jueves, 26 de noviembre de 2015

Papa Francisco y la historia del sacerdote que quería ser servido y no servir


El Pontífice habló desde el corazón al clero y las religiosas entre anécdotas personales y buen humor. “Qué papa tan maleducado, nos dio palo y no nos dice gracias….”


Todo el que se dejó elegir por Jesús es para servir; para servir al pueblo de Dios, para servir a los más pobres, a los más descartados, a los más humildes, para servir a los enfermos y a los ancianos, para servir también a la gente que no es consciente de la soberbia y el pecado que lleva dentro”, dijo el papa Francisco en su encuentro con el clero, los religiosos, las religiosas y los seminaristas en Kenia este jueves 26 de noviembre.

“Servir a Jesús es dejarse elegir para servir, no para hacerse servir”, constató Francisco en el campo de deportes de la St Mary’s School en Nairobi.

Como acostumbra el Papa contó una anécdota personal. “Hace más de un año hubo un encuentro de Sacerdotes, las monjas se salvan…(risas del público), sostuvo en el contexto del segundo día de su viaje apostólico a Kenia.

“Cada día había un turno de sacerdotes que tenían que servir en el comedor, algunos de ellos se quejaron. ‘No nosotros tenemos que ser servidos…nosotros podemos pagar para que nos sirvan’…por favor nunca eso en la Iglesia. Servir, no servirse de los demás”, añadió.

El campo santo de misioneros
En otra historia narró que un cardenal anciano le dijo que quería que los misioneros que veía en el campo santo fueran “canonizados” porque perdieron la vida en su misión. “Esta mujer o este hombre entendió que servir a Jesús es servir a los demás y no servirse de los demás”, recordó las palabras del viejo purpurado amigo.
“Pero, qué papa maleducado, nos dio palo, y no nos dice gracias….ahora, la fruta de la torta”, dijo entre las risas del público.

Gracias a los misioneros…
“Gracias a ustedes, por animarse a seguir a Jesús, gracias por sentirse pecadores, gracias por cada caricia de ternura que dan a quien lo necesita, gracias por todas las veces que ayudaron a morir en paz a tanta gente, gracias por quemar la vida en la esperanza, gracias por dejarse ayudar, corregir y perdonar todos los días”, dijo mientras a varios se les escapaba una lagrima.
“Y les pido al darles gracias, que no se olviden de rezar por mi.. porque yo lo necesito”, concluyó Francisco.

Improvisación desde el corazón
En un discurso llenó de “corazón”, el Papa se ganó a los 9.000 servidores de la Iglesia presentes en la reunión que tuvo lugar bajo una carpa en el campo de la mencionada escuela católica.
El Papa dejó las hojas preparadas y habló en español. “Quisiera hablarles en inglés, pero mi inglés es pobre”.
Así improvisó su reflexión hablando de la carta de San Pablo para indicar que Jesús “inició el camino, no nosotros. En el Evangelio leemos de uno que quiso seguir el camino y Jesús le dijo: ‘No’. En el seguimiento de Jesucristo, sea en el sacerdocio que en la vida consagrada, se entra por la puerta; la puerta es Cristo, él llama, él empieza, él va haciendo el trabajo”.

La vocación no es entrar por la ventana
Sin embargo advirtió, “hay algunos que quieren entrar por la ventana. ¡No sirve eso! Por favor si alguno ve que un compañero o una compañera entró por la ventana. Abrácelo y explíquele que es mejor que se vaya y que sirva a Dios en otro lado”, dijo el Papa con el gesto de una venia.

“Porque nunca va a llevar a termino una obra que no empezó Jesús por la puerta”, añadió.
Antes dijo “somos elegidos”. Luego inició a hablar de la vocación al sacerdocio o a la vida religiosa como un signo que llega a personas elegidas. “Yo fui mirado, yo fui elegido”, insistió.

“Me impresiona el capitulo 16 de Ezequiel, eras hijos de extranjeros, estabas recién nacido y tirado. Yo pasé te limpie y te llevé conmigo. ¡Ese es el camino! ¡Esa es la obra que el Señor inició cuando los miró!”, aseguró.
“Hay algunos que no saben para que Dios los llama. Pero sienten que Dios les llamó, vayan tranquilos, él les hará comprender para que los llamó”, sostuvo.

La ambición
“Hay otros que quieren seguir al Señor. Pero por interés, acordémonos de la mamá de Santiago y de Juan: ‘Señor, te quiero pedir que cuando partas la torta, le des la parte más grande a mis dos hijos, uno a tu derecha y otro a tu izquierda’”.

