jueves, 8 de septiembre de 2016

Francisco pide a las religiones "condenar de forma rotunda" el terrorismo y la violencia


"Si no existe respeto recíproco no existirá diálogo interreligioso", apunta el Pontífice


"Vuestra clausura no es estéril", subraya el Papa a los benedictinos

Redacción, 08 de septiembre de 2016 a las 19:03


"A veces el nombre de la religión es usado para cometer atrocidades, como el terrorismo, y sembrar miedo y violencia y, en consecuencia, las religiones son señaladas como responsables del mal que nos rodea"

(RV).- El Papa Francisco recibió en la Sala del Consistorio a los participantes del primer encuentro ‘América en diálogo - Nuestra casa común' que se lleva a cabo en Roma a quienes invitó a trabajar y a impulsar iniciativas de forma conjunta, "para que entre todos tomemos conciencia del cuidado y protección de la casa común, construyendo un mundo cada vez más humano, donde nadie sobra y donde todos somos necesarios".

"América en diálogo - Nuestra casa común" reúne a participantes, pertenecientes a distintas tradiciones religiosas y procedentes de varios países que se han centrado en torno a la Encíclica Laudato Si y ha sido organizado por el Instituto del Diálogo Interreligioso (I.D.I.) de Buenos Aires y por la Organización de los Estados Americanos (O.E.A.) quienes cuentan con el auspicio del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso.

El encuentro tiene por objetivo "discutir sobre la creación de un Instituto de Diálogo que tenga una dimensión continental americana" y, según explicaron los organizadores, "de cara a los desafíos actuales al diálogo interreligioso, resulta evidente la importancia que los creyentes de las diferentes tradiciones religiosas busquen juntos los modos para amar, curar y custodiar el creado para el bien de toda la humanidad".

Por su parte, el Papa Francisco manifestó su alegría porque este encuentro se haya centrado en el estudio de la Encíclica Laudato Si y explicó: "En ella he querido llamar la atención sobre la importancia de amar, respetar y salvaguardar nuestra casa común. No podemos dejar de admirarnos por la belleza y la armonía que existe en todo lo creado; es ese regalo que Dios nos hace para que podamos hallarlo y contemplarlo en su obra. Es importante apostar por una «ecología integral», en el que el respeto por las criaturas valore la riqueza que encierran en sí mismas y ponga al ser humano como culmen de la creación".

Además, el Santo Padre recordó el importante papel que tienen las religiones para promover el cuidado y el respeto del medio ambiente: "La fe en Dios nos lleva a reconocerlo en su creación, que es fruto de su amor hacia nosotros, y nos llama a cuidar y proteger la naturaleza. Para esto, es necesario que las religiones promuevan una verdadera educación, a todos los niveles, que ayude a difundir una actitud responsable y atenta hacia las exigencias del cuidado de nuestro mundo; y, de modo especial, proteger, promover y defender los derechos humanos".

Una vez, el Papa Francisco hizo un llamado a las diferentes tradiciones religiosas a ser "una fuente necesaria de inspiración para fomentar una cultura de encuentro" ya que es fundamental "la cooperación interreligiosa, basada en la promoción de un diálogo sincero y respetuoso".

"Si no existe respeto recíproco no existirá diálogo interreligioso; es la base para poder caminar juntos y afrontar desafíos. Este diálogo está fundado en la propia identidad y en la confianza mutua que nace cuando soy capaz de reconocer al otro como don de Dios y acepto que tiene algo que decirme. Cada encuentro con el otro es una pequeña semilla que se deposita; si se riega con el trato asiduo y respetuoso, basado en la verdad, crecerá un árbol frondoso, con multitud de frutos, donde todos podrán cobijarse y alimentarse, nadie estará excluido, y en él todos formarán parte de un proyecto común, uniendo sus esfuerzos y aspiraciones".

Por otro lado, el Obispo de Roma aseguró que todos los creyentes están llamados a ser defensores de la creación y de la vida en todas sus etapas.

"En este camino de diálogo, somos testigos de la bondad de Dios, que nos ha dado la vida; esta es sagrada y debe ser respetada, no menospreciada. El creyente es un defensor de la creación y de la vida, no puede permanecer mudo o de brazos cruzados ante tantos derechos aniquilados impunemente; el hombre y la mujer de fe están llamados a defender la vida en todas sus etapas, la integridad física y las libertades fundamentales, como la libertad de conciencia, de pensamiento, de expresión y de religión. Es un deber que tenemos, pues creemos que Dios es el artífice de la creación y nosotros instrumentos en sus manos para lograr que todos los hombres y mujeres sean respetados en su dignidad y derechos, y puedan realizarse como personas".

