sábado, 31 de octubre de 2015
jueves, 29 de octubre de 2015
Papa Francisco: Dios espera, no condena, llora ¿Por qué? Porque ama
Homilía de este jueves en la Casa Santa Marta
Dios solo puede amar, no condena, el amor es su debilidad y nuestra victoria: esto, en resumen, es lo que dijo el Papa Francisco en la misa de la mañana celebrada este jueves 29 de octubre en la Casa Santa Marta del Vaticano.
Nuestra victoria es el amor inexplicable de Dios
En la primera lectura, san Pablo explica que los cristianos son vencedores porque “si Dios está con nosotros, ¿Quién contra nosotros?”. Si Dios nos salva, ¿Quién nos condenará?
Parece, dijo el Papa Francisco, que “la fuerza de esta seguridad de vencedores”, este don, el cristiano “lo tenga en sus manos, como un propiedad”. Casi como si los cristianos pudieran decir de forma “triunfalista”: ¡Somos campeones!”.
Pero el sentido es otro -explicó-: nosotros somos los vencedores “no porque tengamos este don en la mano, sino por algo distinto”. Es otra cosa “la que nos hace vencer”: el hecho de que nada “podrá nunca separarnos del amor de Dios, que se ha manifestado en Cristo Jesús, Nuestro Señor”.
“No es que nosotros venzamos a nuestros enemigos, sobre el pecado ¡No! Nosotros estamos tan ligados al amor de Dios, que nadie, ninguna potencia, nada nos podrá separar de este amor. Pablo ha visto, en el don, ha visto aún más, el que nos da el don: el don de la re-creación, es el don de la regeneración en Cristo Jesús. Ha visto el amor de Dios. Un amor que no se puede explicar”.
La impotencia de Dios es su incapacidad de NO amar
“Cada hombre y cada mujer -añadió el Papa- puede rechazar el don”, preferir su vanidad, su orgullo, su pecado. “Pero el don está”: “el don es el amor de Dios, un Dios que no se puede separar de nosotros. Esa es la impotencia de Dios”.
“Nosotros podemos decir: ‘Dios es poderoso, lo puede todo. Menos una cosa: separarse de su criatura. En el Evangelio, esa imagen de Jesús que llora por Jerusalén, nos hace entender algo este amor. ¡Jesús ha llorado! Llora por Jerusalén y en ese llanto está toda la impotencia de Dios: su incapacidad de no amar, de no separarse de nosotros”.
Nuestra seguridad: Dios no condena. Solo puede amar
Jesús llora por Jerusalén que mata a sus profetas, los que anuncian su salvación. Y Dios le dice a Jerusalén y a todos nosotros: “¡Cuántas veces he querido recoger a tus hijos como una clueca a sus pollitos bajo las alas y no habéis querido!”. Es una “imagen de ternura”, prosiguió el Papa en su homilía.
“¡Cuántas veces he querido haceros sentir esta ternura, este amor, como la clueca con sus pollitos y me habéis rechazado!”. Por esto, afirmó el Papa, san Pablo entiende y “puede decir que está convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles, ni los principados, ni el presente, ni el futuro, ni la potencia, ni la altura, ni la profundidad, nadie nos podrá separar nunca del amor de Dios”:
“Dios no puede NO amar. Esta es nuestra seguridad. Yo puedo rechazar este amor, puedo rechazarlo como el buen ladrón hizo hasta el fin de sus días. Pero en ese momento también lo esperaba el amor. El más malo, blasfemo es amado por Dios con una ternura de Padre, de papá”, aseguró Francisco.
“Es como dice Pablo, como dice el Evangelio, como dice Jesús: ‘Como una clueca con sus polluelos’. Y Dios el poderoso, el creador, puede hacerlo todo: ¡Dios llora! Y en ese llanto de Jesús por Jerusalén, en esas lágrimas, está todo el amor de Dios. Dios llora por mí, cuando me alejo. Dios llora por cada uno de nosotros. Dios llora por los malvados, que hacen tantas cosas malas, tanto mal a la humanidad… Espera, no condena, llora ¿Por qué? Porque ama.
Cortesía de http://es.aleteia.org
domingo, 25 de octubre de 2015
El Papa al Sínodo: podemos estar con Jesús, pero lejos de su corazón
El Pontífice alertó a los que están en el grupo de Jesús, pero que siguen una espiritualidad de espejismo y una fe propia.
“Como aquellos discípulos, estamos con Jesús, pero no pensamos como Jesús…y se arriesga de convertirse en ‘rutinarios de la gracia’. Podemos hablar de Él y trabajar para ÉL, pero vivir lejos de su corazón, que está inclinado hacía quien está herido”, dijo el Papa Francisco este domingo 25 de octubre en la Basílica Vaticana.
El Pontífice presidió la Misa con motivo de la clausura del Sínodo ordinario sobre la familia. Una ceremonia significativa con el fondo de la Misericordia, concelebrada junto a los Cardenales, Patriarcas, Arzobispos, Obispos, Sacerdotes miembros del Sínodo.
Una homilía centrada en Jesús sacerdote y atento al sufrimiento de quienes están marginados y sufren. Así, el Papa denunció los riesgos de “los seguidores de Jesús que estando en su grupo” siguen por su camino sin escuchar, ni ver el dolor de los demás. El Papa señaló el peligro de vivir en una fe programada y con un ritmo diverso al de Jesús.
Palabras que fueron eco del camino sinodal en el contexto de una misa multitudinaria que cierra tres semanas de trabajos sobre la familia. Tema que despertó pasiones y sensibilidades enraizadas en la identidad misma de la Iglesia con la participación de los episcopados de todo el mundo.
Los riesgos de los seguidores de Jesús
“Hay algunas tentaciones para quien sigue Jesús”. El Pontífice señaló dos siguiendo el evangelio del domingo: no escuchar y no detenerse como Jesús ante el llamado del que sufre. “Pasan por delante como si no sucediera nada”.
Luego crea una imagen con la lectura del Evangelio sobre Bartimeo el ciego que fue curado por Jesús, quien llamándolo “hijo de David”, había sido cayado por los seguidores de Cristo. “Sí, Bartolomeo era ciego, ellos son sordos”.
