sábado, 4 de abril de 2015

"Yo tengo un sueño": 47 años del asesinato de Martin Luther King



Le gustaba enseñar, estaba acostumbrado a dar sermones en su iglesia y a alentar a quienes lo seguían con el sueño de vivir en un Estados Unidos libre de racismo. Martin Luther King puso su fe en obras al organizar y dirigir protestas pacíficas que consistían en recorrer las calles con pancartas y consignas, a las que miles de afroamericanos se unieron para respaldar su movimiento revolucionario.

King abrió el camino hacia el fin de la discriminación racial en América del Norte. Es una lucha que se mantiene viva a 47 años de su asesinato, el 4 de abril de 1968.

El reverendo activista luchó por alcanzar la justicia social y conseguir una reforma que reconociera en la población afroamericana los mismos derechos civiles de los blancos, entre ellos, el voto.

La sociedad norteamericana para las décadas de 1950 y 1960 prohibía los matrimonios e incluso relaciones sexuales entre blancos y negros. Los afroestadounidenses no podían asistir a las mismas escuelas, hospitales, clubes, restaurantes, hoteles, cafeterías, iglesias y otros centros sociales a las que iban los blancos.

La lucha del pastor bautista tomó fuerza cuando en 1955, Rosa Parks, una obrera negra, fue ultrajada y detenida por un policía caucásico por haberse sentado en una silla “solo para blancos” en un autobús, y haberse negado a cederla al subirse un hombre blanco.

El momento más recordado de King fue cuando pronunció el discurso “Yo tengo un sueño” (I have a dream), el 28 de agosto de 1963, ante más de 250 mil personas concentradas frente al Licoln Memorial Park en Washington.

“Este documento era la promesa de que a todos los hombres, sí, tanto a negros como a blancos, les serían garantizados los inalienables derechos a la libertad y la búsqueda de la felicidad”, expresó en aquel histórico episodio, que recogía el espíritu de su lucha: libertad, igualdad y trabajo.

Premio Nobel de la paz

La gesta del afroamericano le llevó a ser merecedor del Premio Nobel de la Paz en 1964.

En su discurso de aceptación, en Oslo, capital de Noruega lo expresa claramente: “Tengo la sensación de que este premio me ha sido concedido por algo que aún no se ha conseguido de verdad. Es un mandato para continuar trabajando más intensamente todavía por las cosas en las que creemos”.

Para esa ocasión, el galardón estuvo acompañado de 54 mil dólares, que fueron destinados al Movimiento por la Libertad.

A pesar de las constantes amenazas de muerte que recibía el dirigente, no permitió que su sueño menguara. King prosiguió luchando con la conciencia tranquila y la convicción de que había logrado su propósito: sembrar la semilla de revolución en el pueblo y abrir el camino para poner fin al racismo.

cortesía de http://noticiaaldia.com/

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