"El mundo constantemente nos observa a nosotros, los creyentes, para comprobar cuál es nuestra actitud ante la casa común y ante los derechos humanos; además nos pide que colaboremos entre nosotros y con los hombres y mujeres de buena voluntad, que no profesan ninguna religión, para que demos respuestas efectivas a tantas plagas de nuestro mundo, como la guerra y el hambre, la miseria que aflige a millones de personas, la crisis ambiental, la violencia, la corrupción y el degrado moral, la crisis de la familia, de la economía, y sobre todo la falta de esperanza. El mundo de hoy sufre y necesita nuestra ayuda, nos lo está pidiendo".

Además, el Papa animó a los representantes de diferentes religiones presentes a buscar siempre la paz: "Constatamos con dolor que a veces el nombre de la religión es usado para cometer atrocidades, como el terrorismo, y sembrar miedo y violencia y, en consecuencia, las religiones son señaladas como responsables del mal que nos rodea.Es necesario condenar de forma conjunta y rotunda estas acciones abominables y tomar distancias de todo lo que busca envenenar los ánimos, dividir y destruir la convivencia; hace falta mostrar los valores positivos inherentes a nuestras tradiciones religiosas para lograr un sólido aporte de esperanza".

Por último, el Santo Padre recordó que este encuentro se realiza en el año del Jubileo de la Misericordia que "tiene un valor universal que abarca tanto a los creyentes como a los que no lo son, porque el amor misericordioso de Dios no tiene límites: ni de cultura, ni de raza, ni de lengua, ni de religión; abraza a todos los que sufren en el cuerpo y en el espíritu".

"Que esta circunstancia del Año Jubilar sea una ocasión para abrir posteriores espacios de diálogo, para salir al encuentro del hermano que sufre, como también para luchar para que nuestra casa común sea un hogar, donde todos tengamos cabida y nadie sea excluido ni eliminado. Cada ser humano es el regalo más grande que Dios nos puede dar".

"Testigos privilegiados del modo de obrar misericordioso de Dios": así se dirigió el Papa Francisco en la mañana de este jueves, a los participantes del Congreso Internacionalque cada cuatro años reúne en Roma a todos los Abades de la Confederación de los Benedictinos y a las Superioras Benedictinas.

"Vuestro congreso internacional, les dijo el Pontífice, reviste en esta circunstancia un significado particular en el contexto del Jubileo de la Misericordia". "Si es sólo en la contemplación de Jesucristo que se capta el rostro de la misericordia del Padre, la vida monástica constituye una vía maestra para hacer tal experiencia contemplativa y traducirla en testimonio personal y comunitario" - aseguró el Papa.

En las palabras del Obispo de Roma la constatación de un mundo actual "que demuestra cada vez más claramente tener necesidad de misericordia, pero ésta - aclaró el Papa - no es un eslogan o una receta". "Es el corazón de la vida cristiana y al mismo tiempo su estilo concreto, el respiro que anima las relaciones interpersonales y vuelve atentos a los más necesitados y solidarios con ellos".

"En este tiempo y en esta Iglesia llamada a mirar siempre más a lo esencial - prosiguió Francisco - los monjes y las monjas custodian por vocación un peculiar don y una especial responsabilidad: la de tener vivos los oasis del espíritu, donde pastores y fieles pueden recurrir a las fuentes de la divina misericordia".

"Vuestra clausura no es estéril - aseguró después el Papa - es más, es una riqueza y no un impedimento a la comunión" y destacó cómo el trabajo que realizan "en armonía con la oración los hace partícipes de la obra creativa de Dios y los hace solidarios con los pobres que no pueden vivir sin trabajar".

Finalmente el aliento del Santo Padre a no dejarse desalentar si los miembros de las comunidades monásticas disminuyen o envejecen: al contrario, les dijo, "conserven el celo de su testimonio aun en los países hoy más difíciles, con la fidelidad al carisma y el coraje de fundar nuevas comunidades. Vuestro servicio a la Iglesia es muy valioso - agregó.

"También en nuestro tiempo hay necesidad de hombres y mujeres que no anteponen nada al amor de Cristo".



Cortesía de http://www.periodistadigital.com/

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