“Puede ser nuestro riesgo: de frente a los continuos problemas, mejor seguir adelante, sin dejarse perturbar. De esta manera, como aquellos discípulos, estamos con Jesús, pero no pensamos como Jesús.
Se está en su grupo, pero se pierde la apertura del corazón, se pierden la maravilla, la gratitud y el entusiasmo y se arriesga de convertirse ‘rutinarios de la gracia’. Podemos hablar de Él y trabajar para ÉL, pero vivir lejos de su corazón, que está inclinado hacía quien está herido”, dijo.
Riesgo de seguidores de Jesús; seguir por su camino ante el dolor de otros
En la primera tentación, el Papa mostró que el peligro de “una ‘¡espiritualidad del espejismo!’; podemos caminar a través de los desiertos de la humanidad sin ver aquello que realmente existe, sino más bien aquello que quisiéramos ver nosotros; somos capaces de construir visiones del mundo, pero no aceptamos aquello que el Señor nos mete delante de los ojos.
Una fe que no está enraizada en la vida de la gente queda árida, y en cambio de ser oasis, crea otros desiertos”, explicó.
Vivir en una fe programada y con un ritmo diverso al de Jesús
Una segunda tentación – insiste el Papa – es ‘caer en una fe de orden de marcha’. “Podemos caminar con el pueblo de Dios, pero tenemos ya nuestra orden de marcha (una programación preestablecida)”. “Sabemos donde andar y cuánto tiempo emplear; todos deben respetar nuestros ritmos y cada inconveniente nos trastorna”.
El Pontífice lamentó que esa actitud asemeja a los “muchos” del Evangelio que “pierden la paciencia y reprueban a Bartimeo”, el ciego, y así lo hacen con los niños. “Quien da fastidio o no está al altura es para excluir”. “Jesús en cambio quiere incluir, sobre todo a quien ha sido tenido en los márgenes y le grita”, añadió.
“Aquellos, como Bartimeo, tienen fe, porque reconocerse necesitados de salvación es el mejor modo para encontrar a Jesús”.
Por último, el Papa agradeció a los padres sinodales por el camino común.
“Queridos hermanos sinodales, nosotros hemos caminado juntos. Les agradezco por el camino que hemos compartido con la mirada dirigida al Señor y a los hermanos en la búsqueda de los senderos que el Evangelio indica a nuestro tiempo para anunciar el misterio del amor de la familia.
Proseguimos este camino que el Señor desea. Rogamos a Él una mirada sanadora y salvadora, que sepa difundir la luz, porque recuerda el brillo que lo ha iluminado. Sin hacernos jamás cegar por el pesimismo y por el pecado, busquemos y veamos la gloria de Dios, que resplandece en el hombre viviente”.
Jesús sacerdote que escucha, ve y se detienen ante quien sufre
La compasión de Dios, la paternidad y la revelación en su hijo, Jesús, han sido las lecturas del evangelio del domingo. El Pontífice reflexionó sobre las palabras de Jeremías sobre la salvación del pueblo. “Dios cambiará la prisión, en libertad”.
En la homilía repasó el Salmo (125,6). Y nosotros, “Padres, hemos experimentado lo que significa sembrar con cansancio, a veces en las lagrimas, y alegrarse por la gracia de un cultivo que siempre va más allá de nuestras fuerzas y capacidades”.
Así presentó la figura de Jesús sacerdote que “toma parte a nuestras debilidades”, excluso el pecado. ¿Que quieres que yo haga por ti? (Mc 10,51). “Podría parecer una petición inútil: ¿que cosa podría desear un ciego sino la vista? A pesar de ello, con este interrogativo hecho tu a tu, directo y respetuoso, Jesús ha demostrado querer escuchar nuestras necesidades”.
El Papa indicó a Jesús que cree en la fe de los hombres (en este caso de Bartimeo), “Tu fe te ha salvado” (Mc 10,52). “Jesús cree en nosotros, más de cuánto creemos en nosotros mismos”, añadió.
De hecho, “solo Jesús le da la fuerza al hombre para enfrentar las situaciones más graves”, añadió.
El Papa indicó que al final Bartimeo, el ciego que recobró la vista gracias a Jesús. “No solo recobra la vista, sino que se une a la comunidad que aquellos que caminan con Jesús”.
Documento final del Sínodo reafirma doctrina de la Iglesia y resalta belleza de la familia
VATICANO, 24 Oct. 15 / 04:05 pm (ACI).- Los trabajos sobre el Sínodo de los Obispos han terminado esta noche en el Vaticano y el documento final, producto de la reflexión de todos los padres sinodales, ha reafirmado la doctrina católica sobre el matrimonio, su indisolubilidad; y ha resaltado la belleza de la familia y del plan de Dios para ella.
El texto, compuesto por 94 numerales fue votado uno a uno. Todos fueron aprobados con los dos tercios requeridos como mínimo: en este caso 177 votos.
En el numeral 1, votado unánimemente por todos los obispos presentes (260 votos), el Sínodo agradece “al Señor por la generosa fidelidad con la que tantas familias cristianas responden a su vocación y misión, incluso ante los obstáculos, las incomprensiones y los sufrimientos”.
En ese mismo numeral, los obispos reunidos en el Sínodo recuerdan las palabras del Papa Francisco en la homilía de inicio el 4 de octubre, cuando explicó que Dios creó al hombre y a la mujer. El Señor, dijo luego el Santo Padre en esa ocasión, “une los corazones de dos personas que se aman y los une en la unidad y en la indisolubilidad.
Esto significa que el objetivo de la vida conyugal no es sólo vivir juntos, sino también amarse para siempre. Jesús restablece así el orden original y originante. (…) Solo a la luz de la locura de la gratuidad del amor pascual de Jesús será comprensible la locura de la gratuidad de un amor conyugal único y usque ad mortem” (hasta la muerte).
En el numeral 5, aprobado por 256 votos, los obispos resaltan que “también hoy el Señor llama al hombre y a la mujer al matrimonio, los acompaña en su vida familiar y se ofrece a ellos como don inefable”.
