miércoles, 20 de abril de 2016

CEBs de Caracas (Venezuela), viviendo el proceso de Grupos de Jesús

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En el centro parroquial la Resurrección del Señor, de Caracas (Venezuela) una serie de Comunidades Eclesiales de Base comparten el proceso de Grupos de Jesús, con el deseo de ayudar a que la Iglesia sea más auténtica y cercana a Jesús resucitado y a su Reino.
Nos presentan esta experiencia compartida, sus coordinadores, Wilfredo Marcano y Pablo Urquiaga.

Gracias por recibirnos. Nos habéis dicho que sois un Grupo de Jesús, ¿desde cuándo estáis viviendo esta experiencia?
Respuesta: Desde enero de este año 2016.

P: ¿Podéis describir quiénes formáis el grupo: cuántas personas estáis, sois todos laicos, tenéis edades parecidas…?
R: Estamos organizados en 10 CEBs, y en cada una hay de 10 a 15 miembros, la mayoría adultos y mujeres.
También lo están siguiendo nuestros 4 grupos juveniles parroquiales, que lo usan en su hora semanal de estudio bíblico.

P: ¿Por qué os pareció interesante crear un Grupo de Jesús?
R: Porque nos ayuda a conocer mejor a Jesús de Nazaret; las preguntas para acercarnos al evangelio son muy buenas. Queremos ser una Iglesia más “cristiana” (cristocéntrica) y los comentarios de Pagola son muy asertivos. Nos está ayudando a crecer espiritualmente.

P: ¿Cómo es una de vuestras reuniones: qué hacéis, cómo lo hacéis, cuánto tiempo le dedicáis…?
R: Empezamos invocando al Espíritu Santo con una canción u oración. Después, uno de nosotros lee el Evangelio asignado a cada tema y los demás escuchamos en silencio con mucha atención. Al final dejamos unos minutos para meditar lo leído y consultar en nuestras propias Biblias.
Se hace la introducción y enseguida se va a las preguntas generadoras y se abre la participación de todos.
Al final del intercambio se lee el comentario de Pagola, que nos ayuda a resumir lo que hemos conversado.
Terminamos con una oración del grupo (a veces usamos una de las que se recomiendan en el libro).
Es importante saber que tenemos un encuentro semanal con los delegados de cada Comunidad de Base y otros feligreses no comprometidos aún. Es como un encuentro “modelo”, que el párroco dirige, para que cada animador lo repita en la semana con sus otros grupos.

P: ¿Vuestro Grupo de Jesús es para gente cristiana comprometida o puede participar en él cualquier persona, incluso alguien que no sea cristiano?
R: Está abierto a cualquier persona que desee conocer mejor la persona de Jesús. De hecho tenemos personas que están en “terapia”, y se acercan, y son los que mejor sacan provecho.

P: ¿Qué es lo que más valoráis del proceso que se vive en los Grupos de Jesús? ¿Y lo que menos os gusta?
R: Lo que más valoramos es que nos ayuda a seguir “reformando nuestra Iglesia”, sacándola de “normas caducas  y rígidas” (odres viejos). La fidelidad al verdadero Jesús de Nazaret nos ayuda a ser una Iglesia más de él.

P: ¿Le recomendarías a otra persona vivir este proceso? ¿Por qué?
R: Creemos que estamos en la línea de la “reforma”, que nuestro hermano Francisco promueve, de una Iglesia más auténtica y cercana a Jesús resucitado y a su proyecto del Reino en esta tierra.

P: ¿Qué mensaje queréis transmitir a los demás Grupos de Jesús y personas interesadas que estamos en conexión a través de la web Grupos de Jesús?
R: Que sigamos adelante en este proceso hasta lograr que todas las Iglesias y grupos conformemos la “Iglesia de Jesús desde la base”, y que mantengamos esta comunicación a través de la web. Cristo nos une por medio de su Espíritu. Amén.

Gracias a todos los que formáis los grupos del centro parroquial la Resurrección del Señor, de Caracas, por compartirnos vuestra experiencia. Contamos con vuestra colaboración y participación en esta red de Grupos de Jesús que promovemos desde la web.
Cortesía de http://www.gruposdejesus.com/

lunes, 18 de abril de 2016

I "EL CORDERO PASTOR"!


Comentario IV domingo del Tiempo de pascua, ciclo "C"

Jesús Resucitado es el "Cordero de Dios que quita el pecado del mundo"; Él dio su vida por nosotros que somos las "ovejas de su rebaño". Él es también el "Buen Pastor" que nos conduce "a las fuentes de agua viva". El buen Pastor da la vida por sus ovejas; las protege y defiende de los "lobos rapaces"; es por eso que ellas le siguen, reconocen su voz y ya "nadie las podrá arrebatar de su mano. Aleluya.

 Pero, ¿Quiénes son verdaderamente sus ovejas? "Son aquellas que han pasado por la gran persecución y han lavado su túnica con la sangre del Cordero" (Apoc. 7,14); una gran muchedumbre de toda raza, pueblo y nación, vestidos con túnica blanca". Jesús es el PASTOR de aquellos que están dispuestos a escucharle y seguirle; a creer en Él y convertirse en TESTIGOS; es decir, seguidores y misioneros de su Evangelio. Aquellos que se involucran en la lucha por su REINO EN ESTA TIERRA y arriesgan su vida por esa causa y están dispuestos a servir a los demás, sobre todo a los más pobres como lo hicieron nuestros primeros hermanos de la Iglesia Primitiva (Hch. 13, 43-52).

