Francisco pide "poner en el centro de la atención social y política las personas más desfavorecidas"
Emotiva visita del Santo Padre a medio centenar de menores ingresados en el Hospital Pediátrico de Prokocim
Jesús Bastante, 29 de julio de 2016 a las 16:44
"Cómo quisiera que, como cristianos, fuésemos capaces de estar al lado de los enfermos como Jesús, con el silencio, con una caricia, con la oración"
(Jesús Bastante).- En el Año de la Misericordia, no podía faltar una visita del Papa a los más débiles, los más pequeños. Los niños enfermos del Hospital Pediátrico Universitario de Prokocim recibieron la visita de Francisco, quien entre llantos y risas, lanzó un grito contra la "cultura del descarte" que contamina nuestra sociedad, y cuyas "víctimas son, precisamente, las personas más débiles, más frágiles; esto es una crueldad".
Acompañado por el primer ministro polaco, Francisco quiso "escuchar a cada uno de vosotros, y juntos guardar silencio ante las preguntas para las que no existen respuestas inmediatas", como la enfermedad de un niño. Francisco se detuvo, uno a uno, con cada uno del medio centenar de niños y adolescentes, la mayor parte de los cuales siguió sus palabras en silla de ruedas. Los acarició y los besó, preguntó por su salud. Se hizo presente.
Como Jesús, que en el Evangelio "encuentra a los enfermos, los acoge, y también va con gusto a encontrarlos". "Cómo quisiera que, como cristianos, fuésemos capaces de estar al lado de los enfermos como Jesús, con el silencio, con una caricia, con la oración", soñó Francisco.
Y, sin embargo, "nuestra sociedad, por desgracia, está contaminada por la cultura del «descarte», que es lo contrario de la cultura de la acogida. Y las víctimas de la cultura del descarte son precisamente las personas más débiles, más frágiles; esto es una crueldad". Frente a ello, cuidadores, familiares y voluntarios que acogen y cuidan a los más débiles. "Gracias por este signo de amor que nos ofrecéis. Esto es el signo de la verdadera civilización, humana y cristiana: poner en el centro de la atención social y política las personas más desfavorecidas".
Francisco también tuvo palabras de aliento para las familias que, "a veces, se encuentran solas para hacerse cargo de ellos". Por ello, pidió que "multipliquemos las obras de la cultura de la acogida", puesto que "servir con amor y ternura a las personas que necesitan ayuda nos hace crecer a todos en humanidad; y nos abre el camino a la vida eterna: quien practica las obras de misericordia, no tiene miedo de la muerte".
Estas fueron las palabras del Papa:
Queridos hermanos y hermanas:No podía faltar, en esta mi visita a Cracovia, el encuentro con los pequeños ingresados en este hospital. Os saludo a todos y agradezco de corazón al Primer Ministro las amables palabras que me ha dirigido. Me gustaría poder estar un poco cerca de cada niño enfermo, junto a su cama, abrazarlos uno a uno, escuchar por un momento a cada uno de vosotros y juntos guardar silencio ante las preguntas para las que no existen respuestas inmediatas. Y rezar.El Evangelio nos muestra en repetidas ocasiones al Señor Jesús que encuentra a enfermos, los acoge, y también que va con gusto a encontrarlos. Él siempre se fija en ellos, los mira como una madre mira al hijo que no está bien, siente vibrar dentro de ella la compasión.Cómo quisiera que, como cristianos, fuésemos capaces de estar al lado de los enfermos como Jesús, con el silencio, con una caricia, con la oración. Nuestra sociedad, por desgracia, está contaminada por la cultura del «descarte», que es lo contrario de la cultura de la acogida. Y las víctimas de la cultura del descarte son precisamente las personas más débiles, más frágiles; esto es una crueldad. Sin embargo es hermoso ver que, en este hospital, los más pequeños y necesitados son acogidos y cuidados. Gracias por este signo de amor que nos ofrecéis. Esto es el signo de la verdadera civilización, humana y cristiana: poner en el centro de la atención social y política las personas más desfavorecidas.A veces, las familias se encuentran solas para hacerse cargo de ellos. ¿Qué hacer? Desde este lugar, donde se ve el amor concreto, diría: multipliquemos las obras de la cultura de la acogida, obras animadas por el amor cristiano, el amor a Jesús crucificado, a la carne de Cristo. Servir con amor y ternura a las personas que necesitan ayuda nos hace crecer a todos en humanidad; y nos abre el camino a la vida eterna: quien practica las obras de misericordia, no tiene miedo de la muerte.Animo a todos los que han hecho de la invitación evangélica a «visitar a los enfermos» una opción personal de vida: médicos, enfermeros, todos los trabajadores de la salud, así como los capellanes y voluntarios. Que el Señor os ayude a realizar bien vuestro trabajo, en este como en cualquier otro hospital del mundo. Y os recompense dándoos paz interior y un corazón siempre capaz de ternura.Gracias a todos por este encuentro. Os llevo conmigo en el afecto y la oración. Y también vosotros, por favor, no os olvidéis de rezar por mí.
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