En el numeral 23, titulado “Migrantes, prófugos y perseguidos”, aprobado por 253 votos contra 4, los obispos afirman que “la historia de la humanidad es una historia de migrantes: esta verdad está inscrita en la vida de los pueblos y las familias. También nuestra fe lo reafirma: todos somos peregrinos”.
Este numeral indica además que cuando la migración es forzada y es “fruto de situaciones de guerra, de persecución, de pobreza, de injusticia, marcada por las peripecias de un viaje que pone con frecuencia en peligro la vida, traumatiza a las personas y desestabiliza a la familia”. “El acompañamiento a los migrantes exige una pastoral específica con las familias en migración, pero también con los miembros de los núcleos familiares que se quedan en los lugares de origen”, agrega.
En distintas ocasiones durante el Sínodo, los obispos habían solicitado un documento que tuviera una mayor cantidad de citas de las Sagradas Escrituras. En el numeral 39 explican cómo se trata este tema en el libro del Génesis y señalan que “el hombre y la mujer, con su amor fecundo y generativo, continúan la obra creadora y colaboran con el Creador en la historia de la salvación a través de la sucesión de las genealogías”.
En el numeral 41, titulado “Jesús y la familia”, los prelados resaltan que “el ejemplo de Jesús es paradigmático para la Iglesia. El Hijo de Dios ha venido al mundo en una familia. En sus treinta años de vida oculta en Nazaret –periferia social, religiosa y cultural del Imperio– Jesús ha visto en María y José la fidelidad vivida en el amor”.
El texto hace también un breve resumen sobre lo que enseña el magisterio de la Iglesia a través delConcilio Vaticano II, el Beato Papa Pablo VI, San Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco, para luego tratar del tema de la familia en la doctrina cristiana en el capítulo tres.
El numeral 48 titulado “Indisolubilidad y fecundidad de la unión esponsal” –aprobado por 253 votos contra 6– resalta que “la irrevocable fidelidad de Dios a la alianza es el fundamento de la indisolubilidad del matrimonio. El amor completo y profundo entre los cónyuges no se basa solo en las capacidades humanas. Dios sostiene esta alianza con la fuerza de su Espíritu”.
De otro lado, el numeral 62 titulado “La transmisión de la vida” –aprobado por 259 votos– subraya la importancia de “las familias numerosas en la Iglesia que son una bendición para la comunidad cristiana y la sociedad, porque la apertura a la vida es exigencia intrínseca del amor conyugal”.
“Con estas luces, la Iglesia expresa su viva gratitud a las familias que acogen, educan y llenan de afecto y transmiten la fe a sus hijos, de modo particular a los más frágiles y marcados por la discapacidad”, prosiguen.
El numeral 63, aprobado por 237 votos contra 21, indica luego que “según el orden de la creación el amor conyugal entre un hombre y una mujer y la transmisión de la vida están ordenados el uno a la otra (Gn 1, 27-28)”.
“En este modo el Creador ha hecho partícipes al hombre y a la mujer en su obra de su creación y al mismo tiempo los ha hecho instrumentos de su amor, confindoles a su responsabilidad el futuro de la humanidad a través de la transmisión de la vida humana”, prosigue.
Los padres sinodales dedican luego tres numerales: 66, 67 y 68 para referirse a la importancia de la educación de los hijos. En el 67 destacan que “es importante que los padres se involucren activamente en el camino de preparación para los sacramentos de la iniciación cristiana, en calidad de primeros educadores y testimonios de fe para sus hijos”.
El tema de los homosexuales se plantea en el numeral 76 y se enfoca desde el acompañamiento que puede realizar la Iglesia a las familias en donde alguno de sus miembros tiene la tendencia homosexual.
Este párrafo del documento, aprobado por 221 votos contra 37, precisa además que “no existe fundamento alguno para asimilar o establecer analogías, ni siquiera remotas, entre las uniones homosexuales y el designio de Dios sobre el matrimonio y la familia”, como señala un documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
El desafío de los divorciados vueltos a casar se trata específicamente en los numerales 83, 84, 85 y 86. En ellos hay una amplia explicación sobre la importancia de acogerlos en la Iglesia y recordarles que no están excomulgados aunque su situación es irregular; y plantea una serie de orientaciones para acompañar a estos fieles y cuidar especialmente el bien de los hijos.
Por Walter Sánchez Silva
Cortesía de https://www.aciprensa.com
sábado, 24 de octubre de 2015
¡MAESTRO, QUE PUEDA VER!
La ceguera espiritual es sinónimo de “mendicidad y marginalidad”. Bartimeo era un marginal (un mendigo indigente) porque era “ciego”. Al borde del camino espera alguna limosna de aquellos que por allí pasaban; oyó, porque no era “sordo”, que Jesús pasaba por el camino; y como tampoco era “mudo”, empezó a gritar con voz fuerte: “Hijo de David, ten compasión de mí”. Al oírlo, Jesús se detuvo y lo mandó a llamar a pesar de que muchos les decían que se callara la boca pero él no hizo caso y siguió gritando. Allí se cumplió lo que dice la escritura: “Si el afligido invoca al Señor, El lo escucha y lo libra de sus angustias”. Jesús escuchó sus súplicas y le preguntó: ¿Qué quieres que haga por ti? Entonces el ciego Bartimeo respondió: “Maestro, que pueda ver”.
La Fe de aquel ciego fue lo que le devolvió la vista. Así le pasa también a los “ciegos espirituales” que no pueden ver más allá de sus propias narices. Ellos no tienen fe y el orgullo y la soberbia les impide reconocer su ceguera. Les da miedo y pena gritar y poner en evidencia su miseria que los margina de la sociedad, incluso de su propia familia. Es por eso que siguen ciegos a pesar de que Jesús continuamente se les acerca.