Por eso, su verdadera y única IGLESIA, son aquellos que se UNEN para serle fiel! a ÉL y al legado que nos dejó, no importa en el "corral" (denominación o congregación donde se encuentren temporalmente). Esas "verdaderas ovejas" demostrarán con sus "hechos más que con palabras", que le pertenecen. Jesús es el Pastor que se hizo "cordero" para que sus "corderos" se conviertan en "pastores como Él". Los verdaderos pastores demostrarán ser suyos cuando "apacienten y sirvan a su rebaño como Él lo hizo". Servidores y no asalariados, que no abandonen el rebaño cuando vean venir al "lobo".

Pbro. Pablo Urquiaga.

Imagen de Cerezo Barredo

martes, 12 de abril de 2016

El Papa Francisco advierte contra la “gran apostasía”

Pope Francis General Audience

Homilía hoy en Casa Santa Marta
RADIO VATICANO
12 ABRIL, 2016

“La persecución es el pan cotidiano de la Iglesia”. Lo ha dicho el Papa Francisco en la homilía hoy en Casa Santa Marta. Como sucedió a Esteban, el primer mártir, o a los “pequeños mártires” asesinados por Herodes, también hoy muchos cristianos son muertos por su fe en Cristo, y otros también son perseguidos “educadamente” porque quieren manifestar el valor del ser “hijos de Dios”.

Existen persecuciones sangrientas, como el ser devorados por las fieras para el gozo del público en las gradas o saltar por los aires por una bomba a la salida de Misa. Y persecuciones de guante blanco, envueltas “de cultura”, las que te marginan en un rincón de la sociedad, que llegan a quitarte el trabajo si no te adaptas a leyes que “van contra Dios Creador”.

El relato del martirio de Esteban, descrito en el pasaje de los Hechos de los Apóstoles propuesto por la liturgia, impulsa al Papa a consideraciones conocidas y nuevas sobre una realidad que desde hace dos mil años es una constante dentro de la historia de la fe cristiana, la persecución.

“La persecución, diría yo, es el pan cotidiano de la Iglesia. Jesús lo ha dicho. Nosotros, cuando hacemos un poco de turismo por Roma y vamos al Coliseo, pensemos que los mártires eran matados por los leones. Pero los mártires no fueron ellos solo, u otros. Son hombres y mujeres de todos los tiempos: hoy, el día de Pascua, hace sólo tres semanas … Esos cristianos que festejaban la Pascua en Pakistán fueron martirizados precisamente porque festejaban a Cristo Resucitado. Y así la historia de la Iglesia sigue adelante con sus mártires”.

Persecuciones “educadas”

El martirio de Esteban desató una cruel persecución anticristiana en Jerusalén análoga a las sufridas por quien hoy no es libre de profesar su fe en Jesús. “Pero – observa Francisco – hay otra persecución de la cual no se habla tanto”, una persecución “disfrazada de cultura, disfrazada de modernidad, disfrazada de progreso”.

“Es una persecución – diría un poco irónicamente – ‘educada’. Es cuando se persigue al hombre no por confesar el nombre de Cristo, sino por querer tener y manifestar los valores del Hijo de Dios. ¡Es una persecución contra Dios Creador en la persona de sus hijos! Y así vemos todos los días que las potencias hacen leyes que obligan a ir por este camino, y un país que no sigue estas leyes modernas, cultas, o al menos que no quiere tenerlas en su legislación, es acusada, es perseguida educadamente. Es la persecución que quita al hombre la libertad, también la objeción de conciencia”.

“Esta es la persecución del mundo” que “quita la libertad”, mientras que “Dios – afirma el Papa – nos ha hecho libres” de dar testimonio “del Padre que nos ha creado y de Cristo que nos ha salvado”. Y esta persecución, añade, “tiene también un jefe”.

“El jefe de la persecución ‘educada’, Jesús lo ha nombrado: el príncipe de este mundo. Y cuando las potencias quieren imponer actitudes, leyes contra la dignidad del Hijo de Dios, persiguen a estos y van contra Dios Creador. Es la gran apostasía. Así la vida de los cristianos sigue adelante con estas dos persecuciones. También el Señor nos ha prometido que no se alejará de nosotros. “¡Estad atentos, estad atentos! No caigáis en el espíritu del mundo. ¡Estad atentos! Pero seguid adelante, yo estoy con vosotros”.

Cortesía de: http://es.aleteia.org/

lunes, 11 de abril de 2016

Siete curiosidades sobre Amoris Laetitia, el documento del Papa sobre la familia



Además de la propuesta de integrar en la Iglesia a divorciados vueltos a casar, en"Amoris Laetitia” hay planteamientos muy creativos sobre noviazgo, vida de pareja y educación de los hijos. 

San Valentín
Con el documento quiere mostrar el atractivo de la propuesta cristiana sobre matrimonio y familia. Por eso, pide a la Iglesia y a los católicos que no desperdicien ninguna oportunidad para conseguirlo. Dice que se puede aprovechar "la pastoral popular, como el día de san Valentín, que en algunos países es mejor aprovechado por los comerciantes que por los sacerdotes”. 

Confidencias en el noviazgo
El Papa propone a los novios que se hablen con profundidad y calidad. Dice que aunque no lo parezca, "muchos llegan a la boda sin conocerse. Sólo se han distraído juntos, han hecho experiencias juntos, pero no han enfrentado el desafío de mostrarse a sí mismos y de aprender quién es en realidad el otro”. 

Consejos prácticos
Dedica varios apartados a consejos prácticos para dar calidad a la vida afectiva. Propone "besar a la pareja” para darle los buenos días, "esperar al otro y recibirlo cuando llega, tener alguna salida juntos, compartir tareas domésticas”, y "romper la rutina con la fiesta”.  

