Homilía del jueves 5 de noviembre en Santa Marta
El cristiano incluye, no cierra las puertas a nadie, aunque esto provoque resistencia. Quien excluye es porque se cree mejor, genera conflictos y divisiones y se le pedirán cuentas ante el tribunal de Dios. Es lo que ha dicho Papa Francisco en la Misa de la mañana celebrada en la Casa Santa Marta.
La actitud de Jesús es de inclusión
En la Carta a los Romanos San Pablo exhorta a no juzgar y a no despreciar al hermano, porque esto, afirma el Papa, lleva a excluirlo de “nuestro grupito”, a ser “selectivos y esto no es cristiano”. Cristo, de hecho, “con su sacrificio en el Calvario”, une e incluye a “todos los hombres en la salvación”. En el Evangelio se acercan a Jesús los publicanos y los pecadores, “es decir, los excluidos, todos los que estaban fuera” y los “fariseos y los escribas murmuraban”.
“La actitud de los escribas, de los fariseos, es el mismo, excluyen: ‘Nosotros somos perfectos, nosotros seguimos la ley. Estos son pecadores, son publicanos’. Y la actitud de Jesús es de inclusión. Hay dos caminos en la vida: el camino de la exclusión de las personas de nuestra comunidad y el camino de la inclusión. El primero puede ser a pequeña escala pero es la raíz de todas las guerras: todas las calamidades, todas las guerras, comienzan con una exclusión. Se excluye de la comunidad internacional pero también de las familias, entre los amigos, ¡cuántas peleas! Y el camino que Jesús nos muestra y nos enseña es totalmente contrario: inclusión”.
Hay resistencia frente a la inclusión
“No es fácil incluir a la gente, observa Papa Francisco, porque hay una resistencia, está ese comportamiento selectivo”. Por esto Jesús cuenta dos parábolas: la de la oveja perdida y la de la mujer que pierde una moneda. Ya sea el pastor como la mujer hacen de todo por encontrar lo que habían perdido. Y cuando lo consiguen se llenan de alegría:
“Se alegran porque han encontrado lo que habían perdido y van a los vecinos, a los amigos, llenos de alegría a decirles: ‘Lo encontré, lo he incluido’. Esta es la inclusión de Dios, contra la exclusión del que juzga, que expulsa a la gente, a las personas: ‘Este no, este tampoco…’ y se hace un pequeño círculo de amigos que es su ambiente. Es la dialéctica entre la exclusión y la inclusión. Dios nos ha incluido a todos en su salvación ¡a todos! Este es el comienzo. Nosotros, con nuestras debilidades, con nuestros pecados, con nuestras envidias, celos, siempre tenemos esta actitud de excluir que, como he dicho, puede terminar en guerras”.
Si yo excluyo estaré un día ante el tribunal de Dios
Jesús, afirma Papa Francisco, hace como el Padre que lo ha enviado para salvarnos, “nos busca para incluirnos, para estar en familia”.
“Pensemos un poco y al menos, al menos, hagamos nosotros un pequeño esfuerzo por no juzgar nunca: ‘Este hace así, pero Dios sabe: es su vida, pero no lo excluyo de mi corazón, de mi oración, de mi saludo, de mi sonrisa, y si se da la ocasión le digo algo bueno. Pero ¡no tenemos derecho a excluir! Y como termina Pablo la Lectura: ‘Todos, de hecho, nos presentaremos un día ante el tribunal de Dios y daremos cuenta de nosotros mismos’”.
“Si yo excluyo estaré un día ante el tribunal de Dios y dará cuentas de mí mismo. Pidamos la gracia de ser hombre y mujeres que incluyen siempre, siempre, en la medida de la prudencia pero siempre. No cerréis las puertas a nadie, siempre con el corazón abierto: ‘Me gusta, no me gusta’ pero el corazón abierto. Que el Señor nos dé esta gracia”.
Cortesía de http://es.aleteia.org/
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