Debemos imitar a Bartimeo que no tuvo vergüenza ni se dejó intimidar por la multitud que se le oponía y al saber que Jesús pasaba, gritó con fuerza lleno de FE que si Él le escuchaba, lo sanaría y libraría de su marginalidad. Jesús no le dio “limosna” sino que le libró de aquello (su ceguera) que lo marginaba. Esa FE QUE SANA hay que mostrarla con hechos; al oír que Jesús le llamaba, votó el manto, es decir, se despojó de lo que le impedía llegar a Jesús y logró su objetivo. Pero no solo eso, sino que cuando Jesús le dijo que se fuera en Paz, decidió seguirle por el camino y dejó de ser mendigo. Amén
Pbro. Pablo Urquiaga.
Imagen de Cerezo Barredo
miércoles, 21 de octubre de 2015
Es necesario restituir honor social a la fidelidad del amor que funda la familia, dijo el Papa en la catequesis
21/10/2015
Queridos hermanos y hermanas ¡buenos días!
Queridos hermanos y hermanas ¡buenos días!
En la meditación pasada hemos reflexionado sobre las importantes promesas que los padres hacen a los niños, desde que ellos son pensados en el amor y concebidos en el vientre.
Podemos agregar que, mirando bien, la entera realidad familiar está fundada sobre la promesa -pensemos bien esto-, la realidad familiar está fundada sobre la promesa: se puede decir que la familia vive de la promesa de amor y de fidelidad que el hombre y la mujer hacen el uno a la otra. Esta implica el compromiso de recibir y educar a los hijos; pero actúa también en el cuidado de los padres ancianos, en el proteger y cuidar los miembros más débiles de la familia, en el ayudarse el uno al otro para realizar las propias cualidades y aceptar los propios límites. Y la promesa conyugal se amplía al compartir las alegrías y los sufrimientos de todos los padres, las madres, los niños, con generosa apertura en la humana convivencia y el bien común. Una familia que se encierra en sí misma es como una contradicción, una mortificación de la promesa que la ha hecho nacer y la hace vivir. No olviden nunca. ¡La identidad de la familia siempre es una promesa que se alarga y se alarga a toda la familia y a toda la humanidad!
En nuestros días, el honor a la fidelidad de la promesa de la vida familiar aparece muy debilitada. Por una parte, por un derecho mal entendido de buscar la propia satisfacción, a toda costa y en cualquiera relación, es exaltado como un principio no negociable de la libertad. Por otra parte, porque se confían exclusivamente a la obligación de la ley los vínculos de la vida de relación y del compromiso por el bien común. Pero, en realidad, ninguno quiere ser amado solo por sus propios bienes o por obligación. El amor, como también la amistad, deben su fuerza y su belleza a este hecho: que generan un vínculo sin quitar la libertad. El amor es libre, la promesa de la familia es libre, y esta es la belleza. Sin libertad no puede haber amistad, sin libertad no hay amor, sin libertad no hay matrimonio.
Por lo tanto, libertad y fidelidad no se oponen la una a la otra, más bien se sostienen mutuamente, sea en las relaciones interpersonales, sea en las sociales. De hecho, pensamos a los daños que producen, en la civilización de la comunicación global, la inflación de promesas incumplidas, en varios campos, ¡y la indulgencia por la infidelidad a la palabra dada y a los compromisos adquiridos!
Si, queridos hermanos y hermanas, la fidelidad es una promesa de compromiso autocumplida, creciendo en la libre obediencia a la palabra dada. La fidelidad es una confianza que “quiere” ser realmente compartida, y una esperanza que “quiere” ser cultivada juntos. Y hablando de fidelidad me viene a la mente aquello que nuestros ancianos, nuestros abuelos cuentan “ay aquellos tiempos, cuando se hacía un acuerdo, un apretón de mano, era suficiente", porque había fidelidad a las promesas. Y esto que es un hecho social también tiene el origen en la familia, en el apretón de manos del hombre y de la mujer para ir hacia adelante juntos toda la vida.
La fidelidad a las promesas son ¡una verdadera obra de arte de humanidad! Si miramos a su audaz belleza, estamos asustados, pero si despreciamos su valiente tenacidad, estamos perdidos. Ninguna relación de amor -ninguna amistad, ninguna forma de querer bien, ninguna felicidad del bien común- alcanza la altura de nuestro deseo y de nuestra esperanza, si no llega a habitar este milagro del alma. Y digo “milagro”, porque la fuerza y la persuasión de la fidelidad, a pesar de todo, no terminan de encantar y de sorprendernos. El honor a la palabra dada, la fidelidad a la promesa, no se pueden comprar ni vender. No se pueden obligar con la fuerza, y ni siquiera cuidar sin sacrificio.
Ninguna otra escuela puede enseñar la verdad del amor, si la familia no lo hace. Ninguna ley puede imponer la belleza y la herencia de este tesoro de la dignidad humana, si el vínculo personal entre amor y generación no la escribe la verdad del amor en nuestra carne.
Ninguna otra escuela puede enseñar la verdad del amor, si la familia no lo hace. Ninguna ley puede imponer la belleza y la herencia de este tesoro de la dignidad humana, si el vínculo personal entre amor y generación no la escribe la verdad del amor en nuestra carne.
Hermanos y hermanas, es necesario restituir honor social a la fidelidad del amor, ¡restituir honor social a la fidelidad del amor!. Es necesario sustraer de la clandestinidad el milagro cotidiano de millones de hombres y mujeres que regeneran su fundamento familiar, del cual cada sociedad vive, sin estar en grado de garantizarlo en ningún otro modo. No por casualidad, este principio de la fidelidad a la promesa del amor y de la generación está escrito en la creación de Dios como una bendición perene, a la cual está confiado el mundo.
Si san Pablo puede afirmar que en el vínculo familiar está misteriosamente revelada una verdad decisiva también para el vínculo del Señor y de la Iglesia, quiere decir que la Iglesia misma encuentra aquí una bendición para cuidar y de la cual siempre aprender, antes de enseñarla y disciplinarla. Nuestra fidelidad a la promesa está aún siempre confiada a la gracia y a la misericordia de Dios. El amor por la familia humana, en las buenas y en las malas, ¡es un punto de honor para la Iglesia! Dios nos conceda estar a la altura de esta promesa. Y rezamos por los padres del Sínodo: el Señor bendiga su trabajo, realizado con fidelidad creativa, en la confianza que Él en primer lugar, el Señor, -Él en primer lugar-, es fiel a sus promesas. Gracias.