También enseña cómo tener paciencia, combatir la envidia, perdonar, dedicarse tiempo o querer a los suegros. 

Valor de la sexualidad
A muchos ha sorprendido el tono positivo sobre la sexualidad. Francisco la define "un regalo maravilloso de Dios” que "se cultiva y se evita su descontrol para impedir el empobrecimiento de un valor auténtico”.  

Presencia del padre en la casa
Francisco es muy duro con la poca implicación del hombre en el hogar. Denuncia que el papá "está algunas veces tan concentrado en sí mismo y en su trabajo, y a veces en sus propias realizaciones individuales, que olvida incluso a la familia”. También culpa al tiempo que dedica "a los medios de comunicación y a la tecnología de la distracción”, quizá en referencia a los videojuegos.

¿Con quién están los hijos?
El Papa pide a los padres que preparen a los hijos para reconocer y afrontar los peligros, pero que no los controlen. Dice que eso no significa que no deben preocuparse por lo que hacen en su tiempo libre. El papá y la mamá deben saber "quiénes se ocupan de darles diversión y entretenimiento, quiénes entran en sus habitaciones a través de las pantallas, y a quiénes los entregan para que los guíen en su tiempo libre”. 

Cuando desaparece la belleza
En un recorrido realista por las fases del matrimonio, el Papa evoca el momento en el que "la apariencia física cambia”. Dice que como nos enamoramos "de una persona entera con una identidad propia, no sólo de un cuerpo”, "ese cuerpo, más allá del desgaste del tiempo, nunca deja de expresar de algún modo esa identidad personal que ha cautivado el corazón”. 


Cortesía de http://www.romereports.com/

Francisco dio un "significativo abrazo" a un grupo de exprostitutas y transexuales

Papa Francisco ofreció abrazo a grupo de víctima de prostitución y trata de blanca. Foto: Agencias

Durante la audiencia jubilar, según "L'Osservatore"

Francisco dio un "significativo abrazo" a un grupo de exprostitutas y transexuales

Fueron víctimas de la prostitución y de la trata de personas

 "También ha saludado en la plaza de San Pedro del Vaticano a tres presos que cumplen condena en Milán -dos con cadena perpetua y otro castigado a quince años de cárcel-, y que hace meses le habían escrito una carta"

Redacción, 10 de abril de 2016 a las 08:54

El Papa Francisco dio ayer "un significativo abrazo" a un grupo de cincuenta ex prostitutas y transexuales procedentes de diversas partes del mundo en el Vaticano, informó la Santa Sede.

El diario vaticano "L'Osservatore Romano"explicó que el abrazo se produjo después de que el Papa Francisco presidiera la audiencia extraordinaria de este sábado, en el marco del Año Santo de la Misericordia, que concluye el próximo 20 de noviembre.

Estas personas, procedentes de diez países -aunque el diario no cita cuáles-, fueron en el pasado víctimas de la prostitución y de la trata de personas, y actualmente reciben asistencia de una asociación solidaria que opera en la zona de Reggio Emilia (norte).

Además, el Papa también ha saludado en la plaza de San Pedro del Vaticano a tres presos que cumplen condena en Milán -dos con cadena perpetua y otro castigado a quince años de cárcel-, y que hace meses le habían escrito una carta y le habían enviado 12.000 hostias sagradas que ellos mismos habían realizado en el presidio.

Los encarcelados, que acudieron a la plaza vaticana, han sido identificados por el periódico como Cristiano Vallanzano, Ciro D'Amora y Giuseppe Ferlito.

Los tres participaron con esta iniciativa en el proyecto promovido por la Fundación Casa dello Spirito e delle Arti que, en las cárceles más grandes de Italia, trabajan con los internos en la producción de esas obleas.

Cortesía de http://www.periodistadigital.com/
foto: Agencias

sábado, 9 de abril de 2016

Francisco: "Hay que pararse a dar limosna y no escudarse en si se lo van a gastar en vino"


El Papa critica a los que no se para "a entender qué necesita" cada persona


"La caridad requiere una actitud de gozo interior", subraya Bergoglio en la audiencia especial

Jesús Bastante, 09 de abril de 2016 a las 16:05
El Papa ha arremetido este sábado contra los cristianos que se justifican juzgando a los pobres como borrachos para no dar limosna y ha reivindicado los gestos de caridad como gestos de misericordia, durante la general que celebra un sábado al mes con motivo del Año Jubilar.
"Cuánta gente se justifica a sí misma sobre la limosna diciendo: 'Pero, ¡cómo será este, este al que daré irá a comprarse vino para emborracharse! Pero si él se emborracha, ¡es porque no tiene otra salida! ¿Y tú qué haces escondido? Que nadie ve... ¿Y tú eres juez de ese pobre hombre que te pide una moneda para un vaso de vino?", ha reflexionado.
Ante cientos de fieles que se han congregado en la plaza de San Pedro, el Papa ha reflexionado sobre la limosna como "un aspecto esencial de la misericordia" y ha determinado que "Dios muestra su atención especial por los pobres y pide que no sólo nos acordemos de ellos sino que les ayudemos con alegría". "Esto significa que la caridad requiere una actitud de gozo interior", ha asegurado.
"Limosna no es la simple moneda que se echa con prisa: soy capaz de mirarle a los ojos para entender qué necesita?", ha agregado. Finalmente, ha reconocido que la limosna es un gesto "sincero" de amor y de atención a los demás y ha recordado que tiene que hacerse para que "sólo Dios lo vea".
«La limosna es un gesto de amor, de atención sincera hacia quien se acerca a nosotros y pide nuestra ayuda. Dar limosna también para nosotros debe ser un sacrificio», apuntó.
Destacó que «la limosna es un aspecto esencial de la misericordia» y sostuvo que «la caridad requiere una actitud de gozo interior, un acto de misericordia no puede ser un peso del cual nos tenemos liberar cuanto antes».
«No es la apariencia lo que cuenta, sino mirar a la cara a la persona que te pide una ayuda. Todos deberíamos preguntarnos: '¿Soy capaz de pararme y mirar a la cara, a los ojos, a la persona que me está pidiendo ayuda?'», agregó.
Durante todo el Jubileo, el papa Francisco presidirá audiencias generales extraordinarias un sábado de cada mes que se sumarán a las habituales de cada miércoles en la plaza de San Pedro del Vaticano.
Cortesía de http://www.periodistadigital.com/


