¡LOS MERCADERES DEL TEMPLO!

Comentario domingo III Domingo de Cuaresma Ciclo B

“Mi casa es “casa de oración” y ustedes la han convertido en un “mercado”. Sin duda alguna, uno de los escándalos más grandes que la “religiones” de todos los tiempos han cometido es convertir sus “templos” en unos mercados cuando se comercia con la Fe de los más pobres y humildes. Jesús se dirige a los “comerciantes de palomas” que eran lo que explotaban a los más pobres ya que ellos eran los que ofrecían “dos tórtolas o pichones de paloma” cuando iban al Templo como lo hicieron sus padres cuando lo presentaron a El mismo (Lc. 2,24).

Ustedes son el Templo de Dios y es al que hay que respetar y ustedes les están faltando el respeto en su propia “casa”,  justificándose por cumplir la “ley”. Jesús nos recuerda que la “ley fue hecha para servir a los seres humanos y no al revés”. Los mandamientos del Señor (1ra. Lectura de hoy) son “leyes para la Liberación” y no para la opresión; para aprender a vivir como hermanos y no como “esclavos”.  Por eso  nadie tiene derecho a usar las leyes para explotar, ya sea a nivel político, económico, cultural o espiritualmente.

“Destruyan este templo y yo lo levantaré en tres días”. Jesús se refería al “templo de su cuerpo” y nosotros somos el “cuerpo de Cristo, santuario de Dios”. Esa señal le costó la vida material; es decir, la cruz; que es la consecuencia de su compromiso liberador en defensa de los más pobres; cruz que sigue siendo “escándalo para los judíos y necedad para los gentiles” pero para los que creemos en Cristo es VICTORIA (triunfo) del egoísmo y de la maldad; entrega total por amor y fidelidad al Padre Dios (2da. Lectura).

Basta ya de abusos y de comercializaciones con la Fe de los humildes; La religión se hizo para servirles y no para explotarles y aprovecharse de ellos manipulándolos y haciéndoles creer que a Dios le agrada la “ofrenda” que ustedes le arrebatan. La ofrenda que a Dios le agrada es que hagan Justicia y compartan lo que tienen con los más necesitados. Amen

                                                                                                                           Pbro. Pablo Urquiaga.

Imagen de Cerezo Barredo