(Traducción por Mercedes De La Torre – Radio Vaticano).
Cortesía de http://es.radiovaticana.va/
martes, 20 de octubre de 2015
Descalzo sobre tierra roja
Descalzo sobre la tierra roja’, es el nombre de la película televisiva sobre la vida del misionero claretiano español y obispo en Brasil, Pedro Casaldáliga, conocido como el “obispo de los pobres”, que la televisión española ha estrenado recientemente.
“Descalzo sobre la tierra roja” cuenta en dos capítulos la historia del obispo español Pedro Casaldáliga, que ha sido la voz de los indios, los sin tierra y los más pobres de Brasil. La cinta, basada en la novela “Descalç sobre la terra vermella'” de Fracesc Escribano.
En Julio de 1968. Pedro Casaldàliga, de cuarenta años, llega a Brasil acompañado de Daniel, su ayudante, aun no ordenado sacerdote. La misión está en São Félix do Araguaia en una región habitada por pueblos indios y pobres campesinos que trabajan la tierra con sus manos.
Parte I
Parte II
domingo, 18 de octubre de 2015
¡El poder como servicio!
Comentario domingo 29° Tiempo ordinario, ciclo "B"
"Los jefes de las Naciones
las gobiernan como si fueran sus dueños y los poderosos oprimen a los débiles;
pero entre ustedes no debe ser así; al contrario, el que quiera ser el primero
que se haga el último y servidor de todos. Usen el "poder" para
servir y no para servirse de los demás ni para abusar y humillar a los más pequeños.
Hay muchos tipos de
"poder". El poder en sí no es malo, depende del uso que se le dé. El
"poder" es una "capacidad o don" que Dios nuestro creador
nos ha dado para "poder servir y dar vida a nuestro alrededor".
Tendremos que dar cuentas al final de nuestra vida de lo que hicimos con el
poder que recibimos.
A los gobernantes (políticos) se
les ha dado el "poder" (autoridad) para ejercer el derecho y la
justicia a todos los ciudadanos por igual y de forma equitativa, beneficiando
prioritariamente a los más débiles e indefensos (ROM. 13, 1-7) . El gobernante
no es el "dueño de la nación", es solo un "SERVIDOR"; por
lo tanto, "el que no gobierne para SERVIR, no sirve para gobernar" y debe
quitársele ese poder. Lo mismo pasa con el empresario que tiene poder para
producir beneficios para todos y no solo para él mismo. La doctrina social de
la Iglesia nos dice que toda "propiedad privada tiene sobre ella una deuda
social". Esto también se aplica a las autoridades religiosas de cualquier
tipo.
Hagamos que el "PODER" se convierta
en "fuente de vida y de progreso" para todos(as) empezando por los
más pobres. El poder se hace "BENDITO" cuando se usa para promover
las capacidades de todos(as) los ciudadanos(as) en el área de la salud, la
educación, la cultura y de una "espiritualidad liberadora". De ahí la
razón de ser de nuestras "MISIONES SOCIALES" que tanto bien han hecho
a los más desamparados. Debemos cuidarlas y promoverlas sin "paternalismos".
Amén
Pbro. Pablo Urquiaga.
Imagen de Cerezo Barredo
miércoles, 14 de octubre de 2015
Un padre sinodal propone en la Asamblea que las mujeres pueda ser ordenadas diáconos
Monseñor Durocher
Paul-André Durocher aboga por dar un toque femenino a los puestos de la Curia Romana
El cardenal Napier denuncia la "colonización económica" que Occidente hace de África
Redacción, 08 de octubre de 2015 a las 08:43
Para Lacunza, hay que darle más seguimiento a las familias separadas. "Si se expresan las opiniones diversas con caridad, sencillez y disponibilidad al diálogo es una riqueza para todos"
El arzobispo canadiense Paul-André Durocher ha propuesto en las reuniones del Sínodo de los Obispos sobre la Familia que se celebra en Roma desde este pasado domingo, que las mujeres puedan ser ordenadas diáconos.
"Creo que deberíamos empezar a mirar seriamente la posibilidad de ordenar a mujeres diáconos", asegura en declaraciones a Catholic News Service recogidas por Europa Press. Así lo sugirió el pasado martes durante su intervención en la Asamblea del Sínodo.
Monseñor Durocher precisa que esta puede ser una respuesta a la pregunta sobre cómo lograr una mayor participación de las mujeres dentro de la Iglesia.
En este sentido, el arzobispo de Gatineau explica en un vídeo que en la tradición de la Iglesia la definición de diaconado se orienta "no hacia el sacerdocio sino hacia el ministerio" y, por ello, considera que las mujeres podrían desempeñar este cargo.
En la Iglesia Católica, el diácono proclama el Evangelio, preside la celebración de algunos sacramentos como el bautismo y el matrimonio así como funerales, asiste al obispo y al sacerdote en la celebración de la misa, puede predicar la homilía y dar la comunión y está llamado a mostrar un amor preferencial por los pobres y desamparados.
El arzobispo canadiense también plantea que las mujeres ocupen puestos de responsabilidad en la Curia Romana e invita a estudiar la posibilidad de permitir que matrimonios debidamente entrenados y acompañados hablen en la homilía del domingo para dar su testimonio de vida y de familia.
Por su parte, el cardenal sudafricano Wilfrid Fox Napier dijo hoy que poner condiciones a la concesión de ayudas económicas a África es "otro tipo de colonización" de Occidente de ese continente.
"Hay un aspecto sobre el que los obispos africanos están muy preocupados y es el hecho de que queremos ser libres en libertad. Queremos vivir esta libertad y que la colonización política no venga reemplazada por otro tipo de colonización", afirmó Napier, que participa en el Sínodo en el Vaticano.
"De lo que estamos hablando es de países a los que se les dice 'no vas a tener ayudas a no ser que cambies la legislación'. 'No vas a tener ayudas de estos Gobiernos y de estas agencias si no tienes una cierta legislación en tu país'", agregó.