¡HAY QUE OBEDECER A DIOS ANTES QUE A LOS HOMBRES!

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Comentario III domingo  del Tiempo de pascua, ciclo "C"

El mandato del Señor Resucitado a sus discípulos fue: “Vayan por todo el mundo a predicar el Evangelio y a dar testimonio de mí hasta que yo vuelva; sepan que yo estaré con ustedes hasta el fin del mundo pues donde dos o tres estén reunidos en mi nombre, yo estaré en medio de ellos”. La Comunidad de los Creyentes estaba muy clara de esto y por eso, a pesar de las persecuciones, no dejaban nunca de cumplir con esa Misión. “Ser testigos de la Resurrección del Señor”.

En el Evangelio de hoy se nos narra la tercera vez que Jesús se aparece a sus discípulos después de haber Resucitado. Resaltaremos algunos datos:

Los discípulos estaban juntos en el lago de Galilea: (Jn. 21,2). Allí fue donde el los llamó y les dio la Misión de ser: “Pescadores de hombres”.

La pesca es un símbolo de la Misión. Pedro les dijo: “Me voy a pescar y los demás le siguieron”. Hay que aprender a “pescar” en el mismo ambiente donde se desarrolla la vida diaria, pero no pudieron pescar nada.

Jesús se presenta de manera normal ante ellos. Ellos no se dieron cuenta de que era Jesús, tal vez lo confundieron como alguien que venía a comprar pescado.

Jesús es descubierto por los “signos” (señales) que delatan su presencia entre ellos. “Lancen las redes a la derecha y encontrarán peces”. Y ellos obedecieron su mandato y se produjo el “milagro” (153 peces grandes). Es el Señor.  Al llegar lo encontraron en la orilla con unas brasas, un PAN y un pescado.

La barca de Pedro es símbolo de la Iglesia: La Red no se rompe a pesar de la cantidad de peces. La Iglesia no se hunde ni se “rompe” si permanece UNIDA A JESUS.
Vengan a desayunar: Traigan de los peces que han cogido. Es símbolo de la EUCARISTÍA. Comida Solidaria que nos nutre e invita a compartir en el Amor.
Pbro. Pablo Urquiaga.

Imagen de Cerezo Barredo




viernes, 8 de abril de 2016

“Acompañar, discernir e integrar”, claves de “Amoris Laetitia”, exhortación postsinodal

El Papa pide a los obispos que abran las puertas de la comunión, caso por caso, a los divorciados vueltos a casar

“No todas las discusiones doctrinales o morales deben ser resueltas con intervenciones magisteriales”

Jesús Bastante, 08 de abril de 2016 a las 12:00

(Jesús Bastante).- "Acompañar, discernir e integrar". Estas tres palabras son las claves de bóveda de "Amoris Laetitia", la esperada exhortación apostólica del Papa Francisco tras las dos asambleas del Sínodo de la Familia y que puede leer aquí. Un texto abierto a las interpretaciones, que muestra el"estilo Francisco" y ese "precioso poliedro" que supone la Iglesia, y en el que se da un mayor énfasis en la misericordia y en la persona, frente a la rigidez de la doctrina.

