domingo, 11 de octubre de 2015

La presencia de Cristo en la Eucaristía


A raíz de un “video” que mi hermana me envió de un “supuesto milagro eucarístico” en buenos Aires, Argentina, de un sacerdote que se encontró una “hostia consagrada” que se había caído debajo del altar y se le convirtió en un “pedazo de carne sangrando”, quisiera trasmitirles a ustedes mi experiencia personal al respecto.

Mi VOCACIÓN SACERDOTAL la recibí de Jesús a través de una celebración eucarística; (experiencia que narro en mis memorias); por lo tanto, NO TENGO NINGUNA DUDA en la presencia REAL Y VIVA DE JESÚS RESUCITADO que nos prometió cada vez que los Cristianos nos reunamos para celebrar “la fracción del PAN” (así se llamó en la Iglesia primitiva nuestra Celebración Eucarística) en SU MEMORIA; EL se haría presente en medio de nosotros pero VIVO Y RESUCITADO y no en un “pedazo de carne sangrante”.

Quisiera aclarar, con el respeto a los “devotos” que puedan leer éste escrito, ya no solo a nivel personal sino como Ministro de la Eucaristía, el verdadero significado bíblico que tiene esa “PRESENCIA” para nosotros los creyentes:

1) Experiencia de Tomás apóstol: (Jn. 20, 24-29). El incrédulo Tomás necesitaba “ver para creer”; tocar, palpar, meter su dedo y su mano en el costado de Jesús. Como él no tenía FE, necesitaba aquella “prueba física” para poder creer y no tener dudas. Los demás discípulos les pasaba lo mismo. Es por eso, para ayudar a la fe lánguida de ellos que Jesús se vio en la necesidad de “aparecérseles de forma física” para que estuvieran convencidos que EL HABÍA RESUCITADO. El cuerpo del RESUCITADO es distinto al “cuerpo físico” ya que es un CUERPO ESPIRITUAL el cual no tiene límites ya que está fuera del tiempo y del espacio. (ver I Cor. 15, 35 ss). La prueba de esto está que “ellos estaban con las puertas cerradas” y Jesús se les apareció; es decir, sin tocarles la puerta para que le abrieran; es decir, que atravesó la puerta sin ser “un fantasma” (vers. 19)(Lc.24,38). En otras ocasiones se les apareció en el lago y comió con ellos solo para probarles que él era el mismo y lo hizo, no porque necesitara comer, sino para ayudarles en su incredulidad.

2) Los Discípulos de Emaús: (Lc. 24, 13-35). La incredulidad de éstos discípulos era evidente; Jesús se les apareció por el camino y ellos no lo pudieron reconocer porque tenían los ojos embotados (vers.16) a pesar que Jesús les explicó las escrituras, ellos no lo reconocieron. Solo cuando se quedó con ellos en su casa y al sentarse a la mesa, tomó el PAN, dio gracias, lo partió y se los dio y desapareció. Allí se dieron cuenta que era el Señor y recordaron lo que Él les dijo en la “ULTIMA CENA”. Después lo corroboraron con los demás discípulos que lo habían visto.

Hay muchos momentos en la vida de Jesús que anuncian este “memorial” de su presencia. “Yo estaré con ustedes hasta el fin del mundo” (Mt. 28, 20). “donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estaré yo en medio de ellos” (Mt. 18, 20). La presencia de Cristo en la Eucaristía requiere la FE DEL CREYENTE, pues sin Fe es imposible “ver al DIOS VIVO” ya que EL ES ESPIRITU y los que lo adoran verdaderamente lo harán en Espíritu y Verdad” (Jn. 4, 24). Esa PRESENCIA ES REAL pero espiritual (no física). Es una “presencia SACRAMENTAL” que requiere la FE para vivirla. Cuando el magisterio de la Iglesia afirma que Jesús está presente en “su cuerpo, sangre, alma y divinidad”, nos está diciendo que EL está presente de forma COMPLETA, INTEGRA y no por “pedacitos”; sino de forma VERDADERA y no simbólica (como lo dicen algunas sectas). MEMORIAL BIBLICO significa un hecho ocurrido en el pasado que se hace eternamente presente y se actualiza para nosotros los creyentes en el aquí y en el ahora. Es por eso que la Celebración Eucarística es el MEMORIAL de la pasión, muerte y Resurrección de nuestro Señor Jesucristo para los que CREEMOS. Por eso al final decimos: “ESTE ES EL SACRAMENTO DE NUESTRA FE”. 

Por lo tanto hermano, para poder “ver y sentir” esa PRESENCIA debemos tener una FE FIRME; sobre todo para después hacer lo que hizo en su Memoria; y ¿Qué fue lo que hizo? Dar la vida para que tengamos vida eterna. Así tiene que hacer el que lo recibe: “HACER ESO EN SU MEMORIA; entregarse como EL se entregó por nosotros. Como al principio, algunos de sus “ministros” más escrupulosos les falta la FE igual que a Tomás y los demás discípulos y necesitan de esos “supuestos milagros sangrantes” para reafirmar su Fe débil. Es por eso que no dudo que para “los incrédulos” sigue siendo necesaria esas “manifestaciones físicas” pero para los que CREEMOS EN ESA PRESENCIA VIVA, no necesitamos de esos “testimonios”. 

Pero diré más, cuidado hermanos(as) con esos “supuestos milagros eucarísticos” que pueden ser también “señales satánicas” para convencernos que Jesús está allí pero “descuartizado en pedazos”, bien muerto, cosificado, encerrado, inerte y fracasado. EL VIVE en esa presencia pero no se ha quedado para que lo recordemos, visitemos o adoremos sino para decirnos que EL QUIERE HABITAR DENTRO DE NOSOTROS. “Tomen y coman todos de EL porque esto es MI CUERPO”; es decir, MI VIDA para que tengan vida en abundancia. Al hacerlo renovamos con EL su SANTA ALIANZA sellada con su SANGRE. Nosotros creemos en un CRISTO VIVO y no muerto. Amén 

Pbro. Pablo Urquiaga. Párroco en 

Ruiz Pineda, Caricuao 

Caracas, Venezuela

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