Las críticas de Napier retoman las que obispos africanos manifestaron hace un año en el Sínodo Extraordinario convocado por el papa Francisco y en donde se manifestaron en contra de considerar el aborto y las uniones entre personas del mismo sexo como un "derecho humano".
El cardenal sudafricano se refirió a continuación al presidente de Estados Unidos, Barack Obama, cuando, en su viaje a África en julio, dijo a líderes africanos que el progreso del continente dependería de su respeto a los derechos humanos y del fomento de una verdadera democracia, con libertad de elección asociación y opinión.
También aludió a la exsecretaria de Estado de EEUU, Hillary Clinton, cuando elogió en 2012 en Dakar la democracia de Senegal, en su opinión un modelo a seguir para los países del África Subsahariana.
"Es lo que ha ocurrido en Kenia con Obama, también la secretaria de Estado Hillary Clinton (que) fue a centroáfrica y repitió mucho este mismo mensaje con otros términos. Por eso es por lo que la gente dice que esto es otra nueva manera de colonización", sostuvo.
Napier, que participa en uno de los "círculos menores" o grupos de trabajo por idiomas del Sínodo, consideró que el tema principal de esta asamblea que se celebra en el Vaticano "es la vocación y la misión de la familia".
Destacó que "la familia es la unidad básica, no solo de la sociedad, sino también de la Iglesia" y subrayó que "si la familia es débil, también lo será la Iglesia".
"La fortaleza de la Iglesia procede de la familia, así que tenemos que darles todo el apoyo que podamos", concluyó.
La XIV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos comenzó oficialmente el pasado 4 de octubre con la inauguración por parte del papa Francisco y se ocupará de abordar los "desafíos de las familias en el mundo actual" hasta el día 25.
Finalmente, el cardenal José Luis Lacunza, obispo de David, participa en la XIV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos que comenzó oficialmente el pasado 4 de octubre.
En el encuentro se abordan temas sobre los "desafíos de las familias en el mundo actual", donde el papa Francisco hizo un llamado para trabajar con mentalidad de iglesia con coraje, humildad y oración, además contribuir a buscar los mejores caminos para la célula fundamental de la sociedad.
"Hablar de la familia es algo que nos concierne vitalmente a todos", dijo el cardenal Lacunza.
"La necesidad más apremiante para la familia es el fortalecimiento, todos sabemos que la vida de la familia hoy está muy socavada, muy atacada desde muchos ámbitos y creo que la iglesia debe apostar por ella", destacó. No obstante mencionó, "eso no quiere decir que la iglesia vaya a olvidar a aquellos que por diversas razones hayan roto la vida familiar o hayan buscado otras alternativas".
Para Lacunza, hay que darle más seguimiento a las familias separadas. "Si se expresan las opiniones diversas con caridad, sencillez y disponibilidad al diálogo es una riqueza para todos", reiteró.
Cortesía de http://www.periodistadigital.com/
Cortesía de http://www.periodistadigital.com/
domingo, 11 de octubre de 2015
La presencia de Cristo en la Eucaristía
A raíz de un “video” que mi hermana me envió de un “supuesto milagro eucarístico” en buenos Aires, Argentina, de un sacerdote que se encontró una “hostia consagrada” que se había caído debajo del altar y se le convirtió en un “pedazo de carne sangrando”, quisiera trasmitirles a ustedes mi experiencia personal al respecto.
Mi VOCACIÓN SACERDOTAL la recibí de Jesús a través de una celebración eucarística; (experiencia que narro en mis memorias); por lo tanto, NO TENGO NINGUNA DUDA en la presencia REAL Y VIVA DE JESÚS RESUCITADO que nos prometió cada vez que los Cristianos nos reunamos para celebrar “la fracción del PAN” (así se llamó en la Iglesia primitiva nuestra Celebración Eucarística) en SU MEMORIA; EL se haría presente en medio de nosotros pero VIVO Y RESUCITADO y no en un “pedazo de carne sangrante”.
Quisiera aclarar, con el respeto a los “devotos” que puedan leer éste escrito, ya no solo a nivel personal sino como Ministro de la Eucaristía, el verdadero significado bíblico que tiene esa “PRESENCIA” para nosotros los creyentes:
1) Experiencia de Tomás apóstol: (Jn. 20, 24-29). El incrédulo Tomás necesitaba “ver para creer”; tocar, palpar, meter su dedo y su mano en el costado de Jesús. Como él no tenía FE, necesitaba aquella “prueba física” para poder creer y no tener dudas. Los demás discípulos les pasaba lo mismo. Es por eso, para ayudar a la fe lánguida de ellos que Jesús se vio en la necesidad de “aparecérseles de forma física” para que estuvieran convencidos que EL HABÍA RESUCITADO. El cuerpo del RESUCITADO es distinto al “cuerpo físico” ya que es un CUERPO ESPIRITUAL el cual no tiene límites ya que está fuera del tiempo y del espacio. (ver I Cor. 15, 35 ss). La prueba de esto está que “ellos estaban con las puertas cerradas” y Jesús se les apareció; es decir, sin tocarles la puerta para que le abrieran; es decir, que atravesó la puerta sin ser “un fantasma” (vers. 19)(Lc.24,38). En otras ocasiones se les apareció en el lago y comió con ellos solo para probarles que él era el mismo y lo hizo, no porque necesitara comer, sino para ayudarles en su incredulidad.
2) Los Discípulos de Emaús: (Lc. 24, 13-35). La incredulidad de éstos discípulos era evidente; Jesús se les apareció por el camino y ellos no lo pudieron reconocer porque tenían los ojos embotados (vers.16) a pesar que Jesús les explicó las escrituras, ellos no lo reconocieron. Solo cuando se quedó con ellos en su casa y al sentarse a la mesa, tomó el PAN, dio gracias, lo partió y se los dio y desapareció. Allí se dieron cuenta que era el Señor y recordaron lo que Él les dijo en la “ULTIMA CENA”. Después lo corroboraron con los demás discípulos que lo habían visto.