Y es que, sin cambiar una coma de la misma, el Papa deja las manos libres a los obispos para que permitan la comunión, caso por caso, de los divorciados vueltos a casar; admite las bondades de otras realidades distintas al matrimonio canónico; y plantea una línea de actuación, una advertencia a los rigoristas: "No todas las discusiones doctrinales, morales o pastorales deben ser resueltas con intervenciones magisteriales".
"El camino de la Iglesia es el de no condenar a nadie para siempre", clama el Papa, quien pide "evitar los juicios que no toman en cuenta la complejidad de las diversas situaciones" porque "se trata de integrar a todos". Para Francisco, los divorciados vueltos a casar "pueden encontrarse en situaciones muy diferentes, que no han de ser catalogadas o encerradas en afirmaciones demasiado rígidas".
"No existen recetas sencillas", reconoce el Papa, quien se niega a "una nueva normativa general de tipo canónica, aplicable a todos los casos", sino "un responsable discernimiento personal y pastoral de los casos particulares" que, atendiendo a la "ley de gradualidad", se aplique "la lógica de la misericordia pastoral".
Así, recuerda que "no están excomulgados", y que "pueden ser reintegrados en la comunidad cristiana en las diversas formas posibles", evitando el escándalo pero caminando hacia "discernir cuáles de las diversas formas de exclusión actualmente practicadas en el ámbito litúrgico, pastoral, educativo e institucional pueden ser superadas".
Y es que "la misericordia es la viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia", argumenta el Papa, quien critica a los que "nos comportamos como controladores de la gracia y no como facilitadores". Porque "la Iglesia no es una aduana, es la casa paterna donde hay lugar para cada uno con su vida a cuestas".
"Amoris Laetitia" es un texto preciso pero con muchas puertas abiertas, que a lo largo de sus 300 páginas, divididas en nueve capítulos y 325 párrafos (además de la oración conclusiva a la Sagrada Familia) se encuentra trufado de citas sinodales y de anteriores Papas, pero también de escritores e intelectuales como Eric Fromm, Martin Luther King, Jorge Luis Borges, Octavio Paz o Mario Benedetti, de quien copia su fantástico "Si te quiero es porque sos/mi amor, mi cómplice y todo/y en la calle, codo a codo/somos mucho más que dos" para hablar del amor conyugal. Ignacio de Loyola, San Pablo o Santo Tomás son otros de los ejes "literarios" del texto, que también cuenta con una referencia fílmica: "El festín de Babette".
Muchos se sentirán defraudados, a un lado y otro del "precioso poliedro" de opiniones planteadas en las dos asambleas del Sínodo, y en la propia Iglesia. Pero lo cierto es que, aunque la doctrina formalmente no cambia, sí lo hacen, y mucho, las prácticas pastorales. Empezando por la premisa de trabajo de "Amores Laetitia": "Quiero reafirmar que no todas las discusiones doctrinales, morales o pastorales deben ser resueltas con intervenciones magisteriales". Esto es, como repite el Papa en varias ocasiones: la doctrina no lo es todo. "En la Iglesia es necesaria una unidad de doctrina y de praxis, pero ello no impide que subsistan diferentes maneras de interpretar algunos aspectos de la doctrina o algunas consecuencias que se derivan de ella". Y es que "en cada país o región se deben buscar soluciones más inculturadas, atentas a las tradiciones y a los desafíos locales".
En el primer capítulo, "A la luz de la palabra", Francisco repasa algunas de las referencias bíblicas de la familias, que culmina recordando la "emblemática escena que muestra a una adúltera en la explanada del templo de Jerusalén, rodeada de sus acusadores, y luego sola con Jesús que no la condena y la invita a una vida más digna". En el capítulo segundo, "Realidad y desafíos de las familias", el Papa aborda la actualidad de las distintas realidades familiares. Con un fuerte tono de autocrítica a esa Iglesia del "no" que lamentablemente se había implantado en las últimas décadas.
Así, aunque subraya que "los cristianos no podemos renunciar a proponer el matrimonio con el fin de no contradecir la sensibilidad actual, para estar a la moda, o por sentimientos de inferioridad frente al descalabro moral y humano", el Papa indica que "no tiene sentido quedarnos en una denuncia retórica de los males actuales, como si con eso pudiéramos cambiar algo. Tampoco sirve pretender imponer normas por la fuerza de la autoridad".
"Al mismo tiempo -añade- tenemos que ser humildes y realistas, para reconocer que a veces nuestro modo de presentar las convicciones cristianas, y la forma de tratar a las personas, han ayudado a provocar lo que hoy lamentamos, por lo cual nos corresponde una saludable reacción de autocrítica (...). Con frecuencia presentamos el matrimonio de tal manera que su fin unitivo, el llamado a crecer en el amor y el ideal de ayuda mutua, quedó opacado por un acento casi excluyente en el deber de la procreación. Tampoco hemos hecho un buen acompañamiento de los nuevos matrimonios en sus primeros años, con propuestas que se adapten a sus horarios, a sus lenguajes, a sus inquietudes más concretas. Otras veces, hemos presentado un ideal teológico del matrimonio demasiado abstracto, casi artificiosamente construido, lejano de la situación concreta y de las posibilidades efectivas de las familias reales".
"Esta idealización excesiva, sobre todo cuando no hemos despertado la confianza en la gracia, no ha hecho que el matrimonio sea más deseable y atractivo, sino todo lo contrario", denuncia el Papa, quien añade que "durante mucho tiempo creímos que consólo insistir en cuestiones doctrinales, bioéticas y morales (...) ya sosteníamos suficientemente a las familias, consolidábamos el vínculo de los esposos y llenábamos de sentido sus vidas compartidas".
Prosigue la autocrítica: "Muchas veces hemos actuado a la defensiva, y gastamos las energías pastorales redoblando el ataque al mundo decadente, con poca capacidad proactiva para mostrar caminos de felicidad. Muchos no sienten que el mensaje de la Iglesia sobre el matrimonio y la familia haya sido un claro reflejo de la predicación y de las actitudes de Jesús que, al mismo tiempo que proponía un ideal exigente, nunca perdía la cercanía compasiva con los frágiles, como la samaritana o la mujer adúltera".
El documento también es una defensa sin matices de la vida humana, recordando que "la Iglesia rechaza con todas sus fuerzas las intervenciones coercitivas del Estado en favor de la anticoncepción, la esterilización e incluso del aborto", aunque admite que "la conciencia recta de los esposos (...) puede orientarlos a la decisión de limitar el número de hijos por motivos suficientemente serios". Un llamamiento de la paternidad responsable que se repite en varias ocasiones a lo largo del Amoris Laetitia.
Entre los desafíos, el documento apunta, sin detenerse demasiado en ello, en algunos desafíos, desde el fenómeno migratorio a la diferencia de sexos ("ideología del gender"); desde la cultura de lo provisorio a la mentalidad antinatalista y al impacto de la biotecnología en el campo de la procreación; de la falta de casa y de trabajo a la pornografía y el abuso de menores; de la atención a las personas con discapacidad, al respeto de los ancianos; de la deconstrucción jurídica de la familia o la violencia contra las mujeres. "El abuso sexual de los niños se torna todavía más escandaloso cuando ocurre en los lugares donde deben ser protegidos, particularmente en las familias y en las escuelas y en las comunidades e instituciones cristianas", apunta el Papa.
En cuanto a las uniones no matrimoniales, el Papa reconoce que "ya no se advierte con claridad que sólo la unión exclusiva e indisoluble entre un varón y una mujer cumple una función social plena", y aunque reconoce que "no pueden equipararse sin más al matrimonio", sí apunta que "debemos reconocer la gran variedad de situaciones familiares que pueden brindar cierta estabilidad", también "las uniones de hecho o entre personas del mismo sexo".
En el capítulo tercero "La mirada puesta en Jesús: vocación de la familia", Bergoglio comienza a plantear el núcleo de la instrucción: las "situaciones difíciles y familias heridas", y la responsabilidad de los pastores de "discernir bien las situaciones" porque "el grado de responsabilidad no es igual en todos los casos, y puede haber factores que limitan la capacidad de decisión".
Volviendo la mirada a las interpretaciones de la doctrina y de papas anteriores, Francisco retoma su defensa del "valor de la vida humana", insistiendo en que "de ningún modo se puede plantear como un derecho sobre el propio cuerpo la posibilidad de tomar decisiones con respecto a esa vida, que es un fin en sí misma y que nunca puede ser un objeto de dominio de otro ser humano". Por ello, reclama "la obligación moral de laobjeción de conciencia" y, sobre el fin de la vida, reclama "la urgencia de afirmar el derecho a la muerte natural, evitando el ensañamiento terapéutico y la eutanasia" y rechazando "con firmeza la pena de muerte".
En el capítulo cuarto, "El amor en el matrimonio", Francisco repasa la famosa carta de San Pablo a los Corintios, repasando el amor servicial, compasivo, que no ofende, que es paciente, amable, que confía, espera y disculpa todo, y se detiene en la vida sexual del matrimonio, defendiendo "el sano erotismo" y la "dimensión erótica del amor".
El capítulo quinto, "Amor que se vuelve fecundo", reclama la paternidad responsable, que "no es procreación ilimitada", y el feminismo "cuando no pretende la uniformidad ni la negación de la maternidad". Al tiempo, defiende que "el matrimonio no ha sido instituido solamente para la procreación" y admira a los que optan por la adopción y la acogida de niños, "no sólo en los casos de esposos con problemas de fertilidad".
El capítulo sexto, "Algunas perspectivas pastorales", arranca admitiendo que "a los ministros ordenados les suele faltar formación adecuada para tratar los complejos problemas actuales de las familias". En este punto, pone el acento en la "experiencia de la larga tradición oriental de los sacerdotes casados", volviendo a dejar la puerta abierta al fin del celibato obligatorio en la Iglesia de Occidente.
Este capítulo ya aborda las "rupturas y divorcios" en el seno de la comunidad. Por primera vez, el Papa admite que en algunos casos, sobre todo cuando concurre violencia, "la separación es inevitable. A veces puede llegar a ser incluso moralmente necesaria, cuando precisamente se trata de sustraer al cónyuge más débil, o a los hijos pequeños, de las heridas más graves causadas por la prepotencia y la violencia, el desaliento y la explotación, la ajenidad y la indiferencia".
En cuanto al acompañamiento a separados y divorciados, el Papa aconseja "acoger y valorar especialmente el dolor de quienes han sufrido injustamente la separación, el divorcio o el abandono, o bien, se han visto obligados a romper la convivencia por los maltratos del cónyuge", clamando por "una pastoral de la reconciliación y de la mediación, a través de centros de escucha especializados que habría que establecer en las diócesis".
"A las personas divorciadas que viven en nueva unión, es importante hacerles sentir que son parte de la Iglesia, que «no están excomulgadas» y no son tratadas como tales,porque siempre integran la comunión eclesial". Estas situaciones, añade el Papa, "exigen un atento discernimiento y un acompañamiento con gran respeto, evitando todo lenguaje y actitud que las haga sentir discriminadas, y promoviendo su participación en la vida de la comunidad".
En este punto, Francisco recuerda las modificaciones para agilizar los procesos de nulidades, y anima a prevenir los divorcios mediante una adecuada pastoral antes y después del matrimonio, con especial atención al noviazgo.
El capítulo también habla de las relaciones homosexuales. "Deseamos ante todo reiterar que toda persona, independientemente de su tendencia sexual, ha de ser respetada en su dignidad y acogida con respeto, procurando evitar « todo signo de discriminación injusta », y particularmente cualquier forma de agresión y violencia". No obstante, el Papa recuerda que los padres sinodales mostraron su preocupación por laequiparación de las uniones homosexuales con el matrimonio, y añade que "no existe fundamento para asimilar o establecer analogías, ni siquiera remotas", entre ambas realidades.
En el capítulo séptimo, "Fortalecer la educación de los hijos", el Papa defiende la educación sexual como parte esencial de la educación de niños y adolescentes. "Deberíamos preguntarnos si nuestras instituciones educativas han asumido este desafío", constata el Papa, quien apunta que "la educación sexual debería incluir también el respeto y la valoración de la diferencia, que muestra a cada uno la posibilidad de superar el encierro en los propios límites para abrirse a
la aceptación del otro".

