Se trata de: “intimar
con Dios”. Conocimiento íntimo de Dios, contemplarlo, mirarlo, admirarlo y
gozarnos con su presencia.
“Pido al Dios de nuestro Señor Jesucristo,
al glorioso Padre que les dé SABIDURÍA
ESPIRITUAL para entender su revelación y conocerlo mejor. Que el Señor les
ilumine la mente para que sepan cual es la esperanza a la que han sido llamados
y la herencia que Dios les da a los que son de su Pueblo”. (Ef. 1,17-18).
El que AMA quiere conocer al amado. Los que lo aman buscan su
PRESENCIA Y DESEAN CONTEMPLAR SU ROSTRO.
Este “conocimiento íntimo afectivo”
de Dios es lo que llamamos: CONTEMPLACIÓN. Contemplar es
pues, ver, mirar, admirar la gloria del ser amado y gozarnos (deleitarnos) en
su presencia. (Mc. 9,3).
La contemplación es fruto de la MEDITACIÓN. Un Don de Dios impregnado de su amor. Reposo de
Dios; un encuentro vivo y profundo. “Señor antes te conocía de oídas, ahora te
han visto mis ojos” (Job. 42,5). Escuchar y reflexionar sobre la Palabra de
Dios.
Es una “relación
íntima y profunda” con Dios. Zambullirse
en el Señor, penetrar en su interior
y empaparnos de su Amor. La afectividad se va impregnando de los sentimientos y
se siente su presencia dentro de nosotros. (Jn. 14,23)
Es también un “encuentro
íntimo” con Dios; en el silencio más
que con palabras. Encuentro gozoso, admirable, agradable, placentero;
inagotable, sin límites. Una entrega. Donación. Es desnudarnos ante El; abrir
nuestro corazón de par en par y dejarnos penetrar de su presencia.
Ese encuentro nos libera del “miedo”, la sequedad, la apatía,
el aburrimiento la dispersión. La
contemplación nos lleva a la ADORACIÓN (Consagración);
entrega gozosa y total. “Solo a Dios
adorarás y a Él solo servirás” (Mt. 4,10). Si adoras “ídolos” se apropiarán
de ti y te esclavizarán y destruirán porque son “dioses de la muerte”. El Dios verdadero de Jesús te hace LIBRE y te da VIDA ETERNA.
Deja que el Dios Vivo te invada y en silencio
profundo siente su cercanía y recíbelo; así le ofrezco mi entrega gratuita a Él
y a su proyecto de vida (Su Reino). La
contemplación es una “Oración Liberadora” de nuestra codicia, egoísmo e
individualismo que nos impide regalarnos y darnos en amor a los demás en su
Nombre.
“Señor tú me sedujiste,
me forzaste y yo me dejé seducir por Ti” (Jer. 20,7). Siento un fuego encerrado
en mis huesos; tú Palabra que antes comía (devoraba) me sabía a miel y ahora la
siento como un fuego en mis entrañas que no se quiere apagar” (20,9). Es una experiencia de comunión en
medio del sufrimiento que he de pasar como fruto de la Misión que se me ha
encargado.
La Oración
Contemplativa en San Francisco de Asís:
Desprendimiento,
desapego, desnudes, libertad y alegría. Era el hombre más feliz del mundo. Ninguna atadura lo ataba a
nada. Nada podía perder porque no poseía nada; entonces ¿a quién temer? Nada lo
podía turbar y quitar su Paz. Así, despojado de todo, se encuentra en las manos
de Dios completamente “desnudo” de apegos y miserias de ésta vida, como las
aves del cielo que dependen de la providencia de Dios y El las alimenta y las
cuida. Un hombre lleno de una FE AUTENTICA; solo en DIOS CONFÍA y en él tiene
su seguridad. Cuando no se tiene nada, Dios lo suple y se transforma TODO para
esa vida. Es por eso que los pobres
poseerán a Dios.
La Contemplación y la
Eucaristía:
En la Eucaristía Dios se hace presente para ofrecerse
en “alimento espiritual” para aquel
que lo necesite. Ahí nos ofrece su propia VIDA. Es el REGALO que deja a sus discípulos como despedida; un banquete que
los salva. Se queda con nosotros de esa forma para que entendamos que sin El
nada podemos hacer y que si no “comemos
su carne” no tendremos vida eterna. YO
SOY EL PAN DE VIDA. Es su forma de “transfiguración”
más original y significativa. El no se quedó de esa forma para que lo
“alumbráramos con una velita” ni solo para contemplarlo y adorarlo sino para
que nos alimentáramos de Él y nos comprometiéramos a vivir su propia vida. “El que me come vivirá por mí” (Jn. 6,57).
Contemplemos a Jesús en la Eucaristía, vivo y
Resucitado e imitemos su ejemplo. También nosotros debemos entregar nuestra
vida por los demás y por la causa de su Reino. La Oración contemplativa que no
lleva a la ACCIÓN PROFETICA, a la
práctica del AMOR no es auténtica; más bien sería un “opio” que nos adormece. Seamos contemplativos para la Acción
Apostólica y Profética, así la Eucaristía se convertirá en fuerza Espiritual y
nos conducirá a la vida Eterna. En ella contemplaremos eternamente su GLORIA. Amén
Pablo. Párroco. Un servidor
Iglesia La Resurrección
Ruiz
Pineda. Caricuao
No hay comentarios:
Publicar un comentario