Hay muchos momentos en la vida de Jesús que anuncian este “memorial” de su presencia. “Yo estaré con ustedes hasta el fin del mundo” (Mt. 28, 20). “donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estaré yo en medio de ellos” (Mt. 18, 20). La presencia de Cristo en la Eucaristía requiere la FE DEL CREYENTE, pues sin Fe es imposible “ver al DIOS VIVO” ya que EL ES ESPIRITU y los que lo adoran verdaderamente lo harán en Espíritu y Verdad” (Jn. 4, 24). Esa PRESENCIA ES REAL pero espiritual (no física). Es una “presencia SACRAMENTAL” que requiere la FE para vivirla. Cuando el magisterio de la Iglesia afirma que Jesús está presente en “su cuerpo, sangre, alma y divinidad”, nos está diciendo que EL está presente de forma COMPLETA, INTEGRA y no por “pedacitos”; sino de forma VERDADERA y no simbólica (como lo dicen algunas sectas). MEMORIAL BIBLICO significa un hecho ocurrido en el pasado que se hace eternamente presente y se actualiza para nosotros los creyentes en el aquí y en el ahora. Es por eso que la Celebración Eucarística es el MEMORIAL de la pasión, muerte y Resurrección de nuestro Señor Jesucristo para los que CREEMOS. Por eso al final decimos: “ESTE ES EL SACRAMENTO DE NUESTRA FE”.
Por lo tanto hermano, para poder “ver y sentir” esa PRESENCIA debemos tener una FE FIRME; sobre todo para después hacer lo que hizo en su Memoria; y ¿Qué fue lo que hizo? Dar la vida para que tengamos vida eterna. Así tiene que hacer el que lo recibe: “HACER ESO EN SU MEMORIA; entregarse como EL se entregó por nosotros. Como al principio, algunos de sus “ministros” más escrupulosos les falta la FE igual que a Tomás y los demás discípulos y necesitan de esos “supuestos milagros sangrantes” para reafirmar su Fe débil. Es por eso que no dudo que para “los incrédulos” sigue siendo necesaria esas “manifestaciones físicas” pero para los que CREEMOS EN ESA PRESENCIA VIVA, no necesitamos de esos “testimonios”.
Pero diré más, cuidado hermanos(as) con esos “supuestos milagros eucarísticos” que pueden ser también “señales satánicas” para convencernos que Jesús está allí pero “descuartizado en pedazos”, bien muerto, cosificado, encerrado, inerte y fracasado. EL VIVE en esa presencia pero no se ha quedado para que lo recordemos, visitemos o adoremos sino para decirnos que EL QUIERE HABITAR DENTRO DE NOSOTROS. “Tomen y coman todos de EL porque esto es MI CUERPO”; es decir, MI VIDA para que tengan vida en abundancia. Al hacerlo renovamos con EL su SANTA ALIANZA sellada con su SANGRE. Nosotros creemos en un CRISTO VIVO y no muerto. Amén
Pbro. Pablo Urquiaga. Párroco en
Ruiz Pineda, Caricuao
Caracas, Venezuela
Los matrimonios también intervienen en el Sínodo: hablan los señores Galindo y los señores Nkosi
Diversos matrimonios intervienen año en el Sínodo dedicado a la Familia como auditores y exponen ante la Asamblea de cardenales, obispos, sacerdotes y expertos sus experiencias concretas de pareja, padres o abuelos.
Así lo hicieron el lunes 5 de octubre los cónyuges mexicanos Gertrudis Clara Rubio de Galindo y Andrés Salvador Galindo López, secretarios ejecutivos de la Comisión Episcopal para la Familia de la Conferencia del Episcopado Mexicano y secretarios del CELAM para la zona de México-Centroamérica. El martes 6, durante la tercera congregación general intervino el matrimonio sudafricano formado por Buysile Patronella Nkosi y Meshack Jabulani Nkosi, miembros del Comité Asesor para el Consejo Nacional de la Familia de la Conferencia de los Obispos Católicos de Sudáfrica. Primeros años duros... y parientes intoxicando Los esposos Galindo Rubio, que están casados desde hace 45 años y tienen dos hijos y cuatro nietos, recordaron que sus primeros años fueron difíciles, sobre todo debido a los problemas económicos que encontraron y que incluso algunos familiares les aconsejaron separarse por ese motivo. »A pesar de la insistencia para que dierámos ese paso, Andrés y yo -afirmó Clara Rubio-decidimos luchar contra el desequilibrio que había provocado aquel suceso y sacar adelante nuestro matrimonio y la familia que empezábamos a formar, aunque esta decisión fue sin tener una conciencia clara de lo que significaba el sacramento del matrimonio. »Poco tiempo después, gracias a Dios tuvimos la oportunidad de vivir una experiencia de relación en el Encuentro Matrimonial Católico (www.encuentromatrimonial.com), donde aprendimos a comunicarnos, a saber perdonar, pero sobre todo a conocer cuál era el plan de Dios para nosotros como matrimonio y como familia. Y así seguimos luchando por nuestra relación, pero ahora con un poco más de conciencia de acuerdo al plan de Dios”. Años después, en otra época de dificultades económicas, después de visitar la basílica de Guadalupe (www.virgendeguadalupe.mx), decidieron colaborar con la Pastoral Familiar de su diócesis. La decisión los llevó a dar su aporte en diversos lugares de Centroamérica, donde a lo largo de los años han constatado que “los grandes problemas por los que pasan las familias son provocados por factores sociales, culturales, políticos, educativos, económicos y religiosos y el matrimonio y la familia, se ven debilitados y frágiles, y su propia fuerza necesita ser rescatada a través de la formación y enseñanza de su identidad y misión”. Para ello, concluyó Rubio, la pastoral de la familia requiere en este tercer milenio, “pastores enamorados del proyecto de Dios” que acompañen y formen a las familias para que descubran y vivan “su identidad y su misión”. Hijos con cónyuges de otra fe El 6 de octubre hablaron ante los Padres Sinodales los esposos sudafricanos Nkosi, casados desde hace 35 años con 5 hijos y ocho nietos. Tres de sus hijos, relató Jabu Nkosi, contrajeron matrimonio católico con personas no católicas, pero caminan “con dos credos y un solo amor”. Uno de sus yernos y una de sus nueras quieren convertirse al catolicismo y en la