"Tampoco se puede ignorar que en la configuración del propio modo de ser, femenino o masculino, no confluyen sólo factores biológicos o genéticos, sino múltiples elementos que tienen que ver con el temperamento, la historia familiar, la cultura, las experiencias vividas, la formación recibida, las influencias de amigos, familiares y personas admiradas, y otras circunstancias concretas que exigen unesfuerzo de adaptación (...). Pero también es verdad que lo masculino y lo femenino no son algo rígido", sostiene Bergoglio.
Pero, sin lugar a dudas, y como el propio Papa advierte en su prólogo, el capítulo más relevante -y el más largo- es el octavo, titulado "Acompañar, discernir e integrar la fragilidad". Y es que estas son las tres claves para comprender el estilo del Papa Francisco. "Acompañar, discernir e integrar".
En el contexto del Año de la Misericordia, Bergoglio plantea que "la Iglesia debe acompañar con atención y cuidado a sus hijos más frágiles, marcados por el amor herido y extraviado, dándoles de nuevo confianza y esperanza (...). No olvidemos que, a menudo, la tarea de la Iglesia se asemeja a la de un hospital de campaña".
Para Francisco, es preciso "valorar los elementos constructivos en aquellas situaciones que todavía no corresponden o ya no corresponden a su enseñanza sobre el matrimonio", como las parejas que conviven sin haberse casado, o los matrimonios no canónicos. "Cuando la unión alcanza una estabilidad notable mediante un vínculo público, está connotada de afecto profundo, de responsabilidad por la prole, de capacidad de superar las pruebas, puede ser vista como una ocasión de acompañamiento en la evolución hacia el sacramento del matrimonio".
"Es preciso afrontar todas estas situaciones de manera constructiva" pide el Papa. "Se trata de acogerlas y acompañarlas con paciencia y delicadeza". En esta línea, Francisco apunta la "ley de gradualidad con la conciencia" propuesta por el Papa Juan Pablo II, y que sirve de marco para hablar de la cuestión, sin duda, más espinosa, la que ha capitalizado el debate entre los padres sinodales, y entre los distintos modos de entender la Iglesia, en los últimos tres años: los divorciados vueltos a casar.


