Comentario a las lecturas del 4to domingo del tiempo de cuaresma, ciclo "B"
“Cuando el Hijo del Hombre sea levantado, atraerá a todos
hacia Él y todo el que crea tendrá vida eterna”. Como lo hizo Moisés con la
"serpiente de bronce” en el desierto, también lo hizo Jesús al ser alzado
en la cruz. Dios es puro amor y misericordia. "Él no quiere la muerte del
pecador sino que se convierta para que tenga vida". La condenación es una
decisión de uno y no de Dios pues ésta consiste en rechazar la LUZ que Dios nos
envía y preferir las "tinieblas". Dios quiere que todos nos salvemos
y que nadie perezca.
La Salvación es gratuita, no podemos hacer nada para merecerla; es un
regalo de Dios para el que cree. La incredulidad ciega el corazón humano y no
le permite ni ver ni alcanzar esa salvación. Solo la Fe en el amor
misericordioso de Dios puede hacer que logremos alcanzarla.
“No hay peor ciego que el que no quiera ver", dice el refrán. La
falta de Fe nos convierte en “ciegos espirituales”. La historia del pueblo de Israel
narrada hoy en el libro de las Crónicas nos lo recuerda. Las "autoridades
religiosas" se pervirtieron aumentando sus infidelidades y como Dios envío mensajeros (profetas)
para iluminarias el camino pero ellos no quisieron ver y rechazaron aquella
luz. Llegó el día en que los Caldeos invadieron al País y destruyeron la Nación.
Perdieron la Patria y fueron desterrados a Babilonia como esclavos y allí
estuvieron 70 años lamentándose de haberse apartado de los caminos del Señor.
Hasta que llegó el edicto del Rey Ciro que les permitió regresar a su tierra a
todos los que pertenecían a ese pueblo. No todos regresaron sino y aquellos que
habían permanecido fieles y no habían perdido su identidad como Pueblo.
Mirémonos también nosotros en ese espejo y abramos nuestros ojos para que
no nos vaya a pasar lo mismo que a ellos. No seamos incrédulos sino creyentes. Amen
Pbro. Pablo Urquiaga
Imagen de Cerezo Barredo
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