próxima Pascua, en 2016, serán recibidos en la Iglesia Católica. El matrimonio acompañó a lo largo de 33 años a muchos jóvenes con los que compartieron su experiencia de vida, la palabra de Dios y las enseñanzas de la Iglesia. »Les hemos transmitido -dijo Jabu Nkosi- la Buena Nueva del amor de Dios por nosotros a través de su Hijo Jesucristo. Y nosotros en nuestra vida de cada día tratamos, a través de la gracia de Dios, de ser una buena noticia para el otro, para las parejas jóvenes y para el mundo. Esto es posible dejando que la Palabra de Dios, Cristo mismo, sea nuestra brújula”. »Tenemos y hemos tenido nuestros numerosos retos: quizás el no ver las cosas de la misma manera o el hacerse daño el uno al otro de alguna forma -prosiguió- pero nuestra redención siempre fue tratar de ser lo suficientemente humilde como para decir: “Lo siento". Las palabras del Santo Padre, "perdón, gracias y ¿puedo?" son indispensables si queremos vivir en paz y armonía en nuestra familia. »Es importante recordar decirse el uno al otro “Te amo" y decírselo también a los niños. El papa Benedicto XVI en su encíclica “Caritas in Veritate” destacaba la importancia del amor como el principio vital de la sociedad, el lugar donde una persona aprende el bien común, ya que la familia es el primer lugar donde una nueva persona aprende a amar, a perdonar, experimenta el perdón y aprende a compartir”. »La decisión que tomamos hace 35 años es la que seguimos tomando todos los días para cuidar unos de otros en la familia y para ser fieles el uno al otro como cuando nos comprometimos a amarnos para siempre. »En la sociedad moderna que, desgraciadamente, ha desarrollado una cultura de usar y tirar, este tipo de compromiso parece una tontería y es ridiculizado y desaconsejado. Los jóvenes, entonces, tienden a tener miedo de casarse y consideran este compromiso como una carga. Nosotros estamos llamados a animarlos a emprender el viaje del santo matrimonio mirando a Cristo como su nueva esperanza”. »“Experimentamos la nueva vida que nace, y vimos a nuestros padres ayudarnos a criar a nuestros hijos. También los vimos envejecer, volverse más frágiles y los cuidamos hasta que acabaron su existencia. Vimos a nuestros hijos volverse padres y a nosotros mismos ser ahora un apoyo para ellos y sus familias. Seguimos transmitiéndoles nuestra fe, todos los valores cristianos y la cultura de "Ubuntu" - humanitarismo. Nos da alegría y satisfacción e hizo nuestra vida más rica y plena a través de la gracia de Dios”, finalizó Nkosi. |
Cortesía de http://www.religionenlibertad.com/
sábado, 10 de octubre de 2015
Amor franciscano
¿Alguien hubiera dicho que un hombre que vivió hace más de 800 años vendría a ser referencia fundamental para todos aquellos que buscan un nuevo acuerdo con la naturaleza y sueñan con una confraternización universal? Ese hombre es Francisco de Asís (+1226), proclamado patrono de la ecología. En él encontramos valores que perdimos, como la capacidad de encantarnos ante el esplendor de la naturaleza, la reverencia delante de cada ser, la cortesía con cada persona, el sentimiento de hermandad con cada ser de la creación, con el sol y con la luna, con el lobo feroz y el leproso al que abraza enternecido.
Francisco realizó una síntesis feliz entre la ecología exterior (medio ambiente) y la ecología interior (pacificación interna) hasta el punto de transformarse en el arquetipo de un humanismo tierno y fraterno-sororal, capaz de acoger todas las diferencias. Como afirmó Hermann Hesse: «Francisco casó en su corazón el cielo con la tierra e inflamó con la brasa de la vida eterna nuestro mundo terreno y mortal». La humanidad puede enorgullecerse de haber producido semejante figura histórica y universal. Él es lo nuevo, nosotros somos lo viejo.
La fascinación que ejerció desde su tiempo hasta el día de hoy se debe al rescate que hizo de los derechos del corazón, a la centralidad que confirió al sentimiento y a la ternura que introdujo en las relaciones humanas y cósmicas. No sin razón, en sus escritos la palabra «corazón» aparece 42 veces frente a «inteligencia», una vez; «amor» 23 veces frente a «verdad», 12; y «misericordia» 26 veces frente a «intelecto», sólo una vez.
Era el «hermano-siempre-alegre» como lo apodaban sus cofrades. Por esta razón, deja atrás el cristianismo severo de los penitentes del desierto, el cristianismo litúrgico monacal, el cristianismo hierático y formal de los palacios pontificios y de las curias clericales, el cristianismo sofisticado de la cultura libresca de la teología escolástica. En él emerge un cristianismo de jovialidad y canto, de pasión y danza, de corazón y poesía. Él conservó la inocencia como claridad infantil en la edad adulta que devuelve frescura, pureza y encanto a la penosa existencia en esta tierra. En él las personas no aparecen como «hijos e hijas de la necesidad, sino como hijos e hijas de la alegría» (G. Bachelard). Aquí se encuentra la relevancia innegable del modo de ser del Poverello de Asís para el espíritu ecológico de nuestro tiempo, carente de encantamiento y de magia.
Estando cierta vez un 4 de octubre, fiesta del Santo, en Asís, en esa minúscula ciudad blanca al pie del monte Subasio, celebré el amor franciscano con el siguiente soneto que me atrevo a publicar:
Abrazar a cada ser, hacerse hermana y hermano,
Oír el cantar del pájaro en la rama,
Auscultar en todo un corazón
Que palpita en la piedra y hasta en la lama.
Saber que todo vale y nada es en vano,
Y que se puede amar incluso a quien no ama,
Llenarse de ternura y compasión
Por el bichito que por ayuda clama.
Conversar hasta con el fiero lobo
Y convivir y besar al leproso
Y, para alegrar, hacer de bobo,
Sentirse de la pobreza el esposo,
Y derramar afecto por todo el globo:
He aquí el amor franciscano: ¡oh supremo gozo!
Leonardo Boff
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