"He querido plantear con claridad a toda la Iglesia para que no equivoquemos el camino:Dos lógicas recorren toda la historia de la Iglesia: marginar y reintegrar". Francisco lo tiene claro: "El camino de la Iglesia es el de no condenar a nadie para siempre y difundir la misericordia de Dios a todas las personas que la piden con corazón sincero [...] Porque la caridad verdadera siempre es
inmerecida, incondicional y gratuita". Por ello, "hay que evitar los juicios que no toman en cuenta la complejidad de las diversas situaciones, y hay que estar atentos al modo en que las personas viven y sufren a causa de su condición ».

"Se trata de integrar a todos, se debe ayudar a cada uno a encontrar su propia manera de participar en la comunidad eclesial, para que se sienta objeto de una misericordia « inmerecida, incondicional y gratuita». Nadie puede ser condenado para siempre, porque esa no es la lógica del Evangelio", insiste el Papa.
Dicho esto, el Papa sostiene el "consenso general" que alcanzaron los padres sinodales respecto a los divorciados vueltos a casar. "Los divorciados en nueva unión, por ejemplo, pueden encontrarse en situaciones muy diferentes, que no han de ser catalogadas o encerradas en afirmaciones demasiado rígidas sin dejar lugar a un adecuado discernimiento personal y pastoral".
"Debe quedar claro que este no es el ideal que el Evangelio propone para el matrimonio y la familia", admite el Papa, pero clama porque los obispos actúen "distinguiendo adecuadamente" con "una mirada que discierna bien las situaciones. Sabemos que no existen recetas sencillas".
La única receta es la siguiente: "Los bautizados que se han divorciado y se han vuelto a casar civilmente deben ser más integrados en la comunidad cristiana en las diversas formas posibles, evitando cualquier ocasión de escándalo. La lógica de la integración es la clave de su acompañamiento pastoral (...). Es necesario, por ello, discernir cuáles de las diversas formas de exclusión actualmente practicadas en el ámbito litúrgico, pastoral, educativo e institucional pueden ser superadas. Ellos no sólo no tienen que sentirse excomulgados, sino que pueden vivir y madurar como miembros vivos de la Iglesia, sintiéndola como una madre que les acoge siempre, los cuida con afecto y los anima en el camino de la vida y del Evangelio".
Habida cuenta la "innumerable diversidad de situaciones concretas", puede "comprenderse que no debía esperarse del Sínodo o de esta Exhortación una nueva normativa general de tipo canónica, aplicable a todos los casos. Sólo cabe un nuevo aliento a un responsable discernimiento personal y pastoral de los casos particulares, que debería reconocer que, puesto que el grado de responsabilidad no es igual en todos los casos, las consecuencias o efectos de una norma no necesariamente deben ser siempre las mismas".
"Los divorciados vueltos a casar deberían preguntarse cómo se han comportado con sus hijos cuando la unión conyugal entró en crisis; si hubo intentos de reconciliación; cómo es la situación del cónyuge abandonado; qué consecuencias tiene la nueva relación sobre el resto de la familia y la comunidad de los fieles; qué ejemplo ofrece esa relación a los jóvenes que deben prepararse al matrimonio. Una reflexión sincera puede fortalecer la confianza en la misericordia de Dios, que no es negada a nadie", señala el Papa.
Un discernimiento de obispo y sacerdotes que "deben evitar el grave riesgo de mensajes equivocados, como la idea de que algún sacerdote puede conceder rápidamente « excepciones », o de que existen personas que pueden obtener privilegios sacramentales a cambio de favores". Francisco echa mano de la tradición de la Iglesia para hablar de "los condicionamientos y circunstancias atenuantes". "Ya no es posible decir que todos los que se encuentran en alguna situación llamada irregular viven en una situación de pecado mortal", ejemplifica Bergoglio.
"Es mezquino detenerse sólo a considerar si el obrar de una persona responde o no a una ley o norma general, porque eso no basta para discernir y asegurar una plena fidelidad a Dios en la existencia concreta de un ser humano", denuncia el Papa, quien afirma, con Santo Tomás de Aquino, que, aunque "las normas generales presentan un bien que nunca se debe desatender ni descuidar (...), en su formulación no pueden abarcar absolutamente todas las situaciones particulares".
Por ello, "un pastor no puede sentirse satisfecho sólo aplicando leyes morales a quienes viven en situaciones « irregulares », como si fueran rocas que se lanzan sobre la vida de las personas. Es el caso de los corazones cerrados, que suelen esconderse aun detrás de las enseñanzas de la Iglesia « para sentarse en la cátedra de Moisés y juzgar, a veces con superioridad y superficialidad, los casos difíciles y las familias heridas».
"Es posible -concluye el Papa, que, en medio de una situación objetiva de pecado -que no sea subjetivamente culpable o que no lo sea de modo pleno- se pueda vivir en gracia de Dios, se pueda amar, y también se pueda crecer en la vida de la gracia y la caridad, recibiendo para ello la ayuda de la Iglesia". "El discernimiento debe ayudar a encontrar los posibles caminos de respuesta a Dios y de crecimiento en medio de los límites. Por creer que todo es blanco o negro a veces cerramos el camino de la gracia y del crecimiento, y desalentamos caminos de santificación que dan gloria a Dios".
En cualquier caso, Francisco recomienda "resonar la invitación a recorrer la viacaritatis. La caridad fraterna es la primera ley de los cristianos" y aplicar "la lógica de la misericordia pastoral".

