La voz profética del Papa Francisco resonó en el Congreso de
USA a favor de los “emigrantes”; es decir, de personas que por varios motivos
tienen que dejar sus países de origen para buscar mejor futuro para ellos y sus
familias; no solo en Estados Unidos sino en muchos países de América, Europa y
en todo el mundo. Para eso, la mayoría de las veces tienen que arriesgar sus
propias vidas para “cruzar fronteras” que los dividen de los otros seres
humanos.
Estados Unidos de América es un “país de emigrantes”; así se los recordaba Francisco a los
congresistas (la inmensa mayoría también lo fueron), al menos sus antepasados.
Los únicos oriundos de esas tierras son los
indígenas que fueron, como en toda américa, expulsado de sus territorios y
masacrados por sus invasores. Los
famosos “pilgrims” que llegaron a
esas tierras fueron emigrantes de Inglaterra e Irlanda (la mayoría de ellos)
los cuales pasaron muchos trabajos y sacrificios; hambre, frío y demás
calamidades, arriesgando también sus propias vidas y hasta donde yo estoy
informado, ninguno de ellos le pidió permiso a ningún “piel roja” para que les
“legalizada” su entrada a esa tierra extranjera. Resalto este dato porque
hipócritamente algunos andan diciendo que solo se “deportarán” a los
“ilegales”.
El papa Francisco abogó por esos “ilegales” que por su extrema pobreza no tienen los “recursos económicos” para tramitar su
estado “legal” pues se necesitan
costosas sumas de “dinero” para
lograr la “residencia permanente” o al menos “temporal”. Motivos económicos y
también intereses políticos (como es el
caso de los ciudadanos cubanos) facilitan la entrada de emigrantes a esos
países ya que el gobierno sacaría de ellos provecho, ya sea a nivel económico o
político. Aquí se practica de forma despiadada la “cultura de descarte”, de la cual nos habló Francisco en su
reciente viaje misionero ya que esos “emigrantes
ilegales” lo que vienen es a traer problemas, originan gastos y no aportan
nada; sobre todo los enfermos y las personas de la tercera edad que son
consideradas “desechos” porque “no producen dividendos ni pagan impuestos”.
El Papa salió en su defensa diciéndoles que no
solo vale una persona por los impuestos que paga sino por lo que le aporta a la
sociedad de múltiples formas. Muchos de esos “ilegales” son trabajadores honestos; la mayoría de ellos
explotados por abusadores que se aprovechan de su condición para ponerlos a
trabajar por una miseria y si reclaman los amenazan con denunciarlos para que
sean deportados a sus países de origen. Sin embargo, otros que tienen mucho
dinero, pasan tranquilamente la frontera y solo vienen a “traficar” y a
“delinquir” (saquear). En vez de aplicar la “legalidad”, deberían ver la “moralidad” (ética) de esos emigrantes
ya que no siempre lo “legal es lo moral”.
El dinero nunca puede estar por encima del ser humano; así se haría mejor
JUSTICIA. Amén
Pbro. Pablo Urquiaga.
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