedad y, por supuesto, a los más pobres
En Venezuela, se confundió "Estado" con "Gobierno"
La corrupción ya no se da sólo a un nivel de dirigencia política (aunque se ha crecido en ella) sino que abraza también el sector privado
Considero que hay dificultades para decir la verdad verdadera, pero también de todos los sectores hay manipulación de la información
El desabastecimiento es un hecho que no se puede negar
No falta quienes, en diversas escalas, optaron por enriquecerse a costa del desabastecimiento con el acaparamiento de bienes y la especulación
En el fondo quienes más sufren son los pobres, a quienes siempre se le invita a la resignación
Creo que si se diera un cambio de mentalidad (una verdadera metanoia -conversión) se podría comenzar a enrumbar el país
La dirigencia política y económica del país hace mucho tiempo no se siente pueblo
Una de las dificultades que a lo largo de la historia nos hemos encontrado en Venezuela es el de los "caudillismos" o "mesianismos"
Muchos líderes de los diversos bandos políticos se presentan como "mesías" para salvar, pero en su discurso no se autoidentifican con el pueblo
Sentimos mucho que monseñor Gallagher no hubiera podido venir, no es su culpa...hubiera sido un momento bonito para Venezuela
Los venezolanos, aún con nuestros defectos que los tenemos, somos gente de paz
Hay mucho rencor y hasta odio con sed de revanchas en no pocas personas... y eso hay que reconducirlo para construir la paz
Los documentos del Episcopado enfatizan el tema de la reconciliación
La Iglesia no puede estar sólo de un lado: es madre para todos, pero con una especial atención a los más pobres
No hay que temer al referéndum revocatorio. Es un derecho y hay que respetarlo
El papa está preocupado y hace seguimiento de la situación venezolana. Se lo agradecemos de corazón
Tengo amigos en el chavismo, en la oposición y en otros sectores que no tienen nada que ver con la política
El narcotráfico quiere penetrar los diversos sectores de la sociedad y controlar el eje geopolítico de la frontera que se considera como la más viva de Suramérica
Tenemos un seminario con casi 400 seminaristas entre menores y mayores... Es garantía para el futuro
San Cristóbal es una diócesis hermosa a la cual he ido entregando mi vida y a la que amo con todo el corazón
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