Asimismo, continuó aclarando que el servicio a Jesús no se hace por ambición. “Existe la tentación de seguir a Jesús por ambición, por ambición de dinero, ambición de poder. Todos podemos decir: ‘cuando yo empecé a seguir a Jesús a otro se le ocurrió’ y poco a poco te lo sembró en el corazón como una cizaña”.

Y advirtió a quienes desean seguir a Jesús: “En la vida del seguimiento de Jesús no hay lugar ni para la propia ambición, ni para las riquezas, ni para ser una persona importante en el mundo. A Jesús se le sigue en el último paso de su vida terrena, la cruz. Después se encarga de resucitarte, pero hasta ahí andás vos”, dijo.

La Iglesia no es una empresa o una ONG, la Iglesia es un misterio, el misterio de la mirada de Jesús a cada uno y que te dice: ¡Ven!. ¿Queda claro?: se entra por la puerta, no por la ventana y se sigue el camino de Jesús”, añadió.
“Jesús cuando nos elige no nos canoniza, seguimos siendo pecadores”, aseguró. Luego preguntó “levante la mano quien no es un pecador”. “Todos somos pecadores. Nos lleva adelante la ternura y el amor de Jesús”, dijo.

Lloren, sino algo está mal
Sucesivamente, preguntó sobre el apóstol que lloró en el Evangelio. “Uno soló – nos dice el Evangelio -que lloró, el que se dio cuenta que era un pecador. Tan pecador era que había traicionado a su Señor, cuando se dio cuenta de esto lloró. Después Jesús lo hizo papa!(risas). ¿Quién entiende a Jesús?”, cuestionó, mientras se levantó una fuerte risa.
“Nunca dejen de llorar. Cuando a un religioso o una religiosa se le acaban las lagrimas algo no funciona. Llorar por el dolor del mundo, por la gente que está descartada, por los viejitos abandonados, por los niños asesinados, por las cosas que no entendemos, llorar cuando nos preguntan: ¿por qué? Nadie de nosotros tiene la respuestas a todos los por que”.

La cruz 
Cada vez que saludo a un niño con cáncer o con una enfermedad rara, pregunto por qué sufre ese niño y yo no tengo la respuesta. Solamente miro a Jesús en la cruz. Hay situaciones en la vida que nos llevan mirar a Jesús en la cruz, y esa es la única respuesta para ciertas injusticias y ciertos dolores de la vida”.

El pecado de la tibieza
“San Pablo le decía a sus discípulos, acuérdate de Jesús, acuérdate de Jesús crucificado, cuando un consagrado o un sacerdote se olvida de Jesús crucificado, ¡pobrecito!, cayó en un pecado muy feo, un pecado que le da asco a Dios, que le hace vomitar a Dios: el pecado de la tibieza. Queridos sacerdotes, hermanos, hermanas, cuiden de no caer en el pecado de la tibieza”, aseguró.

Un mensaje que remarcó le viene espontáneo de pensar en el Evangelio: “nunca dejen de orar. Incluso si fuera necesario “duerman delante del Señor”, aconsejó a los que consideran “aburrido” la oración.

“Si un consagrado deja la oración el alma se seca”, suscribió el Papa. “El alma de una religiosa o un religioso que no reza es un alma fea”. “¿Le quito tiempo al sueño, a la televisión, a las revistas y lo dedico a rezar?”.

Testimonio de la Iglesia local
El Pontífice manifestó su alegría por ese encuentro hecho de “palabras” y “canciones de gozo y esperanza”, dijo. Agradeció a monseñor Mukobo, al padre Phiri y a la hermana Michael Marie por las palabras de bienvenida.
Una Iglesia de base que testimonió delante del Obispo de Roma su trabajo educativo, evangélico y social para favorecer a los más necesitados: los pobres, las mujeres, los niños, los ancianos y los discapacitados, entre otros.

En medio de un largo aplauso, la hermana Michael Marie destacó las palabras del Papa: ¿Cómo sería el mundo sin las religiosas? Ella subrayó el trabajo que hacen sus hermanas por la infancia en los barrios pobres de Nairobi y en Kenia, algunas hasta llegar al martirio.
De hecho, por lo que concierne a los centros caritativos y sociales de propiedad de la Iglesia o que son dirigidos por eclesiásticos o religiosos, en Kenia hay: 513 hospitales y ambulatorios, 21 leproserías, 117 hogares para ancianos, inválidos o discapacitados, 1.173 orfanatos y guarderías, 110 consultorios familiares, 11 centros especiales de educación o reeducación social y 203 instituciones de otro tipo.

 Cortesía de http://es.aleteia.org/

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