"Para evitar cualquier interpretación desviada, recuerdo que de ninguna manera la Iglesia debe renunciar a proponer el ideal pleno del matrimonio, el proyecto de Dios en toda su grandeza (...) La tibieza, cualquier forma de relativismo, o un excesivo respeto a la hora de proponerlo, serían una falta de fidelidad al Evangelio y también una falta de amor de la Iglesia hacia los mismos jóvenes", admite el Papa, quien sin embargo arguye "el peso de las circunstancias atenuantes -psicológicas, históricas e incluso biológicas-", del que "se sigue que, « sin disminuir el valor del ideal evangélico, hay que acompañar con misericordia y paciencia las etapas posibles de crecimiento de las personas que se van construyendo día a día », dando lugar a « la misericordia del Señor que nos estimula a hacer el bien posible».

"Comprendo a quienes prefieren una pastoral más rígida que no dé lugar a confusión alguna. Pero creo sinceramente que Jesucristo quiere una Iglesia atenta al bien que el Espíritu derrama en medio de la fragilidad: una Madre que, al mismo tiempo que expresa claramente su enseñanza objetiva, « no renuncia al bien posible, aunque corra el riesgo de mancharse con el barro del camino»", constata el Papa, quien pide a los pastores que ayuden a los fieles a "asumir la lógica de la compasión con los frágiles y a evitar persecuciones o juicios demasiado duros o impacientes. El mismo Evangelio nos reclama que no juzguemos ni condenemos".
"Es providencial que estas reflexiones se desarrollen en el contexto de un Año Jubilar dedicado a la misericordia, porque también frente a las más diversas situaciones que afectan a la familia, « la Iglesia tiene la misión de anunciar la misericordia de Dios, corazón palpitante del Evangelio, que por su medio debe alcanzar la mente y el corazón de toda persona", subraya el Papa, quien recuerda que "Jesús se presenta como pastor de cien ovejas, no de noventa y nueve. Las quiere todas", de modo que a "todos, creyentes y lejanos, pueda llegar el bálsamo de la misericordia como signo del Reino de Dios que está ya presente en medio de nosotros »".
"La misericordia es la viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia", recuerda el Papa, quien critica a los que "nos comportamos como controladores de la gracia y no como facilitadores. Pero la Iglesia no es una aduana, es la casa paterna donde hay lugar para cada uno con su vida a cuestas »".
"A veces nos cuesta mucho dar lugar en la pastoral al amor incondicional de Dios -admite- . Ponemos tantas condiciones a la misericordia que la vaciamos de sentido concreto y de significación real, y esa es la peor manera de licuar el Evangelio".
Como conclusión, el Papa invita "a los fieles que están viviendo situaciones complejas, a que se acerquen con confianza a conversar con sus pastores o con laicos que viven entregados al Señor. No siempre encontrarán en ellos una confirmación de sus propias ideas o deseos, pero seguramente recibirán una luz que les permita comprender mejor lo que les sucede y podrán descubrir un camino de maduración personal. E invito a los pastores a escuchar con afecto y serenidad, con el deseo sincero de entrar en el corazón del drama de las personas y de comprender su punto de vista, para ayudarles a vivir mejor y a reconocer su propio lugar en la Iglesia".
Finalmente, el capítulo noveno, "Espiritualidad matrimonial y familiar", el papa constata que "ninguna familia es una realidad perfecta y condicionada de una vez para siempre, sino que requiere una progresiva maduración de su capacidad de amar (...). No desesperemos por nuestros límites, pero tampoco renunciemos a buscar la plenitud del amor y de comunión que se nos ha prometido".
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